Libros de la semana: de una tragicomedia peruana a la sombra del crack del 29
También se publica la nueva novela del húngaro Sandor Márai, así como el humor negro que Kotaro Isaka realiza en honor a Tarantino, en «Tres asesinos»
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El autor peruano ganó el Premio Alfaguara 2023 con esta novela, una mezcla milagrosa de tragedia y comedia
«Cien cuyes», de Gustavo Rodríguez
★★★★★
Por Diego GÁNDARA
El dinero, se sabe, no lo es todo, y el amor, también se sabe, no se puede comprar. Así viven unos ancianos de clase alta, en un barrio residencial de Lima, en casas y pisos con vistas al mar desde donde ven, cada tarde, el crepúsculo de sus vidas solitarias, sin nadie, ningún familiar, mejor dicho, que los cuide. Sólo lo hace una mujer que va a visitarlos, a cuidarlos, a estar con ellos. Una mujer con apuros económicos pero que hace lo que puede para sacar adelante a Nico, su hijo.
Ése es, a grandes rasgos, el argumento del que parte el escritor peruano Gustavo Rodríguez en «Cien cuyes», flamante novela ganadora del Premio Alfaguara de 2023 y que ofrece, además de una historia que se convierte en una mezcla milagrosa de tragedia y comedia, el perfil sinuoso de una sociedad que necesita, cada vez más, de una política de cuidados. Una política, como se entrevee en la novela, en la que se beneficien, sino todos, al menos muchos.
Porque Frasia, que se ha convertido en una necesidad básica para algunos de estos hombres y mujeres que la consideran un imprescindible, no sólo trabaja para ganar dinero, sino también para tentar a la suerte. Si junta diez cuyes, le ha dicho siempre un tío suyo, puede comprar diez diez conejillos de Indias con los cuales podría empezar una nueva vida.
Pero nada es lo que parece y todo acaba siendo la representación de un final que cada día se anuncia con el ocaso, con las cremas que se toman junto con los medicamentos y los calmantes y las pastillas para dormir. Aún así, con la conciencia de que algún día los cuidados se terminarán, Frasi no sabe si debe entregarse a ellos o mantener una sana distancia.
Esa encrucijada, ese dilema que por momentos se debate entre la reflexión y la risa, es lo que da impulso al corazón de la novela, que pone en movimiento una historia en clave contemporánea. Una novela, en todo caso, que no se sostiene sólo en su argumento, sino también en una estructura en la que la historia está perfectamente encajada..
Lo mejor: El pulso narrativo, que lleva adelante una historia que se mueve entre la risa y el llanto
Lo peor: No tiene desperdicio. Muestra un presente un poco velado y con una historia bien escrita
La referencia al director de «Pulp Fiction» es inevitable al hablar de Kotaro Isaka, que usa en esta obra el mismo sentido del humor negro
«Tres asesinos», de Kotaro Isaka
★★★
Por Lluís FERNÁNDEZ
El autor del «Tren bala», Kotaro Isaka, se ha convertido en un referente mundial del revival del estilo Pulp. Debido al éxito de la novela y la película de Brad Pitt, se acaba de traducir «Tres asesinos», la primera de una trilogía de asesinos friquis. La referencia a Tarantino es inevitable. Isaka utiliza el mismo sentido de humor negro y unos sicarios tan bobos como bizarros.
Estos «Tres asesinos», que se complementarán en «Tren bala» con otros cinco, componentes de un mundo surrealista cuyos referentes son los dos asesinos patosos de «Pulp Fiction» (1994) y pelis de Bruce Lee como «El avispón verde» (1966). Ficción y metaficción se encabalgan en un todo referencial. El estilo frío y humorístico de Isaka remite a Brad Pitt, protagonista de «Érase una vez en... Hollywood» (2019) y de «Tren bala», además de las pelis de serie B de Hong Kong, pasadas por el filtro culto de Tarantino y su pasión por el tebeo manga.
Isaka debe su fama al estilo de asesinos chapuceros, largos diálogos, siempre chorras, el juego con los tiempos narrativos y los golpes de efecto. Las habilidades de estos «Tres asesinos» para matar son tan delirantes como sus nombres: La Cigarra lo hace con cuchillos, La Ballena con el poder de su mirada y una verborrea que incita al suicidio y El Empujón, dándoles un suave empujoncito. Es la maqueta verde de «Tren bala»: similar humor, logorrea interminable y una trama que se despliega como un mecanismo de precisión.
Lo mejor: El ingenioso mecanismo en el que se desarrolla la trama y los sicarios friquis
Lo peor: A reseñar la falta de cohesión de la trama, que a veces se demuestra aburrida
El argentino Hernán Díaz incide en «Fortuna» en los vaivenes del capitalismo, como integrante fundamental de la condición humana
«Fortuna», de Hernán Díaz
★★★★
Por Jesús FERRER
Ha sido un perseguido anhelo, durante décadas, la consecución de la «gran novela americana», que pretende aunar la cotidiana mentalidad estadounidense, sus antecedentes históricos, los vaivenes de su economía, y una pertinaz fe en el progreso individual. «Fortuna», del escritor argentino en lengua inglesa Hernán Díaz, incide en alguno de estos referentes y, sobre todo, en la ambiciosa recreación del capitalismo como integrante fundamental de la condición humana. A esto se une la conseguida intención de forzar los límites del realismo clásico, con una obra que trae a la memoria libros tan diferentes como «Rayuela», de Cortázar, por su innovadora estructura narrativa; «La hoguera de las vanidades» de Tom Wolfe, sobre el enrevesado mundo de las altas finanzas; y, de Martin Amis, «Dinero», impecable retrato de la obsesión que este puede generar.
