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Juan Manuel de Prada: «Las sociedades contemporáneas son hoy sociedades esclavizadas»»

Recupera al protagonista de «Las máscaras del héroe» en una novela sobre los españoles en París entre 1940 y 1941. «Los artistas exiliados en París colaboraron con las actividades culturales de la Falange, aunque nos resulte inconcebible», asegura.

El escritor Juan Manuel de Prada
El escritor Juan Manuel de Prada Alberto R. RoldánLa Razón

Vuelve Juan Manuel de Prada con una novela de prosa cuidada y estilo bien balanceado. Una narración que huye de marcos preestablecidos y cómodos tópicos sin alicientes. En «Mil ojos esconde la noche» (Espasa), una obra de factura monumental dividida en dos volúmenes recupera la mirada del falangista Fernando Navales, que ya conocimos en su ya legendaria «Las máscaras del héroe», y que aquí se convierte en testigo de aquel París de 1940 y 1941 por el que deambulaban aquellos españoles transterrados de variada fortuna y distinta factura ideológica. Un relato coral salpicado por personajes del arte y la política de distinto calafateado (Picasso, Buñuel, Céline, Lequerica, Gregorio Marañón o César González-Ruano...) que ofrece un retrato novedoso, e inusual, del exilio. «La labor de documentación ha sido ingente. Ahí me he dado cuenta de la montaña de mentiras sobre la que está construida nuestra historia reciente. Es algo impresionante. ¿Quién sabe hoy que todos, o casi todos, los artistas españoles exiliados en París colaboraron en las actividades culturales de Falange española durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Quién lo sabe en España? Nadie. Porque es algo que, simplemente, ya es inconcebible porque se han creado unas categorías maniqueas absurdas que te impiden conceder verosimilitud a una verdad histórica y humana. Y repito: humana, porque esos señores no colaboraron con Falange porque se hubieran hecho falangistas. No, colaboraron con Falange porque vivían en unas circunstancias difíciles y dijeron, colaborando con Falange voy a estar más a salvo. Así de sencillo y así de humano».

«Francia trató a los españoles de forma ignominiosa y terrible»

Juan Manuel de Prada

Al principio de la novela comenta lo mal que Francia trató a los exiliados españoles.

La inmensa mayoría de los españoles que cruzan la frontera en el 39 son llevados a campos de concentración improvisados. Viven en unas condiciones infrahumanas, comiéndose sus propias defecaciones y bebiendo agua del mar. Cuando empieza la guerra, mayoritariamente el Gobierno de Francia, ese gran paladín de los Derechos Humanos los organiza como mano de obra esclava para la agricultura y la industria. Sí, Francia trató a los españoles de forma ignominiosa y terrible. La llegada de los alemanes, en realidad, supone una mejora para ellos. Muchos son contratados por la organización Todt. Ahí tienen un sueldo y, en general, disponen de unas condiciones bastante mejores, aunque esto suene casi blasfemo decirlo porque en la mente unilateral de nuestra época, pues ya saben, todos los alemanes son los malos y en ese momento todos nosotros somos los buenos. Carlos Fontseré, que es un personaje de mi novela, escribió unas memorias devastadoras. Tal vez sea el único exiliado en Francia que habla descarnadamente y de verdad de lo que pasó. Y habla del trato que los franceses dispensaron a los españoles.

¿Cómo juzgar a esos españoles del exilio que trabajaron con Falange?

Esto es verdad. Es un hecho. Sobre todo, en los dos primeros años. Cuando vieron que Alemania perdía la guerra, ya se fueron apartando. Pero todos esos hombres con sus currículos de comunistas o de republicanos intachables colaboraron en las actividades de Falange. ¿Cómo lo valoras? Los puedes juzgar como si fueran unos chaqueteros o unos jetas, y, hombre, alguno era un jeta y un chaquetero, pero la inmensa mayoría, no. Eran personas que querían sobrevivir, que habían sufrido una guerra muy dura, que habían sido derrotados y que consideraban que no podían aguantar una segunda derrota. En líneas generales, considero que la misión del escritor es mucho más comprensiva hacia estas actitudes que la posición del ideólogo. Para un ideólogo, esto sería una claudicación inaceptable y trataría de ocultarla. De hecho, es lo que hacen. Casi nadie sabe que los artistas españoles en París colaboraron en las actividades culturales del régimen franquista... Esto se oculta porque rompe los esquemas maniqueos y grotescos de la memoria histórica. Un caso interesante...

