Tal día como hoy de 1541, Pedro de Valdivia, veterano de los Tercios de Flandes fundaba Santiago de Chile
Años después, en 1553, el propio conquistador moría a manos de los indios mapuches cuando intentaba expandirse por Chile


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Tal día como, un 12 de febrero, pero de 1541, en las fértiles riberas del río Mapocho, Pedro de Valdivia, un militar extremeño y veterano de los Tercios españoles, fundó Santiago de la Nueva Extremadura, la actual Santiago de Chile. Este acto no solo marcó el inicio de una ciudad que se convertiría en el corazón de Chile, sino que también simbolizó la tenacidad y el espíritu indomable de Valdivia y sus hombres. Para comprender plenamente este acontecimiento, es esencial adentrarse en la vida de Valdivia, sus antecedentes militares, su llegada al territorio chileno y los desafíos que enfrentó en el proceso de fundación.
Pedro de Valdivia nació en 1497 en Villanueva de la Serena, una localidad de la provincia de Badajoz, en la región de Extremadura, España. Hijo de una familia hidalga pero de modestos recursos, desde joven mostró una inclinación hacia la carrera militar, una elección común en una época marcada por constantes conflictos bélicos y expansiones territoriales.
En su juventud, Valdivia se alistó en el ejército español, donde comenzó a forjar su reputación como soldado. Participó en las campañas de Flandes y en las Guerras Italianas, conflictos que fueron fundamentales en la política europea del siglo XVI. Estas experiencias le proporcionaron una formación militar sólida y le permitieron desarrollar habilidades en estrategia, liderazgo y combate, que serían cruciales en sus futuras empresas en el Nuevo Mundo.
Uno de los eventos más destacados en la carrera temprana de Valdivia fue su participación en la Batalla de Pavía en 1525. Este enfrentamiento, que tuvo lugar en el norte de Italia, enfrentó a las fuerzas del rey Francisco I de Francia contra las tropas del emperador Carlos V, en las cuales militaba Valdivia. La batalla resultó en una decisiva victoria para las fuerzas imperiales y la captura del monarca francés.
La participación de Valdivia en esta batalla no solo le otorgó reconocimiento y prestigio, sino que también le brindó una valiosa experiencia en tácticas militares y en el manejo de tropas en situaciones de alta presión. Estas lecciones serían invaluables en sus posteriores campañas en América del Sur.
El viaje al Nuevo Mundo
A pesar de su éxito en Europa, Valdivia, como muchos de sus contemporáneos, se sintió atraído por las oportunidades que ofrecía el Nuevo Mundo. Las noticias de vastas tierras por explorar y la posibilidad de obtener riquezas y títulos motivaron a muchos soldados a cruzar el Atlántico. En 1535, Valdivia decidió embarcarse hacia América, buscando nuevas oportunidades y desafíos.
A su llegada al continente americano, se estableció en el Virreinato del Perú, que en ese momento estaba bajo el control de Francisco Pizarro tras la conquista del Imperio Inca. Valdivia se unió a las fuerzas de Pizarro y participó en diversas campañas militares, consolidando su reputación como un líder capaz y valiente.
La decisión de conquistar Chile
Aunque el Perú ofrecía oportunidades, Valdivia estaba ansioso por liderar su propia expedición y establecer su propio dominio. Chile, conocido entonces como una región inhóspita y resistida por las tribus indígenas, representaba un desafío considerable. Sin embargo, Valdivia veía en estas tierras la posibilidad de establecer una colonia próspera y expandir el dominio español.
Con el apoyo de Pizarro, Valdivia organizó una expedición hacia el sur. Reunió un contingente compuesto por un grupo reducido de soldados españoles y algunos civiles, entre los que se encontraba Inés Suárez, una mujer española que desempeñaría un papel crucial en la conquista de Chile.
Los expedicionarios, cuyo número había aumentado a poco más de 150 españoles, avanzaron hasta el valle de Copiapó. Allí Valdivia tomó posesión del territorio en nombre del Rey, mas no de Pizarro, y lo bautizó como Nueva Extremadura. Luego continuó hasta el valle del Mapocho, adonde llegó en diciembre de 1540.
A partir de las informaciones recibidas de los indígenas del Perú y las noticias aportadas por los compañeros de Almagro, Valdivia decidió que su primera población habría de levantarse en ese lugar. La nueva ciudad, fundada oficialmente el 12 de febrero de 1541, recibió como nombre, en una ceremonia solemne, Santiago de la Nueva Extremadura, en honor al apóstol Santiago, patrón de España, y a su tierra natal, Extremadura.
Situada a orillas del mismo río y al pie del cerro Huelén, rebautizado Santa Lucía, tenía las ventajas de un clima benigno, una población indígena abundante, pero no al extremo de llegar a constituir un peligro, una agricultura en buen pie en los terrenos vecinos y una cierta cercanía a la costa de manera que los socorros pudieran llegar con facilidad.
