Batalla de las Ardenas: la última carta de Hitler, a todo o nada
Un día como hoy de 1944, un desesperado Führer decidió invadir al ejército aliado por sorpresa, desesperación que resultó en un gran fracaso para los nazis
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Pueden llegar a ser incluso desagradables para la vista las imágenes de aquella batalla. No por la sangre, que la hubo, sino por el pálido blanco de la nieve que las protagoniza. El frío siempre ha sido uno de los grandes problemas para los conflictos armados, y no podía ser menos para la Segunda Guerra Mundial, en la que las bajas temperaturas acabaron con miles de vidas. Pero el invierno no solo fue enfermedad sino también escenario, como es el caso de la Batalla de las Ardenas, sucedida en dicha región, en los actuales países de Bélgica y Luxemburgo. En diciembre de 1944, los aliados ya sacaban bastante ventaja al ejército nazi, pues sus tropas habían entrado en Alemania y habían liberado París, lo que provocaba un gran optimismo. No obstante, Hitler no quiso quedarse con los brazos cruzados, y decidió hacer un “All-in” en la que fuera su última carta.
Un día como hoy de 1944, un Hitler desesperado, confiado y enloquecido por su desventaja en la contienda, fue capaz de hacer lo imposible para no quedar atrás. Ignorando a sus asesores militares y sin apenas fuerza aérea, el Führer forzó la avanzada alemana hacia Bélgica. Su objetivo era el de tomar el puerto de Amberes y embolsar varios ejércitos enemigos contra las costas del mar del Norte. Docenas de tanques alemanes se quedaron varados sin combustible en las colinas y los valles de las Ardenas, tan solo tras 60 kilómetros recorridos. Un sublime fracaso que de nuevo probó las desesperadas e irracionales decisiones que se acostumbraban a tomar en el bando nazi.
Explica al portal “DW” el historiador militar Karl-Heinz Frieser, que “todo fue un acto desesperado y una copia equivocada de la campaña de 1940″, ataque nazi que sí consiguió dominar el espacio aéreo. “Hitler quiso apostar todo a una carta”, pero fracasó. Durante casi siete semanas, el enfrentamiento se alargó siendo uno de los más grandes de la Segunda Guerra Mundial, así como dejó imágenes históricas. Rodeados de nieve, aparecen los tanques avanzando sobre blanco, como si estuvieran flotando, así como soldados estadounidenses cavando trincheras en el hielo y combates sin cuartel en los bosques o pueblos.
Un intento por cambiar el curso de la guerra para el que Hitler empleó 300.000 soldados, 1.800 tanques y 2.400 aviones. Y, por parte del bando alemán, hubo más de 80.000 fallecidos, así como en el aliado se superaron los 90.000. Una de las batallas, por tanto, más sangrientas de la guerra, y uno de los fracasos mayores para Hitler, pues aunque el ataque fue por sorpresa no consiguió la victoria. Una feroz resistencia de los estadounidenses frenó el avance, así como la llegada de refuerzos y, finalmente, la reducción del frío y mejora de las condiciones meteorológicas materializaron el fracaso de los nazis.