La historia arranca con el retrato de un audaz financiero neoyorquino, dueño de una fortuna familiar; a partir de aquí el libro se vertebra en cuatro tramas consecutivas con diferentes registros narrativos: la primera afronta, en el realismo decimonónico, las circunstancias sociales de ese personaje; después un relato de tipo documental contradice lo anterior; para seguir, en tono de crónica periodística, con las vicisitudes de ese emporio económico; y finalmente hallamos un diario de convalecencia, de perfil lírico y conclusivo. Estas cuatro partes conforman un original rompecabezas de contradictorios referentes argumentales, donde se agitan especulaciones bursátiles, operaciones bancarias, maniobras empresariales y, en suma, desatadas ambiciones económicas.
La sombra del crack de 1929 es alargada e impregna estas páginas de un soterrado miedo a la bancarrota, combinado con la euforia del dinero fácil y la expansión comercial. Se logra así este singular artefacto narrativo que explora los márgenes de la metaficción documental, la crítica social y el relato de costumbres. Sorprendentes giros argumentales, bien construidos personajes, una cierta intriga conspiranoica y el buen pulso narrativo constituyen las mejores bazas de esta novela que juega genialmente, a la manera de Borges, con la realidad y la ficción, con la verdad de las mentiras.
Lo mejor: La fascinante estructura argumental, que lleva una complicidad lectora
Lo peor: Nada a destacar aquí, en una novela de elaborada y original configuración
En su nueva novela, el húngaro Sándor Márai se vuelca literariamente sobre una familia burguesa en el periodo de entreguerra
«Los celosos», de Sándor Márai
★★★★
Por Toni MONTESINOS
Sándor Márai (Kassa, 1900, hoy en Eslovaquia-San Diego, 1989) ha ido recuperando el éxito arrollador del que disfrutó entre sus compatriotas con sus obras narrativas y teatrales en los años treinta y cuarenta; éxito truncado por el régimen comunista, que prohibió sus libros. De hecho, abandonó su país en 1948 y emigró a Estados Unidos. Ahora, un par de décadas después de que en España volviera a eclosionar su voz con novelas como «El último encuentro», «La herencia de Eszter» o «Divorcio en Buda», y tras ver la luz más novelas cortas, sus dos tomos biográficos y sus diarios, nos llega «Los celosos» (traducción de F. Oliver Brachfeld), otro gran texto que por su calidad se acercaría a su obra maestra, la maravillosa «La mujer justa».
Todo parte de la noticia –que recibe el protagonista, Péter– de que el patriarca de la familia Garren está agonizando y que él y sus hermanos han de que acudir a su lecho de muerte. Pero, más allá de estas circunstancias, la exquisita prosa del autor húngaro nos lleva a conocer personajes tan atractivos como Karo, la amante de Péter, que aparece en una extraordinaria descripción sensual en el segundo capítulo, al tiempo que es presentada como una ferviente religiosa. Junto con ello, toda una sociedad de aspecto decadente, heredera de la disolución del Imperio austrohúngaro, cobra fuerza en la escritura de un Márai que publicó esta novela en 1937 –cuando aún las huellas de la anterior guerra eran palpitantes–, logrando crear un gran examen de las relaciones interfamiliares.
Lo mejor: Cómo Márai se sumerge en los deseos e hipocresías del ser humano
Lo peor: Esta obra necesita de un lector que priorice la narrativa psicológica a la de acción
«Francis Plug: cómo ser un autor público», de Paul Ewen
★★★★
Por Toni MONTESINOS
Quién duda que hoy en día el escritor es una suerte de marca, alguien que ha de promocionarse a sí mismo o entregarse a las demandas del marketing editorial. Paul Ewen es muy consciente de ello, y publicó esta novela genial, «Francis Plug: cómo ser un autor público» (traducción de Alicia Frieyro) en 2014, ironizando sobre los grandes nombres de las letras en ese sentido. Desde el inicio, en que dice que «la tribu literata ya no es lo que era», pues los autores dejaron de ser ratones de biblioteca para convertirse en individuos de escenarios, festivales y entrevistas, nos presenta una idea obsesiva. Así, el protagonista, un tipo raro adicto al alcohol, sigue las huellas de todo ganador del Premio Booker con el que pueda tropezarse, como en el primer caso, en que dialoga con Salman Rushdie, conformando un texto muy ingenioso y original.
Lo mejor: La habilidad y frescura con la que el autor combina realidad y ficción
Lo peor: Se necesita simplemente un lector lúdico, que le guste lo metaliterario
«Maddi y las fronteras», de Edurne Portela
★★★★
Por Jesús FERRER
Desde hace algunos años se ha impuesto la modalidad narrativa de la novela documental o de no ficción, que incluye crónica periodística, protagonismo autorial, memoria histórica, y crítica social. «Maddi y las fronteras», de Edurne Portela, incide en estos elementos a partir de la experiencia real de María Josefa Sansberro, conocida como Maddi. Directora de un hotel en los años treinta en la frontera hispano-francesa, le tocaría vivir algunos dramáticos sucesos. La encontramos sirviendo a los nazis e integrada en la Resistencia, de ardiente religiosidad y espíritu libre, sensible y desenfadada. Destaca la construcción novelada de la protagonista, perfecta síntesis de ficción y realidad: «Imaginar a Maddi es también una forma de activar una memoria antifascista en estos tiempos en los que resuenan ecos del pasado». Un muy recomendable libro.
Lo mejor: Las bien reflejadas circunstancias históricas que le tocó vivir a la protagonista
Lo peor: Ninguna objeción ante esta crónica testimonial de unos dramáticos acontecimientos