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Julio Llamazares: «Me siento antiguo, me muevo por ideales que no están de moda»

Concluye su recorrido por España a través de estos monumentos en «Las rosas del sur» (Alfaguara), un viaje a través del arte y la historia

Julio Llamazares / Foto: Gonzalo Pérez
Julio Llamazares / Foto: Gonzalo Pérezlarazon

Concluye su recorrido por España a través de estos monumentos en «Las rosas del sur» (Alfaguara), un viaje a través del arte y la historia.

Julio Llamazares concluye su «proyecto catedralicio», ese peregrinaje laico que le ha llevado del norte al sur de España, de Barcelona a las Canarias. Un camino que comenzó ya hace más de diez años y que le ha llevado por caminos y senderos que no son solo físicos, de tierra y alquitrán, sino también emocionales, como la historia, el arte o la literatura.

–¿Se reza igual en el norte de España que en el sur?

–Seguramente, no. A lo largo de un viaje aprendes muchas cosas sobre arte, la condición humana, la vida, de ti mismo... Las catedrales no dejan de ser un espejo que refleja la vida de las ciudades y las gentes que las construyeron y la manera de ser que tienen.

–¿Qué ha aprendido de estos viajes?

–Más bien he confirmado muchas sospechas. Sobre todo dos: que el viaje es una metáfora de la vida y para entender la vida; y que para entenderla hay que viajar sin perseguir una meta concreta, en el sentido romántico. Como dije en mi primer libro de viajes, el viajero es alguien que no deja de andar y no llega a ninguna parte.

–¿Cómo condiciona una catedral la espiritualidad?

–No soy religioso, pero es cierto que las catedrales, sobre todo las que no están masificadas, que son como un bellísimo sueño de piedra, como una campana de cristal en el centro del ruido de las ciudades, puedes apreciar un atisbo de felicidad. Cuando te quedas solo, viendo esa belleza, escuchando a veces música religiosa, sientes una paz que es como una sombra de la felicidad. Eso tiene que ver con la espiritualidad, aunque no sea religiosa, sino más abstracta. Es cierto que en mi peregrinaje por estas 75 catedrales no he encontrado a Dios, pero sí, en cambio, armonía y paz en esos momentos en que estás solo, alejado del ruido político y social.

–¿Qué revelan hoy las catedrales del ser español?

–Ellas son las cajas negras de las ciudades y la suma de todas ellas suponen un retrato del país. Ahí está la evolución artística, cultural y filosófica de nuestra historia. A través de estos monumentos conoces la historia de las ciudades. Hoy no vemos las catedrales como hace 100 años. No hay tantas personas religiosas como antes y soplan vientos de mercantilización: algunas son museos y negocios. Los habitantes, además, no están en el centro de las ciudades, que solo frecuenta el turismo, y esto las afecta, porque ellas estaban en el corazón de las urbes, pero ese corazón se ha desplazado. En este sentido, los catedrales muestran la evolución de la sociedad a la que pertenecen.

–¿Le preocupa su deterioro?

–Creo que los debates inmediatos eclipsan a los verdaderos, y aquí hay uno sobre patrimonio importante, sobre todo, en este país que mira a estos edificios pensando en lo que cuesta mantenerlos, cuando debería existir una mirada positiva sobre ellos. Unos dicen que cuestan mucho estos barcos petrificados, aunque también creo que conservarlos como se hace ahora es un error, porque como museos los aíslas de las ciudades, de sus vecinos, que son los que deberían formar parte de su vida, no solo religiosa, también social. Las personas de su entorno se sienten fuera de la catedral porque tienen que pagar para acceder. Este precio de entrada las pone al servicio del turismo y no de la gente.

–¿La falta de ideas morales ha dado alas al materialismo?

–La sociedad evoluciona y el mercantilismo y el materialismo se reflejan en esto templos. La gente llega a Toledo, Sevilla, Barcelona y, junto al consumo gastronómico está el cultural. Las personas ven las catedrales como ve esto o aquello. Está dentro de la conversión de las ciudades históricas en parques temáticos.

–¿Qué es un viajero?

–El que viaja por viajar, el que parte por partir, sin ningún destino. Ahora existe una industria del viaje. Nunca se ha viajado tanto como ahora y nunca se ha viajado menos que ahora. Viajar es azar. Hoy se programa y te anticipas al viaje al verlo por internet. La idea del viaje se ha perdido. Es un desplazamiento en el espacio, pero no participan el azar ni la emoción.

–Habla de mirar y escuchar.

–Me siento antiguo. Me muevo mas por ideales y por ideas que no están de moda: prefiero la lentitud a la rapidez, parar a correr. El otro día escribí un artículo que se titulaba: «pare, escuche, mire». Es el lema que mejor representa un viaje, y la vida. Y es algo que hacemos poco.