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Ida Vitale: “Todavía no he mandado los bombones a los académicos del Premio Nobel”

La escritora, premio Cervantes de Literatura, reconoce en Formentor que el tema del “feminismo nunca se me planteó”
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La escritora Ida Vitale, premio Cervantes de Literatura, reconoce en Formentor que el tema del “feminismo nunca se me planteó”
Es una Ida Vitale confesional, que en las Conversaciones de Formentor habla con la libertad que le dan sus 95 años y los dos galardones de talla que recibió hace unos meses, el Cervantes y el de la FIL de Guadalajara. Cuando se el pregunta por el Premio Nobel, que se fallará en unas semanas, contesta socarrona: “Todavía no he mandado los bombones a los académicos”. La escritora tiró de anecdotario para repasar algunos jalones biográficos. “No hago público mis monstruos. Ni los reales ni los fantásticos, pero en la vida abundan más monstruos que en la literatura”, comentaba y, sin apearse de la ironía, añadió: “La palabra poetisa no me gusta, quizá porque la primera vez la escribí con “Z””. Reconoció que “antes una poeta era una descocada y hoy un poeta es un señor que está esperando el autobús en una esquina”, aunque cambió de entonación al referirse al feminismo: “ Viví en una casa con muchos tíos y siempre vi más importante a las mujeres, que eran maestras. El feminismo nunca se me planteó y es difícil tomar una actitud muy agresiva ante un problema que uno ve a distancia. Mi ingreso al problema se debe en parte a mi marido, que me advirtió que tienes que cuando estuviera en un café con una rueda de hombres sabría que el machismo existe. Cuando me tocó la edad de acudir a los cafés, resulta que mis mejores amigos eran amigos y no amigas”.
Ida Vitale repasó sus mudanzas y exilios con palabras de agradecimiento. “La constante de todos ellos es cierta melancolía. La pena de lo que se deja. Uno recibe cosas nuevas, tiene experiencias distintas. La primera vez que partí fue algo impuesto, cuando llegaron los militares”. La escritora, que aseveró que cuando era joven “Lo mas importante para mí era que una mujer fuera una maestra de escuela, porque en mi país no había presidenta y ser presidente no me parecía una tarea codiciable”, mostró agradecimiento por cómo ha sido acogida en otros lugares y afirmó: “Hay gente que con el exilio tiene que trabajar y eso es una mejoría del espíritu. Siempre hay un comienzo triste, pero, al final, te convences y de dices: “qué suerte que pasé por el exilio”. Es una experiencia que cambia a la gente, en general, para bien”.
Ida Vitale no dejó de repasar la trayectoria Vitale, mencionando nombres, personas, nombres: Juan Ramón Jiménez, Octavio Paz, José Bergamín. “Sigo con ganas de escribir, pero necesito estar tranquilaa. Estoy con un trabajo para el que queda poco, unas quince páginas, pero después a lo mejor son cincuenta o menos. Son aspectos que no se sabe. Más que una novela -bromeó- es una cosa. Ya se sabrá en su momento. Lo que está claro es que los años no ayudan. De momento, del periodismo ya me jubilé”. Vitale admitió que más “que un poeta, me conmueve un poema. Por suerte, porque si es un poeta, tiendo a la absorción en él”. Y confesó una curiosidad: “Es difícil meterse en un mundo a través de un poema. Yo de pequeña leía locamente. Lo terrible era llegar a la noche y no haber leído un libro ese día. Uno entraba en esa época en la literatura a través de la literatura española. Me gustaría decir que fue a través de Tolstói, pero no sería verdad. Yo lo hice por Galdós, que fue quien me adentro en mi gusto por la novela”. Ida Vitale, que jamás perdió la sonrisa y nunca renunció al humor, declaró, al terminar, refiriéndose a su edad: “Todavía me queda en la vida un cambio fundamental, pero me temo que no voy a poder sacar consecuencias para ustedes”.