Valdivia convocó a los indios y les hizo saber de su propósito de establecerse. Estos toleraron la presencia de los españoles. A medida que avanzaba la recolección de las cosechas, los indios aumentaban sus bravatas, diciendo que los matarían a todos como lo habían hecho los almagristas con Francisco Pizarro en Perú. Esta noticia, que se anticipaba a los hechos mismos, generó desconcierto y Valdivia se aprovechó de ella para librarse de la dependencia de Pizarro. El Cabildo procedió a nombrarlo gobernador hasta que Su Majestad proveyera el cargo, lo que Valdivia terminó por aceptar, no sin antes fingir rechazo.
La temida rebelión de los indios comenzó con el ataque a los españoles a cargo de las faenas en los lavaderos de oro y la destrucción del bergantín en construcción. La amenaza de los indios se sumó a una conspiración contra Valdivia para reemplazarlo por Pero Sancho de Hoz. La conjura fue detectada aunque sólo se castigó a unos pocos, por la necesidad de conservar las escasas fuerzas. Esta misma falta de gente impidió a Valdivia castigar a los indios y debió disimular ante ellos. El asalto a Marga-Marga fue el preludio del ataque e incendio de Santiago el 11 de septiembre de 1541, mientras Valdivia estaba ausente. El asalto fue rechazado, pero las chozas de paja, que no eran otra cosa las viviendas levantadas, quedaron totalmente destruidas. Más grave aún fue la pérdida de los alimentos: sólo se salvaron dos almuerzas de trigo, tres puercos y dos aves de corral.
Avisado del desastre, Valdivia regresó al poblado en ruinas. Si el propósito de los indios era obtener el regreso de los españoles al Perú, no lo lograron. Lo decisivo fue la resolución de Valdivia de no abandonar la conquista. Se debió empezar de nuevo. Siguieron tiempos muy duros para la naciente fundación, antes de que llegaran los primeros auxilios a bordo de la Santiaguillo en septiembre de 1543. La nave, equipada por Diego García de Villalón y Lucas Martínez Vegazo traía a bordo a Francisco Martínez, el socio de Valdivia, quien al enterarse del estado de la empresa, optó por disolver la sociedad a cambio de una encomienda de indios cerca de Santiago. En diciembre del mismo año, regresaba a Santiago Alonso de Monroy con un refuerzo de setenta españoles.
La llegada de este contingente dio mayor seguridad a la colonia y permitió a Valdivia distraer algunos hombres al mando de Juan Bohón para hacer una fundación en el norte del territorio y así mantener abierta la comunicación con Perú. De ahí siguió la exploración del litoral hacia el sur hasta el estrecho de Magallanes.
Los refuerzos recibidos también permitieron a Valdivia avanzar más allá de los límites del río Cachapoal, pero resultaban insuficientes para emprender la conquista de las tierras del sur. Durante los duros tiempos que siguieron al incendio de Santiago, Valdivia había repartido sesenta encomiendas de indios en territorios no sometidos, como una forma de mantener el ánimo de los pobladores. La sensible disminución de la población indígena en la zona controlada por los españoles obligó a efectuar un nuevo reparto de encomiendas, reduciendo el número de éstas a treinta y dos. El resultado fue el descontento de los perjudicados que dio lugar a una nueva revuelta contra Valdivia, encabezada por Pero Sancho de Hoz, sofocada.
Más adelante, el licenciado Pedro de la Gasca, encargado de la pacificación del Perú, con el rango de presidente de la Audiencia, tuvo un encuentro con Valdivia, que había viajado en su busca, y se unió a sus fuerzas con el rango de capitán. Más gravitante que el contingente que lo acompañaba era la experiencia militar de Valdivia, debidamente valorada por el representante del Monarca, quien lo incorporó a su estado mayor. Cuando Valdivia fue a darle cuenta luego de la victoria de las fuerzas leales en Jaquijaguana, el presidente lo recibió afectuosamente: “¡Ah señor gobernador, que Su Majestad os debe mucho!”. Era la primera vez que lo llamaba por su título. Este reconocimiento se formalizó mediante una provisión de 18 de abril de 1548 por la cual La Gasca lo designó en el cargo en nombre del Rey, a la vez que fijó los límites de su jurisdicción, desde Copiapó hasta los 41° de latitud sur y 100 leguas desde la costa hasta el interior. La gobernación sólo alcanzaba hasta la zona explorada, lo que contrariaba las expectativas de Valdivia, que pretendía las tierras hasta el estrecho de Magallanes.
Su regreso a Chile con un numeroso contingente permitió afianzar la conquista. Valdivia encargó a Francisco de Aguirre la refundación de La Serena, que había sido destruida por los indios (agosto de 1549), y mandó a Francisco Villagra al Perú en busca de más gente. El ansiado avance hacia el sur, empero, se vio demorado hasta la primavera de ese año.
Valdivia y un contingente de hombres llegaron a las márgenes del Biobío, que lograron atravesar pese a la resistencia de los naturales. Se instalaron en un paraje en la ribera norte del río junto a la bahía de Concepción, donde fundaron el fuerte de Penco. La llegada de refuerzos por mar permitió explorar el territorio y lograr promesas de paz y amistad con los indios. Al amparo de este fuerte fue surgiendo un caserío que pasó a ser la ciudad de Concepción, fundada oficialmente el 5 de octubre de 1550.
