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La corrección mató a Peter Griffin

La polémica decisión de los creadores de «Padre de familia» al retirar los chistes homófobos de la serie reabre el debate sobre si en las ficciones de animación para adultos se está imponiendo la autocensura a cambio de cercenar la creatividad.

Imagen de un episodio de «Padre de familia», en el que el protagonista, Peter Griffin, (a la dcha.), duerme con un amigo
Imagen de un episodio de «Padre de familia», en el que el protagonista, Peter Griffin, (a la dcha.), duerme con un amigolarazon

La polémica decisión de los creadores de «Padre de familia» al retirar los chistes homófobos de la serie reabre el debate sobre si en las ficciones de animación para adultos se está imponiendo la autocensura a cambio de cercenar la creatividad.

En una decisión profiláctica sin precedentes los responsables de «Padre de familia» se han puesto la venda antes de la herida y anunciaron esta semana que no habrá más chistes homófobos en la serie de animación. Hasta la forma de comunicárselo a la audiencia fue insólita, ya que ocurrió durante un episodio en el que el protagonista, Peter Griffin, se enfrenta con Donald Trump a cuenta de sus gracietas y le dice que «estamos intentando eliminar el contenido gay. Uno de sus productores ejecutivos argumentó: «Algunas de las cosas con las que nos sentíamos cómodos bromeando en 2005 o 2006 ahora entendemos que son inaceptables». Sorprende que una de las series de animación más corrosivas de la historia de la televisión abrace la autocensura. Más aún cuando si por algo se han distinguido –y es la esencia de la ficción que se estrenó en 1998– es por incomodar al espectador y al orden establecido, quizá poniéndole frente a su propio espejo y sus prejuicios. Hasta ahora sus «gags» no discriminaban, ya que han disparado dardos verbales en todas direcciones: lo mismo Peter y sus amigos cantaban y bailaban alrededor de un enfermo de Sida en fase terminal, para indignación de las asociaciones, que en 1999 un crítico de «Entertainment Weekly» les acusó de ser anticatólicos por el episodio «Holy Crap», y el periódico israelí «Haaretz» les tachaba de antisemitas. No han faltado las quejas del colectivo transgénero, y sus chanzas sobre la violencia machista o sobre una violación han irritado a las feministas. Incluso Fox, la cadena que emite la ficción, en la octava temporada de «Padre de familia», censuró un capítulo sobre el aborto. Después de esta trayectoria en la que han cruzado todas las líneas rojas... ¿por qué claudican ahora?

«Vivimos en una época de un puritanismo exacerbado y me parece una auténtica aberración que los productores de ‘’Padre de familia’’ prescindan de los chistes sobre gais porque han asumido que hay que autocensurarse, lo que me parece un retroceso intelectual, estético y artístico», afirma el crítico de cine Jesús Palacios, que añade que «el problema del humor en el siglo XXI –ya sea en la animación, en los monólogos o en las comedias de situación– es la desnaturalización. El humor tiene que ser iconoclasta y desacralizar cualquier tema. Si se eliminan la crítica y la ironía no tiene ningún sentido». Graciela Padilla, la coordinadora del Grado en Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha analizado «Padre de familia» con sus alumnos y no se sorprende ante esta iniciativa. «Desde sus inicios gradualmente han blanqueado sus chistes, ya que el clima social de cada momento ha marcado las tendencias. El mensaje implícito que tiene la erradicación de los chistes homófobos es desmarcarse del discurso de Trump y alinearse con el movimiento #MeToo».

En mayo de 2018, cuando la serie «Los Simpson» sacrificó al personaje de Apu porque fomenta el racismo y los estereotipos contra la comunidad hindú, su creador Matt Groening ya advirtió a los intelectuales y artistas sobre lo que se les venía encima y que se acentuaría aún más en Estados Unidos. «Creo que estamos en un momento de nuestra cultura en el que a la gente le encanta fingir que está ofendida», afirmó al periódico «USA Today». En un episodio de la ficción, como ha sucedido en «Padre de familia», los responsables de la producción ponen en voz de un personaje, en esta ocasión Marge, la siguiente reflexión: «Algo que tiene décadas de historia, algo que fue aplaudido y creíamos inofensivo, ahora es políticamente incorrecto. ¿Qué podemos hacer al respecto?». Difícil responder a esa pregunta porque, como afirma Palacios, «ahora hay una censura nueva y nadie quiere responsabilizarse. Ni siquiera los productores y las cadenas de televisión. Y la gran paradoja es que no se sabe cuáles son los límites. Los colectivos que han estado más expuestos a la discriminación son los que se autoparodian más y parece que no quieren darse cuenta».

