Lisario, despiértate y anda
Lisario (Belisaria) duerme desde hace meses. Podría parecer una princesa de cuento de hadas pero ella lo hace a voluntad, como en la mejor tradición del realismo mágico. Duerme a propósito, como protesta, y bien podría estar inspirada en tantas mujeres que guardan silencio ante la humillación e incluso como metáfora a aquel lejano grupo de féminas ingresadas en la Salpêtrière del XIX en un intento de exhibir al mundo «su histeria». Nuestra protagonista, ha tomado esta drástica –y teatral– decisión para llevar la contraria a sus padres, cuando deciden desposarla contra su voluntad con un anciano pretendiente. Por eso duerme... Y nadie puede hacer nada para impedirlo. Hasta que, pasados los meses, su padre, funcionario de la corte de Felipe IV, rey de España, Nápoles, Sicilia y Portugal, contrata los servicios de un mediocre galeno catalán con ansias de fortuna, como última medida: Avicente Iguelmano. Primero serán tímidas caricias, después pasará a acometer acercamientos más ilícitos... Hasta que la joven despierta. Con una lozanía y voluptuosidad incontrolables. En agradecimiento, sus progenitores se la entregarán como esposa, aunque poco imaginará Iguelmano que la incontrolable energía de Lisario se convertirá en su mayor fuente de obsesión. Especialmente cuando descubra que las mujeres pueden experimentar placer sin intervención de varón... Como añadido, su sagaz esposa es muda por culpa de una nefasta operación infantil, pero ilustrada a diferencia de las mujeres de su época. Lee a Cervantes, y escribe bellísimas cartas, a escondidas, a la Virgen María, en las que expresa sus cuitas, como si de una psicoanalista se tratara. Es fácil llegar a un acuerdo con este libro, por su atractivo estilístico, su idioma repujado y su engranaje con los clásicos de aventuras llenos de desenlaces, golpes de fortuna o mala suerte y poderosísimas imágenes.
Babel napolitana
Deudor de Gil Blas de Santillana de Lesage, intercala la épica picaresca con el fresco realista de aquella Babel napolitana del siglo XVII, que alcanzó su mayor esplendor bajo el dominio de los españoles con su atracción por los banqueros, los charlatanes, los asesinos, los rufianes, los piratas, y sus pintores.... Como el francés Colmar, que estrechará lazos con Lisario, o el holandés Michael de Sweerts, que nos guiarán por la ciudad en su época post-Caravaggio, capitaneados por el español José Ribera. Una «delicatessen» edificada sobre una mujer que conquista su placer, el temor de un hombre al descubrirlo y todo un pueblo que se agita contra el poder.