El reconocimiento de las tierras más al sur prosiguió en los meses siguientes. Valdivia remontó el río Cautín y fundó un fuerte junto a su confluencia con el río Damas, que tomó el nombre de La Imperial. Al comenzar el invierno regresó a Concepción, adonde llegó también Francisco Villagra trayendo importantes refuerzos de hombres y caballos.
En el verano siguiente Valdivia inició una nueva campaña al sur. Se dirigió primero al fuerte de La Imperial para levantar allí una ciudad, cuya fundación fue formalizada el 16 de abril de 1552. Las setenta y cinco encomiendas repartidas en esa oportunidad, incluyendo una para el propio Valdivia, eran riquísimas y algunos encomenderos de Santiago hicieron dejación de las suyas para tomar otras allí.
Avanzó luego hasta el río Calle-Calle, a cuyas orillas se efectuó otra fundación el 9 de febrero de 1552, la que recibió el nombre de Valdivia. Apresurado en afianzar su dominio en los términos de su gobernación, Valdivia mandó a Francisco de Aguirre al otro lado de la cordillera de los Andes, adonde se había establecido otra partida de españoles. A su vez, despachó a Francisco Villagra al sur en diciembre de 1552 para que explorara las tierras de la otra parte de la cordillera y, más tarde para que avanzara hasta el estrecho de Magallanes. Con este último propósito, Valdivia organizó también una expedición marítima encomendada a Francisco de Ulloa para reconocer y explorar dicho paso de mar, que zarpó de Concepción en noviembre de 1553.
La situación era la deseada por Valdivia, pero los indios hacían peligrar lo conquistado y, así en diciembre de 1553 tuvo lugar el ataque al fuerte de Tucapel, lo que obligó a la guarnición a retirarse a Purén. Valdivia acudió a la zona de Tucapel donde él y su gente fueron atacados por sucesivos contingentes de indígenas, al mando del indio Lautaro, hasta que, agotados tras horas de combate, sucumbieron a manos de sus enemigos el 25 de diciembre de 1553.
Según algunos historiadores, en un acto de represalia por las mutilaciones y masacre a los indígenas que ordenó luego de la batalla de Andalién, Valdivia fue llevado al campo mapuche donde le dieron muerte después de tres días de torturas. Su cráneo fue conservado como trofeo hasta que el cacique Pelantarú lo devolvió 55 años después, en 1608.
La fundación de Santiago: detalles y significado
La fundación de Santiago no fue un simple acto simbólico, sino que implicó una serie de decisiones estratégicas y administrativas. Valdivia delineó la ciudad siguiendo el modelo de las ciudades españolas, con una plaza central alrededor de la cual se distribuirían los principales edificios administrativos y religiosos, así como las residencias de los colonos. Esta disposición, conocida como "damero", era común en las ciudades coloniales españolas y facilitaba la organización y defensa de la ciudad.
Además de la planificación urbana, Valdivia estableció un cabildo o consejo municipal, encargado de la administración local y la impartición de justicia. Asignó solares y tierras a sus hombres, incentivándolos a establecerse y trabajar en la consolidación de la nueva colonia.
Tras la fundación, Santiago enfrentó numerosos desafíos. El 11 de septiembre de 1541, la ciudad fue atacada por fuerzas indígenas lideradas por el cacique Michimalonco, resultando en su destrucción casi total. Sin embargo, Valdivia y los colonos sobrevivientes reconstruyeron la ciudad, estableciendo una plaza central y distribuyendo solares para viviendas y edificios públicos. La ciudad se convirtió en el punto de partida para expediciones que buscaban expandir el dominio español en la región.
Durante el período colonial, Santiago experimentó un crecimiento sostenido. La ciudad se consolidó como el centro administrativo y comercial de la Capitanía General de Chile. Se construyeron iglesias, conventos y edificios gubernamentales, muchos de los cuales aún se conservan en el centro histórico. La economía se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería, con haciendas que abastecían tanto al mercado local como a otras regiones del virreinato.
A principios del siglo XIX, Santiago fue testigo de movimientos independentistas que culminaron en la independencia de Chile en 1818. Tras la independencia, la ciudad inició un proceso de modernización. Se implementaron reformas urbanas, se mejoraron las infraestructuras y se establecieron instituciones educativas y culturales. La llegada del ferrocarril y la construcción de nuevas vías de comunicación facilitaron el comercio y la integración con otras regiones.
Santiago en el siglo XX y XXI
El siglo XX trajo consigo una urbanización acelerada. Santiago se expandió más allá de sus límites originales, incorporando nuevos barrios y comunas. La industrialización atrajo a migrantes de otras partes del país, contribuyendo a un crecimiento demográfico significativo. En las últimas décadas, la ciudad ha experimentado una transformación notable, con la construcción de rascacielos, centros comerciales y modernas infraestructuras. Hoy en día, Santiago es una metrópoli vibrante que combina su rica herencia histórica con la modernidad, siendo reconocida como uno de los principales destinos urbanos de América del Sur.