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Las últimas palabras de Elvis Presley: «Me voy al baño a leer»

Salen a la luz las memorias de Ginger Alden, la prometida de Elvis, que revela el carácter agresivo del «rey del rock» y su oscura pasión por las armas

Las últimas palabras de Elvis Presley: «Me voy al baño a leer»
Las últimas palabras de Elvis Presley: «Me voy al baño a leer»larazon

Ginger Alden, la que fuera la última pareja de Elvis Presley, ha decidido contar los últimos años del cantante en su libro «Elvis & Ginger: Elvis Presley's Fiancée and Last Love Finally Tells Her Story», título largo donde los haya. En la obra, que saldrá publicada el 2 de septiembre, revela detalles íntimos sobre su relación con el «rey del rock and roll» antes de su fallecimiento, sus ataques agresivos y su relación de pareja. Alden tenía veinte años cuando conoció a Elvis. La joven había ganado varios certámenes de belleza en su Memphis natal. Su hermana Terry, por aquel entonces Miss Tennessee, había recibido una llamada de Graceland para invitarla a la mansión de Elvis y ésta pidió si podía llevar a sus dos hermanas. Las tres tuvieron la ocasión de hacer un tour por la propiedad del cantante. Esperaron horas antes de que apareciera a saludarlas. Cuando Elvis lo hizo, quedó prendado de inmediato de Ginger e incluso le leyó extractos del libro «The Prophet» de Khalil Gibran, sobre espiritualismo, algo que, junto con la numerología, le fascinaba. Alden describe el momento de ver a Elvis como algo sacado de una película. «Tuve la sensación de que unas trompetas empezarían a sonar a su entrada. Estaba guapísimo», afirma.

- «Se ponía la ropa encima del pijama»

La miss era veinte años más joven que el cantante cuando el flechazo surgió y se vio rodeada de una vida de hoteles de lujo, vestidos de noche, joyas y coches. Presley quería que le acompañara en su gira y para ello prometió a la madre de la joven pagar los gastos de jardinería de su casa y hacerse cargo de la hipoteca para que dejara a su hija irse con él (un hecho por el que la madre iría a juicio para que se cumpliera la promesa tras la repentina muerte del cantante, ya que no figuraba en el testamento). La madre de Alden siempre fue una gran fan de Elvis y animó a su hija desde el principio a mantener una relación con él. El momento esperado llegó el 26 de enero del 1977, llevaban sólo unos meses juntos pero la historia había sido tan intensa que la joven tenía la sensación de que el «rey del rock» quería que supiera todo sobre él en un periodo muy corto de tiempo. «Me había enamorado. Su primo Billy me decía que le había comentado tras volver de montar en moto que sabía que había encontrado a su media naranja», comenta Ginger. Y el anillo llegó en forma de pedrusco de 11,5 kilates y acompañado de la proposición de matrimonio. «Estaba feliz, me dio una caja de terciopelo verde, la abrió y colocó el anillo en mi dedo. La mano me temblaba. Nos besamos y salimos del baño hacia la habitación. No me lo podía creer».

Alden describe su primer encuentro sexual como una mezcla de excitación y ansiedad, teniendo incluso dificultad para respirar con normalidad. Quizá fuera consecuencia de que se produjera tras una fuerte rabieta que se pilló el cantante debido a que Alden no quería romper por teléfono con un hombre con el que se había estado viendo antes de conocerle. Tras la tormenta, el encuentro sexual se produjo, aunque ninguno de los dos se quitó toda la ropa interior. Según sostiene la ex miss, al cantante no le parecía apropiado acostarse antes del matrimonio completamente desnudos.

En sus memorias admite que Elvis le pegó en una ocasión con la consiguiente disculpa, disparó varias veces al televisor y le lanzó un bol con helado cuando ella hizo referencia a su peso, algo que al parecer le molestaba bastante. «Siempre se disculpaba por su talante en ocasiones agresivo cuando las cosas no iban de la forma que él quería que fueran», afirma. A pesar de estos momentos, la ex miss lo cubre todo con un tupido velo para hacer hincapié en el gran cariño que se tenían. Los planes de boda se mantuvieron en secreto, ya que Elvis no quería decirle nada a su hija (fruto de su matrimonio con Priscilla Presley) hasta que todo estuviera formalizado.

Pronto se dio cuenta de que el artista se recluía en su habitación de Graceland, apenas salía y la comida era enviada a su cuarto, por lo que no se sentaban juntos a compartir la cena. «Nunca le vi comer sentado en la mesa», explica. «Si tenía que salir de casa se ponía un mono encima del pijama y un cinturón para portar el arma que siempre llevaba con él». «Una noche me quedé dormida mientras estábamos leyendo juntos y lo siguiente que oí fue un estruendo aterrador. Había disparado contra el cabecero de la cama porque me pidió un yogur y no le oí. Necesitaba atención continua». Alden explica que en otra ocasión disparó al váter porque no funcionaba bien y, otra vez, al teléfono porque le molestó que sonara. Aunque la situación más bochornosa ocurrió un día cuando su hija estaba en el jardín jugando con un amigo con una pistola de agua y el cantante salió armado pensando que la niña estaba en peligro.

Necesitaba calmantes para dormir y se los administraba una enfermera que dormía en una «roulotte» detrás de la casa. Sus cambios de humor eran continuos y pasaba de un comportamiento agresivo a llenarla de regalos para compensar su conducta errática. La noche antes de su muerte, él le explicó cómo quería que fuera su vestido de boda. Lo iba a encargar a alguien en Los Ángeles, iba a ser algo espectacular, digno del enlace del siglo. Antes de irse a dormir, el cantante le dijo que se iba al baño a leer. Ella dejó la lámpara encendida para que siguiera leyendo al volver, pero nunca lo haría.

Grace se despertó al día siguiente a las 14:20 horas y se dio cuenta de que Elvis no estaba con ella. Había dormido tanto porque tomó un opiáceo que el cantante le había pedido a la enfermera la noche anterior para ella porque no quería despertarla. Cuando llegó al baño se encontró al cantante arrodillado en el suelo con las manos debajo de la cara. Su cuerpo estaba frío. Alden le abofeteó para ver si reaccionaba, le abrió un ojo y lo encontró nublado e inyectado en sangre. «No quería pensar que estaba muerto. Grité para pedir ayuda». Joe Esposito, un amigo de Elvis, subió corriendo e intentó reanimarlo, pero el rigor mortis ya había hecho acto de presencia. Tenía la cara hinchada, la lengua mordida a la mitad sobresaliendo entre los dientes. La causa de la muerte fue una mezcla de medicamentos que le provocó una arritmia cardiaca. Su fallecimiento se hizo oficial el 16 de agosto de 1977. En el funeral Alden dejó protagonismo a Priscilla Presley, la ex mujer del cantante. Lo único que se llevó fueron las joyas y los recuerdos que ahora comparte con el mundo.

Mil caras de un mito

Elvis es un artista inmortal, mitificado no sólo por su abrumador éxito en los años 50 y 60, sino también por su muerte a los 42 años. Las memorias de Ginger Alden, la mujer con la que estuvo a punto de casarse, revelan esas otras caras del mito, como si el cuadro «Double Elvis», de Warhol, se hubiese repetido en una secuencia infinita: parece un hombre seguro y, sin embargo, el «rey del rock», el artista mayúsculo, se sentía demasiadas veces pequeño y asustado, con su arma siempre dispuesta a arrojar un disparo certero.