Julian Barnes: «El Brexit es una aberración»
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Julian Barnes es un señor muy bien educado, de pelo cano y sonrisa correosa, que con un monóculo, un bombín y un maletín sería tan exageradamente británico que parecería el chiste del inglés que se perdió en la jungla y confundió el amanecer con la tostada que salta de la tostadora. Irónico, pero comedido, amable, pero distante, divertido, pero nunca demasiado, es inglés, delgado, aguileño, y después más inglés, tanto que saldría en todos los cromos. Y aún así, insiste en declararse primero de todo europeo. «Ayer, cuando pasaba por el aeropuerto y enseñaba mi pasaporte, me entristeció pensar que esto ya no lo podré hacer el año que viene. El Brexit es una aberración, no es normal. Me alegro de estar en Barcelona porque así puedo alejarme de la locura que es estar en Londres en estos momentos», sentenció ayer. «Lo que no soy es británico, que tiene que ver con el imperio y es algo que a mí no me gusta», insistió, dejando claro su alejamiento de cualquier nacionalismo.
Aunque lamenta lo que está sucediendo, culpando a David Cameron «de habernos metido a todos en este líos solo por pretender hacer políticas desde un punto emocional», sí que encuentra lógico este desencuentro. «Desde que se marchó Edward Heath, el último Primer Ministro que participó en la II Guerra Mundial y que creía en la idea de una Europa fuerte, nadie ha defendido el proyecto europeo desde una perspectiva ideológica y moral. Solo hablaban de la Unión Europea desde un punto de vista económico y práctico. Convenciendo ahora a los votantes de que ya no era ni un proyecto económico ni práctico, el trabajo estaba hecho», aseguró, con un pin en la solapa con la bandera de la Unión europea que le había regalado un amigo, «una declaración de intenciones».
Memoria = imaginación
Pero antes que europeo o inglés, este señor es un escritor de esos que los lectores acaban sus novelas y no pueden evitarlo, empiezan a aplaudir. Desde «Hablando del asunto» a «Inglaterra, Inglaterra» o «El loro de Flaubert» su capacidad para presentar situaciones reconocibles a través de un elegante distanciamiento emocional; su fino talento a la hora de construir unos diálogos de ingenio sagaz; y sus grandes abracadabras formales que consiguen el milagro de enseñar un puzzle sin que nadie se dé cuenta de las junturas entre las diferentes piezas; le han situado en lo más alto de lo que Jorge Herralde bautizó como el «dream team» de las letras inglesas. Y eso es decir mucho porque en el grupo estaban Martin Amis, Ian McEwan, Kazuo Ishiguro, Hanif Kureishi, etc. «Cuando eres joven, te interesa pertenecer a un grupo, legitima lo que haces y es positivo. Pero con los años cada uno se distancia de los demás y se defienden más las diferencias que los puntos en común. Debe tener algo que ver con hacerse viejo», dijo Barnes.
El escritor participó ayer en el festival literario Kosmópolis donde presentó su nueva novela, «La única historia» (Anagrama), un relato de amor intergeneracional que arranca con una pregunta aclaratoria: «¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos?». «Yo lo tengo claro, prefiero amar más, pero creo que es una pregunta trampa porque tampoco se puede elegir, no se puede ser práctico en el amor», señaló emplazando a «mi biografía póstuma» para saber si esta historia tenía algún punto autobiográfico.
La novela, dividida en tres partes, nos presenta a Paul, un joven de 19 años y a Susan, una mujer casada y con hijos de 48 años. Los dos se enamoran, desde la misma ingenuidad emocional, en una clara relación de igualdad. Sin embargo, Paul rememorará desde el presente cómo se vio incapaz, con los años, de soportar el declive en el que estaba cayendo esta mujer. A partir de aquí entrará en juego cómo la vida siempre nos lleva por delante. «La memoria tiene más que ver con la imaginación que con la observación. Puede que defina nuestra identidad, pero tambien es muy maleable», comenta.