Literatura

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Lección de ingeniería verbal

Lección de ingeniería verbal
Lección de ingeniería verballarazon

Hay algunas novelas en las que el argumento es lo de menos. O es, incluso, mínimo, pues la belleza y el arte de la novela no radican exclusivamente en la historia que en ella se narra, sino en la destreza del autor para componer, con esa historia, un artefacto literario original; para hacer, con un argumento cualquiera, una obra de ingenio. Algo de ese ingenio es el que despliega Federico Jeanmaire en «Tacos altos». Una novela impregnada por la insistente pero pausada voz de Su Nuam, una chica de origen chino que se ha criado en Buenos Aires y que escribe una especie de diario en un castellano muy personal, donde desgrana una historia familiar de venganza, de desarraigos y de identidad. Su historia, no obstante, no ocurre en un tiempo ordenado cronológicamente; aunque pasa, eso sí, en un tiempo casi exclusivamente verbal.

«No creo que los tiempos verbales con que uno escribe lo que tiene que escribir sean tan importantes», afirma Su Nuam, que se confunde con los tiempos y no sabe decir si las cosas sucedieron antes, durante o después. Dicha confusión, sin embargo, no es un impedimento que para su escritura. Tampoco para el lector, que se desplace por la novela con calma y sin tropiezos y viaje desde el presente al pasado, o desde Suzhou, en la China, hasta Glew, en las afueras de Buenos Aires, donde Su Nuam vivía con sus padres y de donde tuvo que marcharse después de que el supermercado de su padre fuera reducido a cenizas. Al fin y al cabo, como dice Su Nuam, un nombre que en chino significa llanura ardiente, «todo ocurre, todo queda claro igual, sin inconvenientes».

Federico Jeanmarie, finalista del Premio Herralde de novela con «Miguel», recupera con «Tacos altos» una tradición literaria necesaria. Una tradición que no concibe la literatura como un reflejo de la realidad y que, en vez de sostenerse sobre un argumento, apuesta por la audacia, la destreza, la palabra, ese artificio.