«Desde la derecha se ha contribuido a la creación de los estereotipos que favorecen a la izquierda»

Juan Manuel de Prada

¿Cuál?

Gregorio Marañón, que sale en el libro. Se le presenta como un representante de la tercera España. Él lo explica al llegar a Francia en un artículo célebre. Cuenta cómo la gente tiene una idea disparatada de la Guerra Civil española. Aclara cómo en el bando republicano hay desde republicanos de izquierdas moderados hasta republicanos de izquierdas menos moderados y defensores de la dictadura comunista y de la anarquía revolucionaria. En el bando franquista no hay solo fascistas, también monárquicos republicanos de derechas, conservadores, liberales, etcétera, etcétera. ¿Qué ocurre al decir que Marañón era un miembro de la tercera España? Tú haces una falsificación, porque Marañón te ha explicado cuáles son las dos españas. Pero si tú dices que Marañón es la tercera España, lo que está sacando de la segunda, es decir, de la España franquista, es a los monárquicos liberales, a los republicanos moderados de derechas, a los conservadores, pero eso es falso, porque ellos estaban con Franco.

¿Entonces?

Marañón, desde el momento en que se marcha de España, lo que quiere es incorporarse a ese bando. Y todas sus declaraciones son de adhesión a ese bando, porque busca que le perdonen su pasado republicano y le permitan volver a España. Y no solo que le permitan volver a España, sino que le permitan volver en las mismas condiciones que tuvo durante los años de la República, que era la máxima estrella de la cultura española. Y, efectivamente, Marañón se va a convertir en la máxima estrella de la cultura franquista. Marañón no es de ninguna tercera España. Marañón fue primero de la primera y luego de la segunda. Claro, cuando tú dices que Marañón pertenecía a la tercera España, lo que le estás permitiendo es que la izquierda diga que la segunda España eran todos fascistas. Es decir, desde la derecha se ha contribuido a la creación de los estereotipos que favorecen a la izquierda.

«Picasso era un personaje con rasgos de sadismo que hubiese envidiado el Marqués de Sade»

Juan Manuel de Prada

Pero...

Hay un hecho que se ha ocultado en un intento de contribuir a esa imagen de un Marañón de la tercera España, pero es curioso porque esas actividades benefician a Marañón. Marañón da una conferencia que sale en mi novela. Es en un teatro. Aquí estaban todas las autoridades, incluido el jefe del partido nazi. Y un montón de militares. Pero da una conferencia admirable en donde dice una serie de ideas absolutamente disolventes para la ideología del Tercer Reich. Primero, que la raza es la lengua. Toda persona que hable español es española. Es una idea subversiva para los nazis, porque claro, es como decir que un judío que habla alemán es alemán, es ario. Y lo dice delante de los gerifaltes nazis. Además, en esa conferencia también reivindica las aportaciones de los sefarditas a la lengua española. Bueno, pues de esta conferencia de Marañón no se dice ni pío. Sospecho que es porque los estudiosos de Marañón han querido correr un tupido velo sobre su colaboración con la Falange durante estos años. Esto, es curioso, lleva a sepultar algo que beneficia a Marañón. Sorprendente. Paradójico.

«La realidad es que el 90 por ciento de los jóvenes españoles que participaron en la Guerra Civil española no eran de izquierdas o derechas. Eran de Zamora o de Valencia»

Juan Manuel de Prada

En el otro lado está Picasso, que no era un exiliado.

