Sección patrocinada por sección patrocinada

Crítica de libros

Bourne: habemus sucesor

Bourne: habemus sucesor
Bourne: habemus sucesorlarazon

Vaya por delante que las novelas de misterio con libro diabólico encriptado tienen numerosos responsables literarios. Eco abrió fuego con «El nombre de la rosa». Le siguió Reverte con «El Club Dumas», el primero que organiza esa intrincada prosecución del libro diabólico, que abre las puertas del infierno si se descifra, y cuya referencia no puede ser más que el «Necronomicón», el libro de los libros demoniacos escrito por un moro enloquecido, Abdul Alhz-red, y mencionado por primera vez por Lovecraft en 1922. «El Código Da Vinci» y cuantos le siguen no son más que émulos de un subgénero dentro de la novela gótica que se va componiendo por combinación de distintos géneros. «Misión Cervantes», de Brad Thor, entrecruza la novela de espías con el código encriptado, los mecanismos enrevesados y la caza final del tesoro, siguiendo la moda de «La búsqueda», de Nicholas Cage, no sin antes pasar por «El Quijote» de T. Jefferson y su lucha contra los berberiscos, que enlaza con el terrorismo yihadista y el Corán.

Años antes de la desaparición de la URSS, Eric Ambler ya advirtió en «Chantaje en Oriente» de que el nuevo enemigo global era el islamismo radical. El tiempo le ha dado la razón, hasta el punto de que Brad Thor utiliza la penetración del fundamentalismo islámico en EE UU y el temor a la incorrección política de los norteamericanos como motivo argumental de «Misión Cervantes», una trepidante novela de espías protagonizada por el agente del presidente Scot Harvath. De los once títulos de la saga sólo dos se han publicado en España: «El primer mandamiento» y una de sus obras maestras, «Misión Cervantes» y que Warner quiere convertir en el recambio de Bourne. Brad Thor recupera el estilo directo y repleto de acción de las novelas «pulp» de la «guerra fría». Sus títulos buscan entretener al lector, colocarlo en situaciones desesperadas y buscar originales salidas y cambios bruscos de la trama que generen tensión y suspense. Sus agentes secretos son, de nuevo, patriotas entrenados para matar, como Bourne. Los malos son perversos islamistas radicales, la intriga es rocambolesca, pero las escenas de acción tienen la adrenalina literaria del consumado maestro de las novelas de intriga internacional.