Igor Paskual: «A todos nos preocupan más cosas que el sexo y las drogas»
En su nuevo trabajo el artista presenta un rock and roll que va más allá de las temáticas tradicionales y ahonda en la memoria y la religión
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En su nuevo trabajo el artista presenta un rock and roll que va más allá de las temáticas tradicionales y ahonda en la memoria y la religión.
Igor Paskual, (San Sebastián, 1975), es un cantante, compositor y guitarrista soberbio, autor de canciones totémicas de la última parte de la trayectoria de Loquillo, como «Memoria de jóvenes airados». Tenía hasta ahora dos discos a su nombre, «Equilibrio inestable» y «Tierra firme». Ahora añade «La Pasión según Igor Paskual».
–En el disco asoman inquietudes poco habituales en el rock and roll, como la mentira o las trampas de la memoria.
–Es cierto que no son muy habituales, supongo que porque el rock se asocia con una serie de temáticas muy determinadas. Ya sabemos cuáles son y a mí me gustan; las he tratado muchas veces, pero a todos nos preocupan muchas más cosas que el sexo, las drogas o las rupturas sentimentales. Estilos como el country o la copla son más generosos a la hora de hablar de otras cuestiones. Estoy convencido de que a la mayoría de la gente le preocupan muchos aspectos de la vida, no solo uno o dos. El rock se asocia con unas vivencias definidas en blanco y negro, pero cuando crecemos todo contiene matices más grises y el rock está perfectamente capacitado para afrontarlo.
–También tiene un evidente interés por lo religioso. Algo habitual en el rock de EEUU, pero no en España.
–Es posible que sea por el conocimiento que tienen los protestantes de la Biblia. En teoría, al no usar intermediarios, su relación con las sagradas escrituras es más íntima. Además, hay un evidente peso judío en la comunidad artística norteamericana y por algo se le llama la religión de la palabra. La mayoría de los músicos de una cierta generación han bebido de artistas de blues y de gospel, que siempre han hecho referencias a asuntos bíblicos. Sin embargo, la relación de los católicos con nuestra religión es más más física, de ver, tocar, oler, escuchar y, tal vez, menos literaria. Hay algo muy carnal. A eso hay que añadirle que la religión en España por muchas y justificadas razones no ha sido vista como una herramienta de liberación sino de opresión, así que el músico español tiende a eliminarlo de su escritura.
–En lo musical, mantiene el gusto por Bowie y el Reed berlineses, por Brel...
–Siempre me ha fascinado la manera en la que Europa digirió el rock. Cómo lo deglutió y lo hizo suyo. De hecho, las bandas americanas que más me gustan son profundamente europeas, como N.I.N. o The Doors. El hecho de que Europa tuviera todo ese gran peso cultural, tantísimos siglos de historia y que, de pronto, llegara algo tan poderoso como el rock y lo asimilara a su manera... Es increíble. También pasó con el house y el tecno. Creo que el músico europeo, en general, se hace más preguntas sobre la razón por la que hace música y eso se nota. Y lo suele hacer muy permeable a la literatura o a otras artes de una forma que parece muy natural.
–Coincide con la aparición de un nuevo disco de Loquillo. Son ya 20 años a su lado. ¿Cómo es su relación?
–Ha ido cambiando a lo largo de los años. Al principio, se trataba de llevar a cabo la visión que el Loco tenía del rock y de su carrera. Lo que él pensaba no se correspondía en absoluto con lo que estaba pasando. Había que romper una serie de inercias que se arrastraban desde hacía mucho tiempo. Una vez conseguido eso he ido pasando por distintas etapas; la verdad es que no me resulta fácil analizar cuál es mi función exactamente. Creo que una de las cosas importantes es que suelo ser muy sincero con el Loco. Tenemos bastante confianza y sabe perfectamente que no le voy a decir algo que no es. Y aportar, aporta mucho, está claro. Es admirable cómo se entrega siempre en un escenario esté donde esté, el no rendirse y, sobre todo, lo bien que crea equipos de trabajo. Para mí, trabajar con Josu... Uf. Bueno, como con toda la banda, a ver, es una banda espectacular, es un nivelazo de músicos tremendo. Pero músicos de rock. Y como personas, es un equipo humano que da gusto, gente muy preparada, valen su peso en oro. Estás constantemente aprendiendo.
–Cuando uno sintoniza la radio apenas encuentra rock and roll. ¿Son precipitados los cantos que anuncian su muerte?
–Una de las grandes preguntas del mundo cultural y que se ha formulado más que ninguna otra es: «¿El rock ha muerto?». Nadie se pregunta si el jazz ha muerto. Esa obsesión con el rock y su supuesta muerte nos ofrece una idea de lo poderoso que ha sido. Está claro que la gente de 17 escucha otras cosas, pero no significa que pierda relevancia cultural. Pierde importancia entre parte de la gente joven, pero es alucinante el gran número de personas para las que significa muchísimo. Date cuenta que la gente que crecimos con el rock demográficamente es muy poderosa. Muchos géneros se acercan al rock para copiar sus clichés. Y todos, absolutamente todos, terminan padeciendo el gran problema del rock: cómo crecer.