Freud y Bacon, íntimos enemigos
Dos genios, grandes, ariscos, orgullosos. Los artistas británicos, cabezas de cartel de una de las exposiciones del año en la Tate Britain, se admiraron tanto como se odiaron
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Dos genios, grandes, ariscos, orgullosos. Los artistas británicos, cabezas de cartel de una de las exposiciones del año en la Tate Britain, se admiraron tanto como se odiaron.
Se conocieron a mitad de los 40 y durante años fueron inseparables. Inseparables. Se veían casi a diario en los pubs y clubes del Soho e incluso posaban el uno para el otro en sus respectivos estudios. Pero luego pasaron del amor al odio y la complicidad artística acabó en rivalidad. ¿Qué ocurrió realmente entre ellos? La profunda y compleja relación entre Francis Bacon y Lucian Freud, dos de los titanes del arte británico y mundial del siglo XX, guarda tantos matices como sus obras. Algunos detalles jamás serán revelados. Pero otros acaban de salir a la luz. Y precisamente por voluntad de uno de los dos protagonistas. Había celos, tensión e incluso rencores ante el préstamo de una obra considerada escandalosa. «Sin duda los cuadros de Lucian que compró [Saatchi] son los peores que he visto jamás. Vi una cosa espantosa con un hombre parado sobre una cama y dos cabecitas que espían desde abajo. Parecía ridículo». Las críticas que en su día realizó Bacon sobre las obras del que en un momento fue uno de sus mejores amigos quedaron inmortalizadas en unas cintas que ahora salen a la luz, coincidiendo con la exposición que la Tate Britain dedica a estas dos figuras clave del arte contemporáneo.
La muestra lleva por título «Muy humanos: Bacon, Freud y un siglo de pintar la vida». A través de 11 salas se muestran más de 100 obras de 22 artistas figurativos, como el suizo Alberto Giacometti o la soberbia Paula Rego, portuguesa de nacimiento pero radicada toda su vida en tierras inglesas, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Con todo, el irlandés y el nieto del célebre padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, son sin lugar a duda los grandes protagonistas.
Las cintas fueron enviadas a la redacción de «The Observer» –el dominical del rotativo británico «The Guardian»– a través de Barry Joule, quien vivía cerca del estudio de Bacon en el céntrico barrio londinense de South Kensington. En 1978, el artista vio a Joule arreglando la antena de televisión de un vecino y lo invitó a tomar champagne en su casa. Los dos siguieron siendo amigos hasta la muerte del pintor en 1992. Es más, el artista le regaló diferentes obras, entre ellas 1.200 bocetos hechos en su estudio, cuyo valor se estimó en 20 millones de libras (alrededor de 25 millones de euros) cuando Joule los donó a la Tate en 2004. Fue una de las más generosas que ha recibido hasta la fecha la institución.
Sin traición
El hecho de que ahora éste haya sacado a la luz las grabaciones no es ni mucho menos una traición. Bacon estaba al tanto de las cintas. De hecho, fue un artista sumamente mediático y uno de los pocos en su tiempo que se expresó en innumerables ocasiones acerca de su obra y la producción de sus colegas contemporáneos, a quienes, por lo general, se refería con declarado desdén. En 1968, por ejemplo, no dudó en calificar a Jackson Pollock como «viejo confeccionista de encajes y puntillas». Su opinión respecto a Freud, sin embargo, quería que se mantuviera en secreto al menos durante 12 años después de su muerte. Joule ha esperado exactamente 26 años para dar a conocer el material que, entre otros secretos, revela la pena que Bacon sentía ya en 1982 porque Freud no quisiera verle.
Joule cree que la amistad entre los dos creadores se contaminó por los celos de Freud: «Aislaba completamente a Francis, para su sorpresa, y nunca, nunca aflojaba», explica. Aunque parece haber otro elemento de distensión: el cuadro de Bacon «Dos figuras» (1953), una obra maestra que muestra a dos hombres en una cama, en una posición homosexual demasiado explícita para la época. El lienzo se exhibió por primera vez en décadas el pasado mes de octubre, al ser prestado al Fitzwilliam Museum de Cambridge.
