«La Sonámbula» sin fuegos de artificio
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Ovaciones de gala para Juan Diego Flórez tras su aria del segundo acto y muy especialmente en los saludos finales. También para Patricia Ciofi y el resto de un cast homogéneo y solvente.
"La sonámbula"de Bellini. P.Ciofi, J.D.Flórez, N.Uliveri, E.Burato, A.Sanmartí, G.Coma-Alabert, J.Casanova. Orquesta y Coro del Teatro del Liceo. M.A.Marelli, dirección de escena. J.Burbach, reposición. D.Orán, dirección musical. Teatro del Liceo. Barcelona, 27 de enero.
Ovaciones de gala para Juan Diego Flórez tras su aria del segundo acto y muy especialmente en los saludos finales. También para Patricia Ciofi y el resto de un cast homogéneo y solvente. Sin embargo uno no puede evitar recordar, porque hay unos pocos recuerdos imborrables, las que cosechó Renata Scotto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en junio de 1970 junto a Umberto Grilli y María Orán. Era la obra con la que la soprano italiana saltó a la fama de la noche al día al sustituir en Inglaterra a María Callas tras la espantada de ésta en la gira que realizaba la Scala en 1957. Luego han llegado muchas más "Sonámbulas", pero la primera no se olvida y la traigo a colación porque entre Scotto y Ciofi hay puntos de conexión. También por el curioso homenaje que en la cabaleta final se realiza en escena a María Callas, emulando la célebre producción de Visconti. Arturo Reverter, amigo y cáustico compañero en la crítica, analiza algún que otro gran cantante de antaño en su reciente libro "50 arias de Verdi"con las frases "A pesar de... y a pesar de... fue el mejor intérprete de...". Pues en homenaje a él escribo yo de Ciofi que, a pesar de tener bastante velada la octava grave y a pesar de algunos sobreagudos estrangulados, da gusto escucharla como Amina por su categoría artística, por su buen decir en los recitativos y por su musicalísimo fraseo en esas largas y preciosas melodías bellinianas. Con ella no hay fuegos de artificio. ¿Qué decir de Juan Diego Flórez? Poco hay que añadir a un artista con la ventaja y el inconveniente de una voz que no cambia con los años. Él logra que parezca fácil un papel endiablado por lo elevado de su tesitura media, que coloca en apuros al más pintado. Esto, junto al impoluto y elegantísimo fraseo, importa mucho más que sus brillantes agudos y sobreagudos. Que para resultar perfecto le haría falta mayor caudal vocal al final del primer acto, también es verdad. Muy bien musical y escénicamente Eleonaro Burato como Lisa y correcto el Rodolfo de Nicola Ulivieri, el resto del reparto y el coro. Buena parte del éxito de la representación recae en Daniel Orén, que realiza una dirección musical entregada, muy matizada, muy atenta a los cantantes en sus respectivas posibilidades y que obtiene unas prestaciones de la orquesta superiores a lo habitual.
La puesta en escena, correspondiente a una coproducción entre la Staatsoper vienesa y el Covent Garden londinense, presenta la acción en un único escenario, la gran sala de un balneario en las montañas, pero salva los posibles choques con el libreto al eliminar la estancia del conde. En la reposición de Julia Burbach se echa de menos un mayor contenido teatral, evitando cosas ya tan antiguas como el canto hacia la platea en vez de hacia quien corresponde en escena. Se cayó del cartel la anunciada Diana Damrau y Patricia Ciofi pasó al primer reparto. El segundo también es de lujo, con una Annick Massis sobrada en las coloraturas, un Celso Albelo con sólido peso vocal de lírico para Elvino, el veterano pero siempre efectivo Michele Pertusi y la juventud aguerrida de Sabina Puertolas. Merece la pena escuchar ambos y comparar.