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López Istúriz: «Nos envían muchos locos al Parlamento Europeo»

A menudo le confunden con un alemán por su pelo y sus casi dos metros de altura desde los que comanda el PPE.
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  • C. S. Macías (malo)

    C. S. Macías

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A menudo le confunden con un alemán por su pelo y sus casi dos metros de altura desde los que comanda el PPE.
Navarro, mallorquín, madrileño y bruselense de residencia y americano por su madre. A menudo le confunden con un alemán por su pelo y sus casi dos metros de altura desde los que comanda el PPE.
Nos espera en la terraza de Whitby, antes de volar. Tiene puntualidad británica y dice que ahora, en política, no hay ningún capitán Garfio. «Hasta Salvini o Tsipras se avinieron a soluciones europeas».
¿Le preocupa que le confundan con el gemelo de Boris Johnson?
¡Menos mal que no me ha dicho con Donald Trump, porque me confundieron con él en un aeropuerto! Con Johnson, depende de lo que ocurra el 31, sí...
¿Alguien le ha pedido que detenga el Brexit o le han gritado lo de «Gibraltar español» pensando que es el primer ministro británico?
No, todavía no. Pero se lo pediré yo en septiembre, que quedaré con él.
Se apellida White de segundo. ¿Esto le aproxima a la Casa Blanca?
El apellido White influye en que soy más partidario de una buena relación transatlántica. Aunque me ha sido más fácil con administraciones anteriores de la Casa Blanca.
¿Le convierte en el mejor negociador cuando las cosas se ponen «black»?
Siempre he creído en la política de la mediación, pero me temo que en este caso hay muy poca.
¿Qué parlamentario europeo, en una negociación, cede más ante una tortilla de patatas?
Los alemanes, sin duda.
Usted es navarro. ¿Podría decirme si la Comunidad foral está embrujada?
No, Navarra no está embrujada, y lo que tenemos que hacer los navarros es reaccionar ante la desdicha que están provocando Sánchez y el socialismo navarro con este gobierno absolutamente entreguista con Bildu. Navarra no se merece eso.
¿De qué montaría un lobby?
Primero para mí están el vino, las aceitunas españolas y la defensa de las mismas, porque la administración norteamericana no ayuda nada. Pretenden boicotear los productos españoles.
Con la que está cayendo, ¿no preferiría a estas alturas ser psiquiatra como era su padre?
Ya lo soy. De hecho creo que me han ayudado mucho en mi carrera política los 30 años escuchando a mi padre sobre la personalidad española.
¿Qué patología ha detectado en la nueva era, el complejo de Dios?
Yo diría que una disociación de la realidad. Curiosamente, quienes venían a imponer realidades de la calle a la política son los que más disociados están de la realidad y por eso tenemos este caos en la formación de Gobierno.
¿En Bruselas son más cuerdos?
Las instituciones europeas, en general, son bastante más cuerdas. No así el Parlamento Europeo donde cada cinco años, por desconocimiento o descuido, los votantes nos envían a un montón de locos. Por eso, el fenómemo Puigdemont es uno entre muchos. A díario hay seminarios sobre el fin del mundo, la crisis energética en Asia, las horas laborales que debe tener un perro...
A usted que le gustan tanto los aviones, ¿cree que el PP está perdiendo altura?
Todo lo contrario. Está en un régimen de ascenso mantenido a varios miles de pies al minuto.
¿Son como el pueblo pitufo de Málaga que ya no pueden tener a sus figuras de siempre?
Somos más bien el pueblo de Ásterix y Obélix, porque frente a ataques constantes que ha tenido el PP durante años creo que somos como esa aldea irreductible del centro derecha. Casado tiene delante una etapa complicada, pero llegará. Y eso hace que seamos menos pitufos y más grandes.
¿Le consta que alguien vaya a tatuarse el nombre de Úrsula –presidenta del PE–?
Pues todos los del PPE, por supuesto, para los próximos cinco años. (Risas).
¿Sus hijas son sus mayores asesoras?
Para mi sorpresa siguen la política más de lo que yo les hablo de ello. Por ahora emiten críticas desde el cariño. La de trece ya comenta dónde lo hago bien o mal y me pide más presencia en las redes.