Marcela Serrano: «Una protesta seria es cuando 100.000 personas salen a la calle»
Marcela Serrano / Novelista. «La Novena», su nuevo libro, es un conmovedor relato sobre la traición y el perdón en tiempos de la dictadura chilena de Pinochet. De eso, la escritora sabe mucho
«La Novena», su nuevo libro, es un conmovedor relato sobre la traición y el perdón en tiempos de la dictadura chilena de Pinochet. De eso, la escritora sabe mucho
MUJER. En mayúsculas. Bebe agua con gas. Y fuma. Dos cigarros en media hora. Tiene tanta personalidad y sagacidad que ha titulado su décima novela «La Novena». Escribe desde niña, para ordenarse las ideas. Escribe cuentos constantemente en su cabeza, aunque sólo inmortaliza algunos en papel. Escribe como come, por necesidad. Escribe porque nutre. Escribe con lucidez y firmeza. Y calla. Marcela Serrano es de las que piensa que los escritores no deben explicar sus novelas, sino ayudar a desentrañar los tiempos mezclando fantasía y realidad.
–«La Novena» es un relato sobre mujeres traicionadas y víctimas de la represión durante la dictadura de Pinochet. Las traiciones duelen.
–Muchísimo.
–¿Se superan?
–Algunas sí, pero ciertos dolores no son superables. Aun así, hay que saber perdonar, porque no hay otra forma de vivir en paz. Nada desgasta más que el odio y el rencor.
–Miguel Flores es detenido en una protesta. Usted, que tuvo que exiliarse, ¿cree que vivimos en un mundo de conformistas y dóciles que no protestan por el qué pasará?
–No. Mi impresión es que todos protestamos por todo. El mundo entero protesta por Irak, la mitad de Estados Unidos por Trump... No creo que la gente esté de brazos cruzados. En mi país se protesta en serio.
–¿Se puede protestar de broma?
–La protesta seria es cuando un domingo 100.000 personas salen a la calle.
–¿Estamos sometidos a algún tipo de dictadura?
–La dictadura chilena tiene que ver hoy en día con el capitalismo salvaje, abusivo y feroz. Es una tiranía. En España sois víctimas de un bipartidismo corrupto que ha representado poco a la juventud.
–Hace 25 años que publicó su primera novela. Pero ¿cuándo empezó a escribir?
–Cuando nací. Mi padre escribía ensayos y todos los domingos publicaba artículos fascinantes en la prensa. Mi madre era una muy buena escritora. En mi casa se escribía como se comía, era una cosa natural. A los once años escribí mi primera novela.
–¿Por qué escribe ahora?
–Porque necesito ordenarme las ideas. El único orden posible en mi cabeza es la escritura.
–¿La inspiración debe cogernos trabajando?
–Los que la esperan no escriben nunca. Es puro trabajo. Yo no planifico las novelas. Tengo las ideas, pero dejo a los personajes apropiarse de sí mismos y seguir su camino.
–¿Escribir desgasta?
–Sí, pero nutre. Yo quiero reventar después de una novela. No sólo es lo que escribes, sino que la mente funciona constantemente en torno a una idea fija.
–¿Sueña con sus personajes?
–A veces.
–¿Se enamora de ellos?
–Ay, sí.
–Tiene 65 años, aunque los escritores no deben jubilarse.
–No estoy tan segura. Algunos ya deberían haberse jubilado.
–Sus obras abordan la realidad política de Chile. ¿La escritura debe ser comprometida?
–Cuando me pongo muy literaria no digo nada ideológico, aunque cuando leo a otros me pregunto qué sentido tiene la escritura si no es denunciar. No estoy muy segura de la respuesta. Pero los escritores que escriben sobre su tiempo tienen obligatoriamente que mostrar la realidad.
–¿Cuál es la función del escritor?
–Que escriban y que se callen. No hay que explicar las novelas. Los escritores tienen que ayudar a desentrañar los tiempos. Y no hay tiempos abstractos.
–¿Todas las mujeres tienen la misma historia que contar?
–Sí, la de la discriminación. El mundo no está diseñado para las mujeres. El poder está en manos de los hombres, aunque hemos evolucionado. La vida de mi madre fue distinta a la mía, pero la de mi nieta será mucho mejor.
–¿Tenemos hombres y mujeres formas distintas de enfrentarnos a la vida?
–Los hombres han desarrollado muy poco la emocionalidad. No tienen aparato psíquico.
–Su obra tiene como eje temático la condición femenina.
–¿Tú le preguntarías a un escritor si su obra se concentra en la condición masculina?
–¿Y si yo llevara falda me contestaría de igual modo a estas preguntas?
–Sí. Pero probablemente serían diferentes (risas).
–¿Es feminista?
–Por supuesto. Una mujer que quiere hacer algo mejor de este mundo tiene que ser feminista.
–¿Las mujeres arrebatarán el poder a los hombres?
–No nos interesa. Sólo queremos alcanzar la igualdad.
–¿Usamos lenguajes diferentes?
–Absolutamente. Muchos críticos masculinos consideran que las mujeres escribimos estupideces.
–A través de sus libros descubrimos la inmensa soledad que suele rodear a la especie humana. Qué triste es sentirse solo...
–Si uno ama lo suficiente, la soledad se relativiza.
–¿Mejor solo que mal acompañado?
–Mil veces.
–¿Puede un libro ser la mejor compañía?
–Casi siempre.
–Mire, otra función del escritor. ¿Y qué tal la función de regalar otro mundo al lector?
–Estupenda. El que lee viaja gratis.
–La lectura también relaja.
–No hay miseria alguna que resista una hora de buena lectura. Cuando estés muy atacado con la vida, cógete un libro bueno.
–Hay quienes no logran parar nunca.
–Tarde o temprano se van a la mierda.
–El estrés no diagnosticado y tratado acaba en depresión.
–Los antidepresivos son los medicamentos que más se consumen. Si el estrés no lo paras se convierte en depresión. Puedes terminar suicidándote o en la más profunda infelicidad.
–¿Y si cambiamos las pastillas por buenos libros?
–La humanidad sería distinta, sin Trump.
–¿A qué pregunta siempre quiso contestar pero nunca le formularon?
–Me has dejado en blanco. (Piensa) Si yo hubiera querido una pregunta específica se la hubiese dicho al periodista.
El lector
Cada día lee, al menos, tres periódicos. Y lo hace por internet. Marcela Serrano se muestra muy crítica con la prensa, ya que «suele encontrarse sometida al poder». Asimismo, lamenta esa nota arbitraria de cierto sensacionalismo, de «pescar una cuña en vez de una verdadera noticia». Su sección favorita es la de Cultura.