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Jesús Cimarro: «En mi trabajo dos más dos pueden ser seis o menos tres»

Director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Con Paloma San Basilio subida a las tablas en «La décima musa», da comienzo la 62ª edición de una cita veraniega ineludible y que el gestor cultural salvó del naufragio.
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Con Paloma San Basilio subida a las tablas en «La décima musa», da comienzo la 62ª edición de una cita veraniega ineludible y que el gestor cultural salvó del naufragio.
Prefiere el término «gestor cultural» al de empresario o promotor. Es más rico y concuerda mejor con su talante y su visión amplia de los espectáculos que promueve. Jesús Cimarro lleva en las venas la organización. Ya de estudiante, allá en Ermua, formó un taller de teatro y él mismo hacía las crónicas y las mandaba al periódico. Lleva 33 años como profesional y hace 28 que fundó Pentación, empresa promotora de espectáculos. Dirige los teatros La Latina y Bellas Artes, da clases, preside y participa en distintas asociaciones de empresarios, escribe... lo que evidencia su talento y capacidad de trabajo. Un trabajo reconocido con algunos premios, como el Max al mejor empresario privado en 2005. Desde 2012 ejerce como gran pope del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida –que comienza hoy con Paloma San Basilio subida al escenario en «La décima musa»–, al que salvó del desastre tras una pésima gestión.
–¿Rescató usted al certamen de la desaparición?
–No quiero arrogarme algo que no es, pero sí he ayudado a que el se mantuviera, se consolidara y creciera.
–¿Es un reto organizar uno así? ¿Da vértigo?
–Sí lo es y da vértigo, por supuesto. Hablamos de un festival de unas características muy determinadas, con una temática específica, grecolatina, y eso al final marca mucho la programación. Es el más longevo de España, el decano. Marcó el inicio de los demás y para un gestor cultural es una de las cosas más importantes que se hacen en la vida.
–¿Qué le ha aportado?
–Dos cuestiones. Una: la programación, clave en un festival, lo que quieres que vea el público, y luego, la promoción: cómo lo comunicas, cómo «se vende» ese producto. Un par de puntales importantes.
–¿Sacarlo de Mérida contribuye?
–Que los espectáculos salgan, vengan a Madrid, hagan giras y tengan una proyección nacional ha ayudado a que el festival esté todo el año en boca de los medios de comunicación.
–Con repercusiones más allá de lo teatral.
–Tenemos estudios con cifras claras de su impacto mediático y económico. Su repercusión en la región va más allá de la cultura, es empleo y economía. Un revulsivo muy grande para la zona por el turismo que genera.
–¿Cómo es la propuesta que se presenta este año?
–Distinta. Hay siete estrenos mundiales de espectáculos nunca representados en el teatro romano y autores que escriben temática grecolatina. Exceptúo Alejandro Magno, son textos actuales. Y la música, presente con el concierto de Ara Malikian, en «La décima musa», que inaugura el festival, con Paloma San Basilio o «Los hilos de Vulcano», que hacen música con instrumentos de reciclaje y canta Carmen París. Es importantísimo ofrecer novedades para que el público vaya.
–Después de cinco años, ¿qué balance hace?
–Que hemos vuelto a colocarlo en el lugar que le correspondía y que es un referente para otros de España. Está dentro de la federación europea de festivales y recibe reconocimientos por su proyección. Su rentabilidad no sólo es económica, sino cultural y social, las tres premisas con las que trabajo en todos mis proyectos.
–¿Está el teatro para llorar? Siempre con una mala salud de hierro.
–Por suerte, el público va al teatro y hay que decirlo y agradecerlo. Eso es lo que nos ha salvado en esta crisis cultural y, aunque no siempre llenen, hay un tono general bueno. El teatro tiene otros males que muchas veces son colaterales a su propia esencia.
–¿Qué le pediría al nuevo gobierno?
–Siempre lo digo: la bajada del IVA cultural. Los partidos lo recogían en sus programas. Si lo comparamos con Europa, Francia tiene el 2,1% y España el 21%, hay 19 puntos de diferencia, que es una barbaridad. Alemania llega al 7% e Italia al 10%, tres ejemplos de países de nuestro entorno.
–¿Cómo se desglosa una entrada de teatro?
–El 21% de IVA para el Gobierno, el 10% de autores (SGAE), entre el 3 y el 5% para las empresas de entradas y lo que queda se reparte entre el teatro y la compañía. Pagar artistas, técnicos, seguridad social...Quien más se lleva es Hacienda, que no pone nada. Esto es injusto.
–¿Se considera hombre de negocios o de teatro?
–Soy una persona de la cultura. Siempre me tiró la organización y la cultura necesita gestión.
–¿Es una profesión de riesgo?
–Pues sí, para quitar el sueño, porque estás hipotecando todo lo que tienes. Esto no son dos más dos cuatro, pueden ser seis o menos tres. Cada montaje es una experiencia y cada obra, un mundo.
–¿Cada productor tiene una línea artística?
–Yo intento producir muchísimas cosas, que el abanico sea lo más amplio posible, tan variado y diverso como es el público. Lo que intento es que en todo lo que produzco haya siempre un mínimo de calidad y que llegue a la gente.
–En su trayectoria existen premios y reconocimientos.
–Los premios siempre son de agradecer, pero para mí el mejor es seguir manteniendo Pentación, donde trabajan 110 personas, más las del festival.
–Siempre privado, ¿no le tienta lo público?
–Estoy trabajando en una experiencia que es el modelo mixto, lo público y lo privado conjuntamente, me gusta mucho el mestizaje. De lo que se mezcla salen cosas buenas. Siempre he estado en lo privado y ahí trabajas sin red, pero tienes total libertad.
–¿Qué se necesita, aparte de dinero, para ser productor?
–Mucha intuición y olfato para estar en el lugar y en el momento adecuados.
–Su pasión al margen del teatro...
–Viajar, me gusta mucho. Se aprende y se conoce gente.