INAEM, nueva etapa
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Quienes sabemos del tema llevamos años solicitando un cambio de estatus jurídico para el INAEM sin haberlo podido conseguir. El compositor Tomás Marco fue director gerente o técnico de la OCNE entre 1981 y 1985 y de 1991 a 1995. Se quejaba entonces de las limitaciones a las que le sometía el régimen jurídico del INAEM. Sin embargo, fue su director de 1996 a 1999 y no logró cambiar su estatus a pesar del mucho poder que logró. Nadie lo consiguió porque Hacienda y Administraciones Públicas lo han venido impidiendo. Como consecuencia, las diferentes unidades culturales que, como el Prado y alguna otra, no han logrado independizarse ven entorpecida y desmotivada su gestión. Antonio Moral, aún director del CNDM afirmó con rotundidad que “En el Ministerio de Cultura manda Hacienda. Yo me voy”.
En estas unidades existe la intervención previa, por la cual cualquier gasto que supere determinados importes ha de contar con aprobación previa tras la elaboración de los correspondientes expedientes. Por ejemplo, si enferma repentinamente un cantante del ciclo de lied y es necesario sustituirlo hay que volver a presentar un expediente y, a veces, no hay tiempo. Pero es que la taquilla del CNDM o la Zarzuela no revierte en ellos sino en Hacienda. Y es que ¿para qué perder el poco tiempo que queda tras tanta traba burocrática en buscar un patrocinador si su aportación va a ir también a Hacienda? Todo un desatino.
Con estas circunstancias ha convivido Montserrat Iglesias como directora general del INAEM desde 2014, realizando una labor encomiable y rodeándose de buenos equipos tanto en el propio instituto como en muchas de sus unidades. En su periodo se renovó a Moral, accedieron Daniel Bianco al Teatro de la Zarzuela o Juanjo Areces al Auditorio Nacional, por citar sólo algún ejemplo. Luchó por solventar los problemas del día a día ocasionados por la estructura y así lo han reconocido los directores de las unidades. Habría multitud de ejemplos concretos. Así el cambio de enfoque para que la Zarzuela pueda alquilar sus producciones sin tener que someterse al concepto de “gira”, que obligaba a los teatros que quisieran arrendar una producción a fichar hasta los técnicos, lo que convertía en imposible la operación. Comprendió las situaciones y las intentó resolver con los medios de que disponía. Comprendió también a los trabajadores en su negativa a la unión de Zarzuela y Real y ello le causó un buen disgusto conocido por pocos. ¡Suerte en su nueva etapa cultural!
Sí, porque hay nueva directora en el INAEM: Amaya de Miguel. Me hablan bien de ella. De entrada tendrá algo más a su favor que sus antecesores respecto a los problemas con Hacienda y Administraciones Públicas: tiene trato directo con el presidente Sánchez, quien expresamente la ha querido en ese puesto. Ahora hace falta que se deje aconsejar por quienes de esto sabemos algo. En un año se podría reinventar el INAEM y hacerlo bien.