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La cara más siniestra de los escandinavos

Olivier Truc debuta en la novela negra para denunciar el racismo que sufre el pueblo sami

La cara más siniestra de los escandinavos
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Olivier Truc debuta en la novela negra para denunciar el racismo que sufre el pueblo sami

Para los países europeos del Mediterráneo, los escandinavos son como ese molesto hermano mayor al que todo el mundo quiere más. Con un pellizco en los mofletes, sus incondicionales alaban su seriedad y capacidad para el trabajo, su sentido de la moralidad bien definido, su capacidad para asumir las responsabilidades y, sobre todo, que son menos corruptos. Incluso se han inventado un mote para los hermanos del sur: los PIGS («cerdo» en inglés y que responde a las siglas Portugal, Italia, Grecia y España). Ahora llega Olivier Truc, periodista francés, para desmontar parcialmente esta imagen ideal de los habitantes del norte. Su primera novela, «El último lapón», en la que se aborda la cultura de los samis de Laponia, «ha sido la excusa perfecta para hablar de esa doble moral de los países escandinavos, que aparecen como los defensores de los Derechos Humanos y que, sin embargo, no respetan los de sus minorías», dice.

Al igual que los samis han servido como excusa para hablar de la discriminación a la que se enfrentan las minorías, los dos protagonistas de la obra, Klemet Nango y Nina Nansen, miembros del cuerpo de la policía especial de los renos, permiten un acercamiento a la problemática social de este oasis que, se dice, es Escandinavia. Los dos agentes tendrán que resolver un asesinato y el robo de un misterioso tambor sami que permitía a los chamanes comunicarse con los muertos. Bajo la consigna narrativa de una novela negra, el lector puede ir adentrándose en el Gran Norte, no tan blanco y puro: especulación comercial y geológica, maltrato y abuso de las mujeres y jovencitas menores de edad, la política, la eterna codicia y, sobre todo, el racismo subyacente, esto último, a través de los dos sospechosos del robo: los miembros de un grupo de extrema derecha y los fundamentalistas que se oponen a que la antigua religión vuelva.

Al atravesar los desérticos parajes de Laponia y a ritmo de los yoik, sus cantos populares, Truc acerca la cultura de los samis de una forma que él considera «algo más realista y alejada de esa idea bucólica de los pueblos ancestrales». Aquí pesa su trayectoria como periodista, ya que lleva más de veinte años como corresponsal de «Le Mond» y del semanario «Le Point» para los Países Bálticos. «Los personajes de la novela, por ejemplo, están inspirados en una pareja del cuerpo de renos a la que seguí durante dos meses para hacer un reportaje», explica. Esto le ha permitido conocer a los samis en su día a día. Juega un papel central el sol o la carencia de él, un elemento con el que también trabaja Truc a lo largo del libro. «Simboliza la esperanza. Tienen que frenar la tendencia de los países nórdicos de imponer un modo muy específico de cultura. Ellos respetan a la naturaleza y ponen sobre la mesa un modo alternativo al de la industrialización». «Es un pueblo que tiene reacciones más humanas. No buscan siempre la perfección como los suecos de a pie. Y son muy orgullosos. Serían como los latinos del norte», bromea.