Libertad para contar
Al final venció la enfermedad pero no sin antes él haberle hecho frente como en un duelo de titanes. Sólo desde la fortaleza de un hombre con el coraje y la desmesura como fue y vivió José Manuel Lara, se puede luchar con tra una enfermedad colosal con la denodada energía con la que él lo hizo, hasta el último suspiro, sin desmayo, en pie, trabajando, pro-yectando, hablando de futuro... Muriendo con las botas puestas.
Trabajo, determinación, carácter, honestidad, tesónytemperamento, ésas fueron las cualidades que le auparon a lo más alto, desde la Editorial Planeta fundada por su padre, hasta construir el mayor imperio multimedia de España, primero apostando por el diario «LA RAZÓN», al que se añadirían luego sus importantes participaciones en Antena 3 y Onda Cero, para crear más tarde el imponente conglomerado mediático de AtresMedia, tras la fusión con LaSexta. Desde ese pedestal mediático se codeó con lo más granado de la sociedad política, económica y cultural, nosóloespañola.Lacultu- ra la llevaba en los genes; codeándose con ella nació y se crió, y la disfrutó presidiendo durante largos años los Premios Planeta, con el gusto del que siempre sabe, reconoce y agradece sus orígenes. En la política se impuso con determinación, cual libre pensador que era, alabando o discutiendo gestiones o vaivenes de unos y otros, más allá de los colores de los gobiernos.
Y en la economía se granjeó el respeto de los más grandes, desde su silla del Consejo Empresarial de la Competitividad de susúltimosaños, como antes había hecho desde la presidencia del Círculo de Economía o desde el Instituto de la Empresa Familiar, porque la afición por contribuir a las ideas, al debate y a la gobernabilidad política, desde la responsabilidad económica, le venían de lejos. Hombre de ideas liberales, sólo fue intransigente con aquellos que desgastaron lo que para él fueron sus dos grandes principios ideológicos: la Monarquía y la unidad de España. El vapuleo de ambas realidades en los últimos tiempos le produjo tanto sufrimiento como desasosiego. Un formidable pedestal en lo público que ejerció en lo personal desde una modestísima y liviana peana. Algo nada fácil cuando, en realidad, se alcanza socialmente la altura que él alcanzó. Yo, que me dedico a la televisión, he visto como tantos que se asoman por ella caen cautivos por la imagen y el desbordamiento del ego, mareados por el vértigo que les produce la minúscula altura que les da su minúsculo taburete. De ahí el enorme mérito de José Manuel Lara, el de no perder nunca de vista la realidad de la vida. Y de ahí que cuanto más aupada fue siendo su posición, más se fue agarrando a sus raíces, a las gentes de la querida Andalucía de su padre, la Extremadura que vio nacer a su mujer, la Cataluña que le alumbró a él, el Madrid que le acogió como suyo, porque era un hombre que amaba la diversidad en lo personal tanto como en lo profesional. Y con mayúsculas se agarró a su familia, a su inseparable Consuelo, a sus hijos y nietos... Aún recuerdo la sencillez con la que un 7 del 7 a las 7 –casualidades de la vida pero ése es un número mágico, cabalístico por excelencia y que por tanto representa fuerza y poder–, día, mes y día del 2003, en que me comunicó su determinación de nombrarme su directora de Informativos de aquella Antena 3 en la que acababa de desembarcar, «porque éste es un toro –me dijo– que creo que tenemos que lidiarlo desde dentro, y eso lo tienes que hacer tú». Una fecha, ese 7 del 7 a las 7 que yo le recordaba con simpatía y frecuencia, como él me recordaba a mí aquel 16 de junio del mismo año, el día que Planeta-Agostini se había hecho con el control de la compañía, porque, curiosamente, el 16 de junio es la fecha de mi cumpleaños. De entonces a aquí casi han pasado doce años, en los que él, como presidente, me ha permitido contar las noticias, día tras día, desde mis principios de libertad, pluralidad y ética, por los que me rijo, sin interferencia alguna, porque eran sus mismos principios. Con la muerte de José Manuel Lara se nos va a quienes le hemos conocido un envidiable y admirado emprendedor en lo profesional, y un querido amigo en lo cercano.Un hombre grande, de hechuras y de figura, de una pieza, de una desbordante y desbordada humanidad. Todo en él fue excesivo. Su vida y, ayer, su tristísima y durísima muerte. Descanse en paz.