Los libros de la semana: de una biografía de Edgar Allan Poe a los malditos de Juan Manuel de Prada
Otra de las novedades que llegan en estas fechas es el libro sobre locos y utópicos de Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente
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««Edgar Allan Poe», de Eduardo Caamaño. ★★★★
Edgar Allan Poe, una vida de terror, misterio y muerte
Eduardo Caamaño retrata al autor de «El escarabajo de oro» en una biografía ejemplar que desentraña todos sus secretos
Por Toni MONTESINOS
«La biografía definitiva de…» reza cada subtítulo de los libros de Eduardo Caamaño (Río de Janeiro, 1972): los que ha dedicado a la vida y obra de autores señeros de la literatura de los siglos XIX y XX Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y, ahora, Edgar Allan Poe. Y, en verdad, es tal el calibre investigativo y habilidad literaria de este escritor, que bien podrían considerarse todas estas biografías las «definitivas». (Lo que se extendería a otros tres libros suyos, sobre Manfred von Richthofen, o sea, El Barón Rojo, Houdini y la historia de la condecoración Cruz de Hierro.) Caamaño sigue el rastro del autor de «El escarabajo de oro» o «La carta robada», desde su nacimiento, el 19 de enero de 1809 en Boston, hasta su extraña muerte, seis días después de llegar a la ciudad de Baltimore, tras que se le encontrara inconsciente en una taberna, el 7 de octubre de 1849.
El biógrafo ilumina con multitud de detalles esta vida llena de altibajos, de un fuerte adicción al alcohol, de un temperamento sensible que le llevó a interesarse por el arte, el periodismo, por la literatura francesa –como es bien sabido, se distinguió por ser el divulgador de Baudelaire en Estados Unidos–, al tiempo que sufría accesos de melancolía y un comportamiento rebelde que le llevó a cierto aislamiento. En estas páginas, conocemos cómo el fundador del género detectivesco se queda huérfano pronto y se cría en casa de una familia rica de Richmond (Virginia), vive un tiempo en Inglaterra y pasa brevemente por la universidad y el ejército antes de consagrarse a la escritura.
Esta etapa está marcada por «Tamerlane y otros poemas», obra concebida a los dieciocho años, por la obtención de un premio por «Manuscrito encontrado en una botella» y por el amor por su prima Virginia Clemn, de trece años el día de su boda con el poeta. Asimismo, tiene una especial importancia para el biógrafo el hecho de que Poe renovara la novela gótica y abordara un género emergente como la ciencia ficción, además de interesarse por ámbitos como la cosmología, la criptografía y el mesmerismo.
▲ Lo mejor
La biografía está bien ilustrada y aporta jugosas anécdotas de Poe en diferentes etapa
▼ Lo peor
Hubiera estado bien cuestionar la vigencia de los relatos de Poe
«Utópicos, pioneros y lunáticos», de Carlos García Gual y David Hernández de la fuente ★★★★
La lucidez incomprendida de los lunáticos y los utópicos
Carlos García Gual y David Hernández de la Fuente reúnen en este volumen un conjunto de textos literarios de utopías y viajes
Por Jesús FERRER
La más famosa novela de Julio Verne es «De la Tierra a la Luna» (1865); y no es extraño porque inspiró a H.G. Wells, Géorgès Mèlies, Fritz Lang o Lorca. Esta fascinación cuenta con un recorrido tradicional que ha dado textos inolvidables; algunos están magistralmente antologizados por David Hernández de la Fuente y Carlos García Gual en este libro. Un tema que incluye dosis argumentales de enajenada mixtificación, original heterodoxia y extravagante imaginería.
Esta narrativa de mundos ensoñados propicia la huida de la realidad y una libre fantasía, que generará delirantes y visionarias historias. Estas páginas se remontan a la Antigüedad clásica, con el sofista Luciano de Samósata, quien idea una fantasía viajera de original mitografía paródica. Y continúan con Francis Godwin, quien imaginó las peripecias de un atrabiliario español que, en una máquina impulsada por dos monumentales gansos, se dirige a la Luna; el astrónomo Johannes Kepler, autor de una novela en la que un islandés y su madre viajan oníricamente a ese planeta; John Wilkins, quien imagina un carruaje volador con ese mismo destino o Voltaire, con su cuento «Micromegas», nombre de un gigante que viaja a la Tierra.
Este libro recorre siglos de arriesgada imaginación, que hoy situaríamos cerca de la contracultural marginalidad y el alucinado vaticinio. Unos ambientes distópicos, conformados en el seno de extravagantes utopías, recrean situaciones de absurda surrealidad, lances viajeros hacia lo casi humanamente imposible. Un libro de apasionante y ameno interés.