Es una de las figuras que más me ha sorprendido. Cómo se ha podido mitificar a un personaje tan humanamente abyecto, hasta niveles verdaderamente pasmosos. Picasso era un señor sin ningún tipo de adscripción política. Tenía amigos que podían decirse que eran de izquierdas. Él vivió durante toda la ocupación tranquilamente. La razón es que Arno Breker, el escultor de Hitler, le recomienda a Hitler que para que la prensa enemiga no los utilice para la propaganda de descrédito del Tercer Reich, que no se moleste a Cocteau y a Picasso. Esta es la razón por la que Picasso no tiene problemas. Luego, cuando los Aliados llegan a París, lo primero que hace es afiliarse al Partido Comunista. El pájaro sabía perfectamente dónde estaban los que repartían la guita. Aparte de que su comportamiento con las mujeres era deleznable. Las maltrataba. Las humillaba. Era un personaje con rasgos de sadismo que hubiese envidiado el Marqués de Sade.

Pero el exilio no era así, en general. Va más allá de las ideologías.

La realidad es que el 90 por ciento de los jóvenes españoles que participaron en la Guerra Civil española no eran de izquierdas o derechas. Eran de Zamora o de Valencia. Si el movimiento había triunfado en una ciudad, los alistaban en el Ejército franquista y si estaban en Valencia, en el Ejército Republicano. Es tan sencillo como eso. Y luego eran personas que por mucho que tuvieran una ideología, eran seres humanos y tenían debilidades y necesidades.

Sale Céline, un declarado antisemita.

Es muy importante. Porque Céline, en contra de lo que ahora pretende Francia, fue un escritor que representaba el pensamiento mayoritario del pueblo francés en aquel momento, llevado, digamos, hasta sus últimas consecuencias. La realidad es que los franceses de esa época eran profundamente antisemitas. Francia es un país grandioso porque, aparte de tener una tradición cultural soberbia y maravillosa, se lo han montado muy bien. Ha sido seguramente la nación más antisemita e infractora de los llamados Derechos Humanos, pero el mundo considera a Francia como el paladín de la Libertad, de la Igualdad y de la Fraternidad. Me resulta muy interesante desde el punto de vista de lo que son las mentiras históricas. En esta novela se habla de la Francia real de esos años, donde, repito, el antisemitismo era moneda de uso corriente. Por mucho que al acabar la guerra todas las culpas cayeran sobre Petáin.

«Nuestros gobernantes quieren una sociedad dócil y fácil de manipular»

Juan Manuel de Prada

Te ha costado mucho sacrificio esta novela. El esfuerzo no es un valor vigente hoy.

Bueno, es que hoy en día, mucha gente no está ni siquiera dispuesta a leer esta novela. A mí una de las cosas que más me perturba y desasosiega es que cuando viajo en transporte público, nunca veo a nadie leyendo. Te quiero decir que el esfuerzo de escribir una novela como ésta es bestial, pero leerla también requiere esfuerzo y no sé en estos momentos quién es capaz de leer. Tengo muchos amigos que me reconocen que ya no pueden leer porque la tecnología les ha vuelto nerviosos y no pueden mantener la concentración más de cinco minutos. Hay una mutación antropológica provocada por la tecnología que resulta muy inquietante.

¿Y si no se lee?

Eso es la definitiva conversión en esclavos. En realidad, las sociedades contemporáneas hoy son sociedades esclavizadas, sometidas a una serie de ideas de obligatoria adhesión. Están formateadas mentalmente. Es el destino de nuestra sociedad, salvo que haya una rebelión, pero para que haya una rebelión tienes que recuperar tu humanidad, la curiosidad, el juicio crítico. Tienes que darte cuenta de que esos señores que tú piensas que velan por ti son señores que están destruyéndote, que te están mintiendo, que están generando relatos ideológicos que no tienen nada que ver con la realidad. Tienes que recuperar el sentido común, recuperar la razón y la capacidad para entender lo que está pasando.

Y está todo más dirigido al entretenimiento que a la voluntad.

Pero esa es la sociedad que los políticos quieren moldear. Una sociedad más fácil de manipular. Es una sociedad zombie que lo único que quiere son halagos y salir a tomar unas cañas todos los días... y a la que luego se la metes doblada. Nuestros gobernantes quieren una sociedad dócil, inane.