Hipersensibilidad

Desde el inicio de sus emisiones, en 1989, «Los Simpson» también han estado en el disparadero ante la hipersensibilidad de muchos televidentes. Poco tiempo después de su estreno hubo una corriente que consideraba que Bart era un mal ejemplo para los niños, por lo que una gran cadena de juguetes retiró todos los productos relacionados con el personaje. En 1992, hasta el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush padre, tuvo una tarascada con los personajes de la serie al decir «en este país hacen más falta familias como los Waltons –una edulcorada ficción sobre una familia pluscuamperfecta– y no como los Simpson». El encontronazo se saldó con una pelea a puñetazos entre Hommer y Bush. También provocaron algún que otro conflicto internacional cuando se fueron de viaje a Australia y Brasil. Las autoridades austalianas blasfemaron hasta en arameo por la imagen de palurdos que daba de ellos. En 2002, la Secretaría de Turismo de Río de Janeiro manifestó su malestar por el episodio en el que visitan la ciudad y la muestran sucia y violenta. Tampoco sentó nada bien un comentario de Lisa, en el que decía que las favelas estaban pintadas para que los turistas no se ofendieran. Mientras, aparecían cientos de ratas multicolores.

Groening también se llevó algún disgusto, aunque no pasó a mayores, con «Futurama». Uno de los episodios que levantó más ampollas fue «Tale of Two Santas» en el que quieren ejecutar a Bender. Sus amigos tratan de salvarlo y uno se presenta vestido de Papá Noel y el personaje de Zoiberg como Jesús. Tampoco faltaron los que sintieron ofendidos por la imagen que daban de Nixon, del que se burlaban.

Con este horizonte, en el que según Palacios, «los creadores están viviendo presiones directas e indirectas y empiezan a ponerse limitaciones, por lo que la cobardía fomenta la mediocridad», ¿qué pasa con «South Park»? Desde 1997, Matt Stone y Trey Parker decidieron que había barra libre para que los personajes –Stan, Kyle, Cartman y Kenny– se desmelenarán contra todo y todos. Stone y Parker fueron amenazados de muerte por un grupo radical islamista al mostrar a Mahoma disfrazado de oso. No fueron los únicos a los que les hirvió la sangre, aunque no llegaron a ponerles en el disparadero. Los mormones estallaron cuando se burlaron de sus orígenes. En uno de los capítulos más salvajes Stan y Kyle van a casa de Mel Gibson para perdirles que les devuelva el dinero de las entradas que compraron para ver «La pasión de Cristo». Cartman, después de visionar el filme, decide vestirse de nazi y continuar con los planes de exterminio de Hitler a los judíos. No funcionó, pero sí que activó la ira de la comunidad. Para reírse a sus anchas de la Cienciología, en un capítulo dijeron abiertamente que dos de sus principales defensores, Tom Cruise y John Travolta, eran homosexuales. La emisión del episodio fue retirada. En «El programa chino» destrozaron la cuarta entrega de la saga de Indiana Jones con una secuencia en la que George Lucas y Steven Spielberg violaban a Jones. La violencia de género también ha estado presente. En «El show de Butters» se aborda la homofobia y la violencia doméstica, ya que cuando Butters ve a su padre entrar en una sauna gay se lo cuenta a su madre y ésta decide matarlo e inventar una coartada para encubrirse. ¿Alguien da más? Ahora ha sido «Padre de familia» la que se retira de escena ante la homofobia, aunque Padilla se cuestiona «¿por qué no eliminan también los chistes racistas? Es una contradicción».