Vigor, rigor y ambición
¡Cuántos historiadores españoles nos hemos beneficiado de la enorme generosidad de John H. Elliott!
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Es muy difícil exagerar los méritos intelectuales de sir John Elliott y su enorme contribución al conocimiento de la historia de nuestro país. Lo ha sido todo y lo ha merecido todo, y sería necesario mucho espacio para ponderar sus logros y dejar constancia de los numerosos reconocimientos que mereció. Tengo para mí como la mejor definición de sir John la que me diera su gran amigo Jonathan Brown: “A gentleman and a scholar”. Quisiera señalar en este momento dos virtudes suyas que confirman esta definición: su enorme generosidad ¡cuántos historiadores españoles nos hemos beneficiado de ella, ya fuera en Reino Unido o Estados Unidos!, y su vigor, rigor y ambición intelectuales, intactos hasta sus últimos días, y que hicieron de él no uno de los mejores hispanistas, sino uno de los mejores historiadores de su generación.
La muerte sucesiva y en un brevísimo lapso de tiempo de Jonathan Brown y sir John Elliott es una pérdida irreparable para el hispanismo y la cultura española, pero para el Museo del Prado supone además la desaparición de dos personas que no sólo lo amaron y estudiaron, sino que contribuyeron decisivamente a su mejora. Ha querido además el destino que fallecieran unos meses antes del inicio de su proyecto más querido: la recuperación por parte del Prado del Salón de Reinos del antiguo Palacio del Buen Retiro, edificio al que dedicaron un libro memorable. Sir John, patrono de honor del Museo del Prado, solía preguntarme por la evolución del proyecto y a menudo me decía: “No llegaré a verlo”. Al menos ha muerto sabiendo que será una realidad. A todos corresponde que así sea.