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La sonrisa real del suicida Cobain

Una de las fotografías cedidas por la familia al Museum Of Style Icons de Newbridge (Irlanda) / Reuters
Una de las fotografías cedidas por la familia al Museum Of Style Icons de Newbridge (Irlanda) / Reuterslarazon

Cuando uno se vuela la cabeza con una escopeta, toda tu vida pasará a ser interpretada a la luz de ese hecho. Todos y cada uno de los acontecimientos de la biografía de un suicida parece que conducen irremediablemente a ese final dramático, como si fuera un estigma de nacimiento. Una explicación es que en las sociedades judeocristianas tenemos un verdadero problema conceptual con el acto de quitarse de enmedio.

Es un tabú que no tienen en Asia, por ejemplo. No hay estadísticas y en las noticias abundan los eufemismos. Busquen informaciones que empiezan por «hallado muerto». No hace falta esperar a la autopsia para saber que el círculo de tiza rodea a un suicida. Entre los músicos hay sonados kamikazes. Algunos involuntarios a los que se les fue la mano con algún producto, otros en duda pero sospechosos, y un tercer grupo estrepitoso, como fueron Ian Curtis o Kurt Cobain, que es quien empuñaba el rifle en la primera línea. Los dos citados son el icono perfecto del músico perturbado.

Ambos estaban aquejados de extrañas enfermedades psicosomáticas y salen tristes en todas las fotos. Bueno, no exactamente. Salen taciturnos en las imágenes que más se han utilizado para contar su historia porque apoyan la tesis del hombre dañado, mal programado, nacido para quitarse la vida. Como si se tratase de alguna posesión demoníaca. Pero no lo eran. Cobain fue feliz, y no solo como lo es el yonqui después de inyectarse su pico. Su vida distaba mucho de ser perfecta pero no era un infierno de guardia. Esto lo han contado sus compañeros en Nirvana muchas veces aunque se sale del discurso de nuestra moral.

Aquí tienen una imagen de Cobain solo poco tiempo antes de ser una estrella (1986), sonriente, como aparece en otras que forman parte de la exposición de sus objetos personales que se acaba de inaugurar en el Museum of Style Icons de Newbridge, Irlanda. En las fotografías distribuidas aparece sonriente, tocando el piano, leyendo en momentos domésticos convencionales. Antes de que su vida fuera reducida a un disparo a quemarropa.