Filósofo, tengo una carta para ti
La carta de exhortación a la filosofía tiene honda raigambre en la historia del pensamiento, de suerte que, podría decirse, ha constituido un subgénero filosófico de cierta tradición. No tenemos más que recordar la epístola de Epicuro a Meneceo que comienza (cito la espléndida traducción de Jorge Cano): «Nadie en su juventud aplace el momento de entregarse a la filosofía, que tampoco ningún viejo se canse de filosofar». No solo los autores grecolatinos la ejercerían, sino que se perpetúa en la tradición del pensamiento cristiano de Basilio de Cesarea o Clemente de Alejandría o en ejemplos posteriores como la «De ratione studii epistola protreptica» de Erasmo. Pero, ¿tiene sentido hoy una carta así para nuestros jóvenes pensadores? Es más, ¿qué se puede decir de la labor del filósofo en nuestro tiempo? ¿Y por qué la propia filosofía en esta cultura del instante? A estas preguntas, y algunas más, nos responde este espléndido librito, que apunta nuevas claves para la iniciación en los misterios del iter filosófico. Un grupo de pensadores actuales, y desde muy varias perspectivas, se dirigen en este volumen a los jóvenes para abordar, de nuevo, las preguntas clave del quehacer filosófico y presentárselas a quienes se inician en esta senda, como una suerte de exhortación a ocuparse, en estos tiempos de crisis, de las eternas cuestiones que vienen rondando a los filósofos desde el mundo antiguo. El acercamiento del profesor al discípulo que, por ejemplo, presentan Marina Garcés o Fernando Broncano nos parece una clara respuesta a la vigencia de la exhortación a la filosofía. Otros, como Miguel Morey desde el mundo clásico o Jordi Claramonte desde su clarividente cercanía, complementan esta meritoria iniciativa editorial que pone en comunión de ideas a filósofos más o menos consagrados, jóvenes y mayores, para transmitir el anhelo de buscar respuestas.