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El estudiante de filosofía que acabó en Buchenwald

El estudiante de filosofía que acabó en Buchenwald
El estudiante de filosofía que acabó en Buchenwaldlarazon

Cuando se daba por enteramente publicada a lo largo de los años la práctica totalidad de la obra literaria del novelista, político y agitador cultural Jorge Semprún (Madrid, 1923-París, 2011), aparece «Ejercicios de supervivencia», una singular crónica de arriesgadas clandestinidades, terribles torturas, entregadas militancias y mortales reclusiones. Este libro, en la línea de aquel lejano, aunque actual, «El largo viaje» (1963) o «La escritura o la vida» (1994), observa variados registros expresivos: desde el puro relato rememorativo al ensayo de claro compromiso civil, pasando por la reflexión histórica, el discurso moral o el autorretrato psicológico.

Una subtrama final de esta novela aparece inacabada, pero el argumento general cumple sobradamente su objetivo: impedir el olvido de las tragedias que asolaron el siglo XX europeo, reivindicando a la vez la opción individual de enfrentamiento al nazismo, el valiente rechazo del estalinismo y la decidida oposición antifranquista. De todo ello participó nuestro novelista, encuadrado en la Resistencia partisana francesa y el Partido Comunista español; en estas vibrantes y emotivas páginas recuerda y valora esas experiencias. Se narra aquí su brutal interrogatorio a cargo de la Gestapo, su reclusión en el campo de concentración de Buchenwald, y las penalidades de su activismo militante en la España de los años sesenta. Todo ello desemboca en una meditación sobre el valor del silencio ante la tortura y la dignidad de una muerte que da vida a otros compañeros. El esclarecedor prólogo de Mario Vargas Llosa anuncia la intensidad de este balance vital, la fuerza de un recuento íntimo enfrentado a las luces y sombras de un pasado sobrecogedor.

Cuando, en septiembre de 1943, Semprún es detenido en la Francia ocupada por los alemanes, su vida cambiará para siempre, porque sus vivencias como víctima de totalitarismos diversos le instalarán en la Historia. Cuando, años después, un anónimo admirador le reconoce en un autobús parisino o, siendo ya ministro de un gobierno de Felipe González, es saludado por policías que le vigilaron en el tardofranquismo, su figura intelectual es ya un referente del más entregado compromiso civil; la propia vida ligada a un trágico entorno colectivo. Él mismo se compara así con el stendhaliano protagonista de La cartuja de Parma, Fabrizio del Dongo, quien une su existencia al devenir de una cambiante sociedad en crisis. Recorren estas páginas comprometidos intelectuales como Stéphane Hessel o Jean Améry, escritores como Ángel González o Juan García Hortelano, o los emblemáticos Yves Montand y Simone Signoret. Con un contenido dramatismo, sin morbosas estridencias descriptivas, entre la narración y la meditación, y una clara voluntad literaria, este libro se explaya también sobre la asumida vejez, la memoria testimonial, el valor de la amistad y la vigencia del idealismo solidario. Todo bajo la clara idea de que no se puede, ni se debe, comprender esa barbarie del pasado; simplemente intentarlo sería justificar a los verdugos, incurrir en una ramplona complicidad con ese terror histórico.