Los mil y un invitados
El cine tiene los Goya, el teatro los Max, la música... En la música todos los días son fiesta, no cuenta, y en la literatura española, su gran noche es el Premio Planeta, una gran alfombra roja en la que los escritores no son los últimos de la fila, los que siempre quedan cortados en las fotos de grupo, sino las grandes estrellas. ¿Algún autor no ha soñado en alguna ocasión con ganar el Planeta? Eso es como preguntar si alguien no ha soñado alguna vez que le toca la lotería.
El Palacio de Congresos de Cataluña volvió a acoger la tradicional gala de los Planeta, que una vez más reunió a la plana mayor del mundo de la empresa, la política, la cultura, los medios de comunicación y un larguísimo etcétera hasta llegar a los casi mil invitados que abarrotaron el recinto. ¿Quién no quiere ir a la fiesta del año ? Por lo visto, nadie.
El presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, hizo de anfitrión de una gala que contó, entre otros, con Artur Mas, el presidente de la Generalitat. Junto a él, estaban la ministra de Fomento, Ana María Pastor, y José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, que seguro que tenían muchas cosas de las que hablar. Entre el resto de personalidades destacaban la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna, el consejero de Cultura en funciones, Ferran Mascarell, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, y Albert Rivera, secretario general de Ciutadans. Quien no estuvo fue la flamante nueva alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en viaje ofcial. En su lugar acudió Gerardo Pisarello, su primer teniente de alcalde. Aunque los grandes protagonistas eran los escritores y de éstos había unos cuantos. Best sellers como María Dueñas, grandes damas de la novela negra como Dolores Redondo, veteranas ganadoras como Lucía Etxeberría, Espido Freire o Clara Sánchez, viejos ganadores también, como Lorenzo Silva, Fernando Schwartz o Javier Moro, escritores de género como Carlos Sisí o María Zaragoza, grandes periodistas como Pilar Urbano, Marta Robles o Nativel Preciado, académicos como Carme Riera o Pere Gimferrer, divulgadores científicos como Eduardo Punset y un larguísimo etcétera. Todo género, estilo, forma y manera de escribir estaba representado, incluyendo nombres como los de Santiago Posteguillo, Jorge Molist, Carmen Rigalt, Teresa Viejo y Reyes Calderón.
Este año, además, el Planeta se volvió un premio cercano, al alcance de todos debido a una réplica del galardón que se expuso y que quienes lo desearan podían tocar. De esta forma, uno de los reconocimientos de las letras más difundidos en nuestro país se convertía en algo cercano, inmediato. Y un buen número de invitados no dudaron en acercarse a él.
Durante la cena hubo oportunidad entre los invitados de ponerse al día, para conocer qué se cocina en los ambientes literarios, una manera de saber antes de nadie cuáles serán las futuras novedades literarias. Santiago Posteguillo, por ejemplo, comentaba a sus colegas cómo está a punto de acabar su última trilogía con un volumen de más de 1.000 páginas que saldrá a comienzos del próximo año.
Muchos ganadores del premio aprovecharon para recordar ese día que les cambió la vida, «y ahora más, ya que el papel de la literatura es cada vez más minoritario», dijo De Prada. Por su parte, Lucía Etxebarría evocaba como «en el premio Nadal me dolía mucho las muelas y tomaba ansiolíticos. Como en los momentos de tensión me da por beber, pues acabé la noche que no recordaba nada. Cuando gané el Planeta, me aseguré de no beber nada y que no me volviese a pasar».
El sueño de un creador
También nostálgico se mostró Javier Moro, pero en su caso aseguró que se acordaba absolutamente de todo. «Claro que sí, hasta que me hicieron parar mi discurso porque al parecer me había pasado de tiempo. Pero fue fantástico. Toda la atención mediática que consigue un escritor es el sueño último de cualquier creador. Amplías tanto el abanico de lectores que es fantástico», sentenció Moro. Algo parecido comentaba Espido Freire, Fernando Schwartz y Lorenzo Silva. Casi todos los autores coincidían en un punto, la necesidad de que se oiga y se difunda la cultura mucho más en nuestro país. Por eso recalcaron la importancia que tiene este galardón en España. La velada concluyó cuando se acercaba la medianoche. «Espero que se lo den a un amigo», comentaba Espido Freire. La incertidumbre acabó con la presentación de los ganadores y los asistentes empezaron a despedirse hasta el año que viene. Porque quien viene al Planeta una vez, quiere repetir siempre.