Juancho Marqués: “La muerte no me da miedo, quizá me asustaría más vivir eternamente”
El artista estrena nuevo trabajo, Álbum Uno, con el que pretende ser “el marketing del antimarketing”
El artista estrena nuevo trabajo, Álbum Uno, con el que pretende ser “el marketing del antimarketing”
De entre todos los cientos de miles de millones de aspectos que versan sobre la vida y su origen hay uno que es inamovible: la muerte. Se ha escrito sobre, se ha cantado a y se ha representado la muerte desde que el tiempo es tiempo para intentar darle una explicación o apaciguar su inevitable actuación: los griegos dibujaron a Tánatos, el Dios de la muerte, para explicarla; los mexicanos cuentan con un Día de los Muertos para honrar a los fallecidos más cercanos; y Nietzsche condenó a este estado incluso al mismísimo Dios en sus ensayos filosóficos. Si hay vida, necesariamente hay muerte; si hay principio, naturalmente, también hay un final.
La muerte ha acompañado a Juancho Marqués, músico más conocido por su pertenencia a Suite Soprano pero que ahora emprende su camino en solitario, siempre muy de cerca. Tuvo que decir adiós a su hermana cuando era muy pequeño, además de a más personas a lo largo de sus años, y por eso la pérdida aparece tanto reflejada en sus letras. Ahora se lanza al vacío musicalmente cambiando el registro y el estilo que le erigió como un gran letrista; estas, las letras, siguen ahí, igual de emocionales e impactantes, pero la música ha cambiado hacia un plano más instrumental. En su nuevo trabajo, Álbum Uno, ha contado con músicos profesionales para grabar sonidos diferentes al contenido tan digital que solía acompañarle: “Para mí también ha sido un aprendizaje, una suma. Dentro de la música voy en busca de nuevos sonidos, nuevas fórmulas, nuevos espacios... Todo lo que sea nuevo y mejore, me gusta probarlo”, comenta él mismo sobre el cambio de rumbo que ha tomado su trayectoria.
El disco es negro, apenas se ven las letras y luce un roto dorado en un lateral; la imagen promocional del trabajo es él mismo, Juancho Marqués, con la parte derecha de la cara rota y varios hilos dorados cruzando el vacío. Una idea sencilla, fácil, pero pragmática: el oro es una controversia entre lo que vende y lo que no, pero que sí reluce como tal; hay una intencionalidad ahí: “queríamos evitar la McDonalización, ser el marketing del antimarketing: últimamente llama más la atención lo de fuera que el contenido de dentro” -comenta él- “Este es un disco hecho con mucha alma y mucho corazón, y creo que eso va a llegar a la gente”. Y con ello, con un contenido interno novedoso, ha aprendido muchas cosas, sobre todo, ha aprendido a aprender: “Esto ha sido un poco un golpe de humildad, a veces los raperos nos creemos que sabemos todo y cuando nos ofrecen otro enfoque u otra perspectiva nos damos cuenta de que estamos alejados”.
Dentro de esa imagen de cercanía que quiere transmitir está el concepto del amor. Muchas de las letras de Juancho Marqués hablan de amor, un sentimiento muy importante en su vida: “Necesito mucho amor de los demás: vivo en una soledad rodeada, donde requiero a la gente que me importa de verdad”. Sin amor las canciones, las instrumentales y su producto no saldría como tal. No sabe dar una definición de un concepto tan abstracto (¿alguien podría, realmente, acercarse?), pero tampoco lo encasilla en caras o rostros con nombres y apellidos: “Quizá sea tan importante (el amor) porque no se puede explicar, porque es algo muy sensitivo. De repente sientes amor a personas, a situaciones concretas, incluso jugando un partido de fútbol con tus colegas [...] Hay momentos que te demuestran que merece la pena vivir y no son racionales, sino sensitivos”.
En esos momentos a uno le invade un sentimiento muy específico: la felicidad. Pero esta, para el artista, es efímera: lo considera como un “estar” y no como un “ser”, como un estado mutable que puede cambiar en cualquier momento. “Ahora mismo estoy feliz. Creo que es una condición de estar, no de ser: mañana te pasa algo o se te muere alguien importante y ya no eres feliz. Creo que decir ‘estoy feliz’ significa más bien ‘llevo contento cierto tiempo’, pero la tristeza puede aparecer de la noche a la mañana”. Una vez más, la presencia de la muerte en la boca del artista, algo que él quiere combatir, aunque sabe que, como tal, no se puede luchar contra ella: “Mi sueño en la vida es trascender. Hablo mucho de ello porque siempre he tenido muy presente lo efímero del tiempo, y siempre he querido dejar algo que perdure”.
Sobre los miedos, esa parte de uno mismo que vive más o menos escondida y que disfraza un mayor o menor grado de felicidad, el cantante cita uno existencial: “Me da miedo pasar por esta vida y no dejar algo de valor para que se me recuerde” -y continúa- “La muerte no me da miedo, quizá me daría más miedo vivir eternamente”. En la película “La pandilla”, de 1993, Benny Rodriguez recibe un consejo de una famosa jugadora de béisbol, Babe Ruth, que dice: “Los héroes son recordados, pero las leyendas nunca mueren, sigue a tu corazón y no te equivocarás”. Que Juancho Marqués se consagre como una leyenda en la música es cuestión suya y, un poco, de la fortuna también; que nunca muera es una realidad porque lo que hace lo hace de corazón y su figura es inmarcesible.