Crítica de libros

Galdós, el escritor que advirtió de la devastación de España

Esta biografía definitiva pone al escritor, por primera vez, en el contexto con la sociedad y el momento histórico que le tocó vivir.

Benito Pérez Galdós representó el realismo naturalista en España
Benito Pérez Galdós representó el realismo naturalista en Españalarazon

Esta biografía definitiva pone al escritor, por primera vez, en el contexto con la sociedad y el momento histórico que le tocó vivir.

El próximo año se conmemorará el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920); el que fuera máximo representante, junto a Leopoldo Alas «Clarín», del realismo naturalista español, verá justamente actualizado el estudio de su obra y personalidad, aunque el interés por las mismas no ha decaído nunca. En el campo de la biografía basta recordar los trabajos de Carmen Bravo-Villasante, Pedro Ortiz Armengol o José Fernández Montesinos, a los que se une ahora una nueva semblanza con un muy interesante sesgo histórico-literario.

Francisco Cánovas Sánchez, historiador y profesor universitario, publica «Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso», un documentado estudio crítico sobre el genial novelista incidiendo en la repercusión que su conciencia civil tuvo en su mejor narrativa. Y es que esta novelística del canario no mantiene su palpitante vigencia tan solo por la penetrante psicología de sus personajes, la minuciosa recreación de ambientes o el conseguido desarrollo de variados conflictos humanos, sino que además reconstruye con exquisita sensibilidad y minucioso rigor documental diversas épocas históricas, ayudándonos a entender los entresijos de un pasado que, en buena medida, aún gravita sobre nuestro presente.

Así, se detalla en estas páginas la implicación, por ejemplo, de la intolerancia religiosa en una novela como «La familia de León Roch», la violencia caciquil en «Doña Perfecta», el bullicioso Madrid del Trienio Liberal en «La Fontana de Oro», la ascendencia social a través de la usura en el ciclo narrativo de «Torquemada», la satirizada burocracia de la Restauración en «Miau», las lacerantes desigualdades sociales en «Fortunata y Jacinta» o el retrato del primitivo cristianismo en «Nazarín». Pero sobresale el análisis del impresionante friso novelesco de los «Episodios nacionales» y el escándalo que provocó el estreno del drama anticlerical «Electra» (1901).

Compromiso inequívoco

Estas obras, entre otras, son estudiadas a la luz de su contexto histórico, las mentalidades de la época y las situaciones políticas en que se escribieron, obteniendo así una fundamentada mirada ideológica sobre textos de preponderante voluntad estética, aunque de innegable significación testimonial. Galdós imprime en su escritura la huella del regeneracionismo liberal, el progresismo democrático y la modernidad de ascendencia krausista. Historiografiar este compromiso personal y literario es el logrado objetivo del libro: «La vida y la obra de Galdós tienen plena coherencia. Ambas muestran un compromiso inequívoco con la modernización de España, con la superación de las amarras del pasado y con la construcción de una sociedad más tolerante, democrática y justa».

El volumen se enriquece con una acertada antología de señeros textos galdosianos donde se realza la implicación social inherente a la propia reflexión estética, como lo prueba el «Discurso de ingreso en la RAE» (1897), que aquí se adjunta, señalando nuestro novelista el desconcierto que reina en los epígonos literarios del naturalismo y que se corresponde con la agitada atmósfera social que de algún insospechado modo preludiará el Desastre noventayochista, al tiempo que incluye el sabido aserto artístico de invocación realista: «Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea».

No es un mero opinante

Se incluye asimismo la carta que le dirige a Clarín elogiando «La Regenta» y, de paso, subrayando el genial testimonio crítico hacia la burguesía provinciana que anida en esta novela. O el no menos conocido artículo periodístico de 1909, «Al pueblo español», en lo que supone un aldabonazo a la conciencia del país instando, con motivo de la guerra de Marruecos, a una racional resolución de un ya inaguantable conflicto. El famoso comienzo de este texto configura la identidad de un articulista que no es un mero opinante, sino la autorizada y reconocida voz de un activo interviniente político: «Ha llegado el momento de que los sordos oigan, de que los distraídos atiendan, de que los mudos hablen». Y, apelando a la unidad nacional, concluye: «Unidos todos, encaminemos hacia su término la guerra del Rif, añadiendo al fulgor de las armas la lucidez de los entendimientos en cuanto se relacione con la política internacional».

Particular interés registra la entrevista que, concertada a finales de 1902, Galdós realiza a Isabel II en su residencia en París; esta había mostrado simpatía por el escritor al haberle agradado su semblanza en la novela «Narváez». Se reproduce aquí el texto comentado de ese encuentro desvelando, de viva voz de la soberana, numerosos claroscuros de su reinado y reconociendo el entrevistador, de ideología tan opuesta a la de su conversadora: «Su rostro venerable, su mirada dulce y afectuosa persistieron largo tiempo en mi memoria». No se obvia, de este modo, la perspicaz faceta periodística de quien fuera testigo privilegiado de los más destacados acontecimientos de su tiempo. Esta imprescindible biografía ideológico-literaria lo confirma sobradamente.