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John Elliot y el Buen Retiro

El hispanista encontró la llave para un mejor entendimiento de realidades históricas
El retrato del Conde-Duque de Olivares, de Velázquez.
Museo del PradoMuseo del Prado
La Razón

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Poco después del fallecimiento del historiador del arte Jonathan Brown, llega la noticia de la muerte del historiador John H. Elliott. Para los que nos interesamos por el Siglo de Oro, son nombres estrechamente relacionados, y no solo porque ambos son autores por separado de algunos de los estudios más clarificadores sobre ese periodo, sino también porque juntos escribieron una de las obras que mejor demuestran hasta qué punto la historia y la historia del arte son interdependientes. En Un palacio para el rey. El Buen Retiro y la corte de Felipe IV (1980), ofrece una visión integral de uno de los lugares en los que se concentró una mayor densidad de creatividad artística y literaria de la Europa de su tiempo.
Ese estudio demostró hasta qué punto el conocimiento del contexto político, histórico, social, administrativo o funcional enriquece nuestra comprensión de las obras de arte; y estas, a su vez, son una llave para un mejor entendimiento de realidades históricas. Esta obra ayudó también a situar la obra de artistas como Velázquez en un contexto internacional, subrayando el importante diálogo que mantuvo con la tradición europea y con las obras de maestros flamencos, italianos o franceses contemporáneos. A esa esa toma de conciencia contribuyó la experiencia de Elliott en el estudio de la monarquía hispánica como una entidad de alcance global.
Más allá de ofrecernos muchas claves para la interpretación de un conjunto palaciego del que aún quedan importantes vestigios en forma de edificios, jardines o cuadros, el libro sirvió para estimular una vieja idea, como es la de la restauración del Salón de Reinos del palacio, y la devolución al mismo de los cuadros que lo decoraban. Desde entonces Elliott y Brown se convirtieron en los promotores más tenaces e incansables de esa empresa, que significaba recuperar el contexto original para el que fueron pintadas 27 obras maestras de los artistas españoles más importantes del momento, entre ellos Velázquez, que intervino en seis. Sin ninguna duda, en los últimos años habrán ido contemplando con la sensación de «deber cumplido» cómo se iban culminando diferentes etapas encaminadas a hacer de ese proyecto una realidad: el desalojo del Museo del Ejército; la adscripción del espacio al Museo del Prado; la convocatoria y resolución del concurso arquitectónico; la dotación presupuestaria y, últimamente, el inicio de los trabajos de restauración. Cuando, dentro de unos años, culmine el proceso, nadie dejará de tener en mente el recuerdo de Brown y Elliott.
Para ambos, Buen Retiro, Velázquez, Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares o el Museo del Prado pertenecían a una misma realidad, y eran nombres íntimamente unidos a sus trayectorias vitales. En el caso de John Elliott, la generosa decisión que tomó en 2015 de donar un retrato de Olivares producido en el entorno de Velázquez, servirá para unir a través de una pintura varios de esos nombres al suyo.