▲ Lo mejor
El extraordinario acierto en la selección de emblemáticos textos sobre esta materia
▼ Lo peor
Nada a reseñar aquí, tratándose de un libro de sugestiva temática fantástica
««Raros como yo», de Juan Manuel de Prada ★★★★
Juan Manuel de Prada: los malditos también son de hoy
El escritor, fiel a una prosa de cuidado estilismo, vuelve a firmar una obra de carácter ensayístico y enorme lucidez
Por Ángeles LÓPEZ
En estas páginas, De Prada vuelve a lograr mantenerse idéntico a sí mismo. Se sumerge en la exploración del concepto de «malditismo» en la sociedad contemporánea, donde la transgresión se ha convertido en un fenómeno de márquetin y la rebeldía es aplaudida y hasta subvencionada. En medio de este panorama, se plantea la interrogante sobre quién encarna hoy en día al verdadero «maldito», cuestionando si este ser aún persiste o si se ha diluido en la mitología que arde en las hogueras invernales. Esta travesía literaria propone una interesante reflexión al sugerir que el malditismo no radica necesariamente en quienes invocan a los demonios, sino en aquellos que eligen la tradición sobre la libertad y la templanza sobre el estruendo. El autor presenta al maldito contemporáneo como un defensor de valores casi olvidados, un Quijote que se erige en un ortodoxo de lo suyo en un mundo que tiende hacia la normotización y la heterodoxia. A medida que desentraña la esencia de los malditos, el autor rescata del olvido a personajes como Silverio Lanza, Léon Bloy, Gonzalo Seijas e Iván de Nogales, quienes encarnan diversos destinos trágicos y peculiares. En su prosa, se destaca el rescate de vidas que apenas fueron despedidas por unos pocos, revelando así la soledad y la incomprensión que a menudo acompañan a aquellos que se apartan de la norma.
Entre estas figuras, emerge Leonardo Castellani como el maldito por excelencia, el hombre que desafió convenciones y dejó una huella imborrable. El autor, en un tono confesional, reconoce la influencia de este autor en su propia trayectoria, revelando cómo su rebeldía moldeó su identidad como escritor y católico disidente. Sin embargo, es en la descripción de Santiago Alba Rico, uno de los pocos malditos contemporáneos presentados en «Raros como yo», donde De Prada condensa el malditismo en una frase elocuente: aquel que no cede en su vocación de marginalidad y mantiene su irritación contra aquellos con quienes comparte afinidades. Esta obra se erige como una exploración del maldito tejiendo una red de biografías rotas y destinos inusuales. Un viaje cautivador.
▲ Lo mejor
Una mirada certera y lúcida sobre escritores que comparten su condición de malditos
▼ Lo peor
Faltan nombres, pero siempre ocurre cuando un libro pretende abarcar tanto
«Los de Bilbao nacen donde quieren», de María Larrea ★★★★
Un melodrama con policías gays y casas embrujadas
El escritor, en su ambición por sorprender en cada capítulo al lector, desbarra en un policiaco que se inclina hacia lo neogótico
Por LLuís FERNÁNDEZ
Las novelas de Javier Muñoz se caracterizan por mezclar varias líneas temporales. Gusta situar la acción en los USA para rendir homenaje a Stephen King, David Lynch y Joël Dicker. El género policíaco es esencial en la trama, entendido en el sentido posmoderno: como pretexto. Cada vez es más usual, al convertirse en el género hegemónico, barajarlo elementos desusados de la novela gótica y el folletín. La novela de detectives es ya el género de subgéneros. Y aquí, la trama navega entre el delirio, la verbosidad y la desmesura. El delirio de Lynch, por las situaciones desconcertantes.
La verbosidad de las peores novelas del genio de Maine, en donde, sitúa la acción Javier Muñoz. Y, de remate, una trama tan desquiciada como las de Joël Dicker. El lector se encuentra ante un escritor de una exuberancia narrativa desmesurada. Cada capítulo encierra tantas narraciones folletinescas como si las hubiera regurgitado de fragmentos condensados de novelas y películas. Como los diálogos, con esa retórica que recuerdan los diálogos de los pretenciosos melodramas de Almodóvar. «La maldición» es un romance ingenuo plagado de huerfanitas y pederastas; una médium clarividente y casas embrujadas; psicópatas taxidermistas y policías gays, y todo envuelto en psicodramas y una trama que se despista en cada capítulo por el ansia de sorprender con golpes de efecto. Añádase una intriga sin suspense, personajes sin identidad y una historia que se pierde en su frondosidad..
▲ Lo mejor
La capacidad del autor para mezclar géneros y autores en un puzzle posmoderno
▼ Lo peor
Que la trama policíaca sea un pretexto para volver al folletín neogótico