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El extraordinario caso de H. P Lovecraft

La edición por primera vez de sus cartas en castellano y un ciclo de cine que se celebra hoy en Madrid demuestran la vigencia en España del escritor de terror, que bien podría haber sido cancelado por la nueva inquisición moral
Lovecraft, el sumo sacerdote del terrorlarazon

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Era “una degracia de persona”, como dice desde la más profunda admiración Javier Calvo. La vida del escritor Howard Phillips Lovecraft (1890- 1937) es la de las grandes paradojas y misterios, un caso extraordinario de la literatura más extraña. Como era su propia creación, pero de otro modo. Su obra, dispersa y un absoluto fracaso en vida del autor, resultó por azares inexplicables, en un éxito de ventas tres décadas después de su muerte. Por razones también extrañas, su comunidad de seguidores en España arraigó como en pocos lugares y permanece fiel y renovada, hasta el punto de promoverse con lanzamientos como la primera edición en castellano de su correspondencia, a cargo de Javier Calvo y hasta un ciclo de cine que honra al autor de “La llamada Cthulhu”, que tiene lugar hoy en Madrid con la presencia estelar de Sandy Petersen, el autor del afamado juego de rol que en los 80. Y, finalmente, otro misterio: en tiempos de la cultura de la cancelación, el autor estadounidense, racista declarado, no ha sido víctima de la censura. ¿O sí?
La obra del escritor de Providence es omnipresente hoy en día. Aunque no lo sea de forma explícita, su manera de narrar y su universo está en toda la literatura y el audiovisual fantástico y de terror. Sandy Petersen atiende a este periódico por correo electrónico: “Primero, creó el concepto del universo compartido animando a otros autores a usar sus creaciones y usando las de ellos. Creó y alimentó una comunidad de autores y no se puede negar su impacto en la literatura posterior. Desde Robert Bloch hasta Stephen King y Clive Barker han dado crédito a Lovecraft. En tercer lugar, cambió para siempre la naturaleza del horror al dirigirlo hacia el espacio exterior y la ciencia”, explica sobre su impacto en la cultura popular. Para Javier Calvo, “se supone que es un escritor que descubres pronto, en la adolescencia, y lo abandonas. Yo tuve un reencuentro con él profundicé en su trabajo forma crítica o histórica. Para mí no es un autor de género, sino es uno de los grandes del siglo XX y punto. Te diré que, igual te suena a estúpido, pero para mí es tan importante como Borges”.
Calvo se ha enfrentado a la traducción y la edición de sus cartas, un descomunal corpus literario. Lovecraft envió más de 10.000 misivas a sus corresponsales literarios en las que expone su filosofía de vida y literaria. Las cartas completas ocupan unos 24 volúmenes, pero Calvo expurgó y seleccionó el material para publicar tres libros con Aristas Martínez. En las misivas, “pulveriza la ida de que era un escritor pulp. Él publicaba relatos en esas revistas, pero odiaba el pulp. De hecho, eso es lo que determina su fracaso. En las cartas se pueden ver dos cosas, su ambición literaria, que era enorme y no tenia que ver con relatos de terror, sino con una literatura, punto, sin género. Y la segunda, que era increíblemente culto y había leído literatura clásica y renacentista. Y filosofía”. Lovecraft fue un hombre inadaptado, como decíamos al principio, una “desgracia”. “No supo desenvolver en la vida de su tiempo, fue absolutamente incapaz de hacer nada de las cosas que la gente hace. Era un reaccionario política, social y racialmente al que ni siquiera se le puede relativizar diciendo que ''es que era su época''. Tenía una mentalidad del siglo XVIII y se percibía a sí mismo como a un aristócrata, cosa que no era. Y esa es otra dimensión de las cartas: conocer a u personaje que los más extraños que ha habido en la literatura del siglo XX. Una persona extrema en todo. Un hombre misántropo, solitario, que da lástima incluso. Que produce admiración, pero que tuvo una vida de mierda de principio a fin y no logró nada de lo que se había propuesto. Por alguna razón milagrosa hubo un efecto bola de nieve que le convirtieron en quien es ahora 30 años después de su muerte”, explica Calvo sobre los años 60, cuando su obra se sacó del olvido y se tradujo en muchos idiomas.
A Lovecraft se le leyó en muchas partes y por supuesto en España en los años 60. Pero tuvo un renacimiento en los 80. Enrique Dueñas, que promueve el sábado 25 de marzo un ciclo de cine en Madrid basado en la obra del escritor, apunta a la causa: “Para mí, sin duda, fue el juego de rol de Sandy Petersen, que logró unificar todo el universo creativo de Lovecraft, que ni él mismo se había preocupado en ordenar. Y todos esos monstruos maravillosos que había creado aparecen como una cosmogonía. El texto del juego no ha cambiado en 40 años porque es buenísimo”. Con Lovecraft se han producido sucesivos revivals: la película “Re-Animator” y los ensayos canónicos de S. T. Yoshi sobre su vida y obra. También hubo una nueva ola cuando su obra quedó libre de derechos hace unos 15 años.
Para Dueñas, a Lovecraft no se le ha cancelado “porque su obra está pensada para incomodar y resultar grotesca. Así que revisarlo para que no incomode, es absurdo”. Calvo tiene una teoría similar, que es que “es un autor inofensivo, que le gusta a los frikis, a los que le gusta la música metal y no forman parte de la vida cultural o del sistema literario, sino que es de chavales con camisetas negras. Yo he estado en Providence. Es un lugar muy pequeño donde nunca ha pasado nada y en otro mundo tendría que estar dedicada a él, pero desde punto de vista institucional es como si no existiera. Cuando trataron de poner una estatua en un parque no obtuvieron el permiso y no se quiere ni oír el nombre. Era un racista, es cierto. Y por eso puede seguir sobreviviendo porque vive en un mundo paralelo de frikis”. Sandy Petersen asegura que, en parte, sí se le ha cancelado y que si no lo han hecho más “es simplemente porque las historias en contra de él son tan obviamente falsas que incluso los progresistas se sienten un poco avergonzados de volver a contarlas. Era racista. Lo era. Pero no aplicó ese racismo a la gran mayoría de sus escritos, y no lo aplicó en su vida personal. Nunca impidió que una persona negra votara o consiguiera un trabajo. Y lo más importante, está bastante claro que a medida que envejecía, su racismo disminuía”.
A medida que envejecía, también se frustró por su fracaso literario. Javier Calvo: “Lo hundió completamente. Es posiblemente el tema central de las cartas. Su trayectoria, su fracaso y su percepción de ello. Dejó de escribir. Y hay mucha especulación al respecto porque no se puede saber pero es probable que sufriera de depresión por ello. Hay constancia de momentos muy bajos, aunque decía que le daba igual”. Quizá sea este el momento en que, por fin, su obra pase al mainstream. “No sé si es su destino. Creo que hay división de opiniones. Jesús Palacios decía el otro día que mejor que nos lo quedemos nosotros y que no llegue al mundo de lo oficial”. Que siga siendo una cosa de frikis.