UE-China

Xi Jinping corteja a Macron para seducir a Europa

El mandatario chino arranca en París su visita por varios países de la UE en un clima de creciente desconfianza hacia Pekín por sus lazos con Moscú

El esperadísimo regreso de Xi Jinping a Europa se vislumbra crucial, dado que marcará el rumbo de las complejas relaciones entre China y el continente. A lo largo de esta semana se enfrentarán tensiones crecientes en diversos frentes, que van desde preocupaciones por el espionaje y la competencia en la industria de los vehículos eléctricos, hasta el polémico apoyo de Pekín a los esfuerzos bélicos de Rusia.

Los próximos días se convertirán en una encrucijada política y diplomática, donde los líderes europeos buscarán equilibrar sus intereses con la necesidad de mantener una relación estable con la segunda economía mundial. Se trata de un punto de inflexión, ya que las decisiones tomadas tendrán un impacto significativo en el delicado equilibrio geopolítico mundial.

A primera hora de la tarde del domingo, el primer ministro Gabriel Attal recibió en Orly al líder chino para una visita de Estado de dos días. En el marco del sexagésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Pekín y París, el líder chino emprendió su tercer viaje a Francia desde que asumió el poder hace once años, y el primero a Europa desde 2019. Tras desembarcar en suelo francés, el máximo representante de la superpotencia asiática ha organizado su gira de forma que logre un equilibrio diplomático, ya que también se desplazará a Serbia y Hungría, dos países que se han mantenido cercanos a Moscú.

Las actitudes europeas hacia China se han agravado significativamente en los últimos años, alimentadas por la profundización de las divisiones comerciales y las frustraciones por la creciente cooperación económica y militar de Pekín con Moscú. Con este periplo Xi espera recomponer estos lazos y mitigar la presión de Europa para «desmarcarse» de su país.

La misión se produce casi un año después de que la UE lanzara formalmente su campaña de «reducción de riesgos» frente a China como parte de la estrategia de seguridad económica del bloque, cuyo objetivo es reducir sus vulnerabilidades económicas y dependencias críticas de países adversarios, al tiempo que mejora su propia competitividad industrial y su capacidad de fabricación de tecnologías estratégicas.

Con todo, el régimen comunista ha puesto sus esperanzas en Francia, el primer puerto de la gira para empujar al bloque a adoptar una política hacia China más «positiva y pragmática» en medio de un mayor escrutinio sobre sus productos y el acceso al mercado. Durante dos días de reuniones, el presidente francés Emmanuel Macron intentará convencer a su homólogo de que el endurecimiento del enfoque de la UE no es una cruzada antichina, sino la consecuencia natural de que el bloque haya reforzado sus defensas y de que Pekín no haya ajustado su modelo económico pese a los años de peticiones.

Con el objetivo de romper el imponente protocolo, Macron llevará al líder chino y a su esposa desde Paris al Pic du Midi en los Pirineos, donde pasó las vacaciones de infancia con su abuela. El Elíseo considera este gesto un «espejo» del viaje a China el año pasado, cuando Xi invitó a su homólogo a una ceremonia del té en la provincia meridional de Guangdong, donde su padre fue gobernador durante la era de Deng Xiaoping. En esta cumbre, el líder francés podría esperar que el desarrollo de una relación más personal le ayude a lograr que impida que las empresas chinas envíen productos de doble uso a Rusia, una práctica que los funcionarios franceses han advertido que «está cobrando intensidad» en los últimos meses.

El objetivo de Francia es aprovechar la influencia de China como uno de los principales socios de Rusia para alterar los cálculos del Kremlin y contribuir así a la resolución del conflicto. A pesar de los limitados avances hasta el momento, Macron busca obtener este respaldo para una «tregua olímpica» durante los próximos Juegos de París, mientras que el presidente ruso, Vladimir Putin, tiene programada una visita a Pekín en mayo.

En vísperas del desembarco de Xi en la capital francesa, las agencias de inteligencia europeas permanecían al rojo vivo. Las noticias de contrainteligencia (detenciones en Alemania, espionaje chino en el Parlamento Europeo y las industrias holandesas, o piratería informática contra un destacado político belga) están sensibilizando a la opinión pública sobre el tenso estado de la cooperación mutua. Precisamente, se espera que estos días se aborden cuestiones como la protección de la propiedad intelectual, la seguridad cibernética y la cooperación en la lucha contra las operaciones encubiertas. Unas discusiones que serán cruciales para determinar el futuro de los vínculos diplomáticos y para establecer un marco de confianza en asuntos de seguridad.

Por otra parte, Bruselas ha adoptado una postura comercial cada vez más beligerante, con una serie de investigaciones sobre las cuantiosas subvenciones chinas a los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas y los paneles solares, así como la adquisición de dispositivos médicos por parte de Pekín. «Nos gusta la competencia leal. Lo que no nos gusta es que China inunde el mercado con coches eléctricos masivamente subvencionados», declaró el mes pasado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. «Contra eso luchamos. Competencia sí, dumping no. Ese debe ser nuestro lema». No obstante, en los círculos diplomáticos de Pekín los vehículos eléctricos son un tema espinoso. De hecho, para convencer a los franceses de que retiren su apoyo a estas investigaciones, el país asiático amenaza con imponer un arancel al coñac.

Tanto Macron como Von der Leyen son partidarios de responder con firmeza a la amenaza que supone para los fabricantes europeos la avalancha de importaciones baratas y de calidad procedentes de China. Pero se han enfrentado a la resistencia del canciller alemán, Olaf Scholz, que adoptó un tono conciliador sobre el tema cuando se reunió con Xi en Pekín el mes pasado. Y es que varios fabricantes de automóviles alemanes tienen importantes bases de producción en el gigante asiático, uno de sus mercados más dinámicos. Por ello, temen que, si la UE impone aranceles prohibitivos, este país tome represalias que perjudiquen su negocio.

Finalmente, la llegada de Xi a Hungría reforzará su amistad con el primer ministro Viktor Orbán y tratará de animarle a alzar la voz en la UE en contra de las medidas económicas impuestas a China. Además, su visita a Serbia coincidirá con el 25 aniversario del bombardeo por la OTAN de la embajada china en Belgrado en 1999, en el que murieron tres periodistas. Washington se disculpó y aseguró que había lanzado las cinco bombas por error, pero una investigación del Observer y el diario danés Politiken concluyó que había sido deliberado. Asimismo, es probable que el dirigente chino aproveche la ocasión para denunciar lo que él denomina «política de bloques» y presentar a la OTAN como una organización agresiva, opinión que comparte gran parte del Sur Global.