En una de las grabaciones, Bacon habla de cuál fue la primera reacción que tuvo su marchand de Londres, la alemana Erica Brausen, al ver la obra. El artista imita incluso los tonos agudos y el acento alemán de la mujer. «Cuando le llevé esa pintura... ella dijo ''¡Querido, no traigas esa mierrrda aquí!''». Bacon trató de explicarle que el óleo estaba inspirado en fotografías de luchadores hechas por Eadweard Muybridge alrededor de 1880. Sin embargo, ésta replicó: «No me importa de dónde sale. ¡No kierro que venga la polizia!». Después, Bacon cuenta que el crítico de arte desaparecido David Sylvester le vendió «Dos figuras» a Freud por 80 libras esterlinas (unos 100 euros al cambio actual). Cuando Joule le expresó su sorpresa por lo bajo del precio, Bacon respondió: «De eso tuve que darle 20 libras a... Sylvester como comisión, y me quedaron 60 por el cuadro... Mira lo que son las cosas». Joule nunca olvidará cómo Bacon «se encogió tres veces de hombros, con tristeza y la mirada caída».
«Freud escondió el cuadro en su casa», desveló Joule. «Después le clavaría a Francis el cuchillo de sus celos al no dar jamás en préstamo esa pintura importante, lo cual preocupó mucho a Francis, especialmente cuando la quiso para su retrospectiva de 1985 en la Tate», añadió.
El lienzo se pintó poco antes de la Navidad de 1952 en un viejo garaje cerca de Henley-on-Thames que alquilaba el por entonces amante de Bacon, Peter Lacy. «Francis me señaló claramente la cuestión central... Sin duda él consideraba que era... un cuadro revolucionario, que iba a marcar un ''punto de inflexión en la cuestión homosexual''», explica Joule. La enemistad entre ambos era ya un hecho en 1988. Joule recuerda que estaba tomando whisky con Bacon, que acababa de terminar un cuadro, cuando sonó el teléfono. Era Freud quien le llamaba, invitándole a una cena relacionada con una exposición venidera: «La conversación fue corta y seca. Se dijeron unas pocas palabras y un Francis con la cara enrojecida colgó tan fuerte el auricular que las paredes temblaron. Retomó su trago enojado, diciendo insultos de los peores, cosa que era rara en él. ''¡Nunca me presta “Dos figuras” y ahora pretende esto!''».
Café cortado
Por otra parte, en 1991, Joule estaba con Bacon en un café de Marylebone cuando entró Freud: «Vi que Francis se ponía tenso... Lucian miró dos veces sorprendido, pero pasó de largo. Al rato le pregunté a Francis qué acababa de ocurrir, ya que estaba seguro de que había esperado que Freud se acercara a él. Simplemente suspiró». «Dos figuras» no forma parte de la exposición que ahora inaugura la Tate Britain. Sin embargo, sí está presente «Estudio para un retrato de Lucian Freud», lienzo a gran escala realizado por Bacon en 1964, donde su entonces amigo aparece con el pecho descubierto sentado en un rincón de un banco con una pequeña bombilla que mata el resto de la oscuridad que domina la parte superior de la obra. En un principio, iba a ser parte de un tríptico, pero después el artista acabó separando la composición.
Por cierto, que Bacon le confesó en su momento a otro amigo: «Cuando yo muera, mis cuadros no van a valer nada, me olvidarán». No podía estar más equivocado. Su retrato de 1969 «Tres estudios de Lucian Freud» se vendió en 2013 por el precio récord de 89 millones de libras (alrededor de 101 millones de euros). Por su parte, a Freud se lo admira por pintar con brutal realismo el cuerpo humano. El desnudo a escala natural que hizo de su musa Sue Tilley, conocida como «La gorda Sue», se vendió en 2015 en 35,6 millones de libras (alrededor de 41 millones de euros).