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Lucía mi pediatra: «No me veo como princesa Disney, no cumplo los cánones»

Lucía Galán presentó en Madrid su quinto libro, «Cuentos de Lucía, mi pediatra» (Planeta), en un momento en el que su profesión está plenamente expuesta

Lucía Galán pone deberes a los padres al final de cada cuento
Lucía Galán pone deberes a los padres al final de cada cuentolarazon

Desde que se bajó del tren la semana pasada Lucía Galán Bertrand, «Lucía, mi pediatra», llevaba velocidad constante y en aumento. Se apea en Madrid para presentar su cuarto libro con Planeta, «Cuentos de Lucía, mi pediatra» en el que a través de Lola, su dicharachera protagonista de cinco años, nos enteramos de que las pediatras pueden ser divertidas, que la fiebre y los mocos no son malos, y que tenemos que respetar la diversidad y aprender a dar de comer a nuestros hijos y ayudarlos a dormir.

–¿Cómo es este nuevo libro?

–Son seis cuentos donde a Lola, que es la protagonista, le van a pasar una serie de cosas, que son las dudas que con más frecuencia me encuentro en la consulta. La fiebre, los mocos, las vacunas, la alimentación, los trastornos del sueño que veo todos los días... Y ahondamos en algo que es muy importante para mí: educar a nuestros hijos en la diversidad. Porque el hermano de Lola, Toni, tiene un Trastorno del Espectro Autista y es importante, no solo explicar al entorno de su familia en qué consiste, sino educar al resto de la sociedad en la aceptación, en la diversidad, en el acompañamiento, en la empatía y en la ayuda a todas estas familias. Está yendo fenomenal, vamos por la segunda edición en 15 días y es precioso ver como los padres me mandan cómo ellos parafrasean frases del libro...

–Y es tan osada que, además, les ha puesto deberes a padres e hijos en cada capítulo.

–Claro. La mejor manera de afianzar un aprendizaje es repitiéndolo. Esto lo hago en la consulta, cuando les explico, a veces le digo «ahora cuéntame qué vamos a hacer», para que afiancen. Y a los niños también: «Vas a dejar el chupete porque eres un niño grande y porque los dientes se pueden deformar. Ahora dímelo tú». Con los cuentos igual, me parece que es una opción estupenda para hacerles preguntas y que los padres se lleven los mensajes muy claros a casa.

–Según la dibujante de su libro, Nuria Aparicio, su influencia siempre fue Disney, ¿Es usted una princesa Disney?

–Yo dije: quiero un ilustrador o ilustradora que saque mucho las expresiones faciales. No me gusta esta moda ahora de niños inexpresivos todo grises y negros. Quiero mucho color, movimiento... Cuando conocí el trabajo de Nuria dije «esto es lo que quiero»: estas sonrisas estas caritas de pena, de enfado..., porque me define muy bien porque yo gesticulo mucho y muevo mucho las manos. Yo me reconozco en esos dibujos, aunque me ha puesto más cintura que la que tengo realmente pero... Princesa Disney no. No cumplo los cánones ni de familia tradicional, ni de príncipe azul, ni de vestido con zapatito de cristal. Yo estoy aquí después de mucho trabajo y muchas cosas que he tenido que dejar por el camino y me siento más guerrera que princesa; podría ser una princesa guerrera.

–Cada uno de sus libros va a una estantería distinta. ¿Dónde colocamos este?

–En infantil, en la librería de tu peque... Porque va a haber más.

–¿Más?

–En septiembre sacamos «La agenda de tú bebé», donde puedes recoger todos los datos, fotografías, cartas y mensajes desde que te quedas embarazada hasta que tu niño cumpla dos años. Y el año que viene va a salir «El gran libro de la pediatría». Va a ser el libro de consulta de la pediatría.

–La acaban de nombrar miembro del Consejo asesor de Unicef junto a Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo; Rosa María Calaf y Cristina Garmendia, entre muchos otros. Cuénteme una medida concreta que puedan llevar a cabo

–Cuando me llamó el presidente de Unicef le dije que yo no soy nadie en comparación con estas personas: «Que no Lucía, que necesitamos de tu energía, de tu fuerza; tu conoces de primer mano las necesidades de la infancia y además has estado sobre el terreno en Senegal y Níger». La idea es una primera reunión del consejo antes del verano, y ahí establecer una hoja de ruta de las distintas vías que vamos a seguir con una asesoría directa y cercana de qué podemos aportar cada uno. Confío plenamente en Unicef; llevo dos años colaborando con ellos. Se que esto no es un puesto, la foto y el postureo. Esta semana salió una iniciativa sobre la conciliación real, donde desde Unicef exigimos al ejecutivo, sea del color que sea, que de una vez por todas se tomen medidas por una conciliación real. Con una baja maternal de seis meses que es lo que recomiendan Unicef y la OMS para conseguir una lactancia materna exclusiva hasta ese momento, beneficios fiscales, incentivos, bonificaciones a las empresas...

–Hace unos días se supo de un brote de paperas en una universidad de Madrid, ¿qué ha podido pasar?

–En España lo estamos haciendo bastante bien con las vacunas. El brote de paperas que ha surgido no ha sido intencionado por un movimiento antivacunas. Han sido chavales en una universidad que están muy cerca unos de otros. Ha habido un brote que ser relaciona con un lote de vacunas administradas en unos años concretos –la Comunidad de Madrid alude a los fabricados entre 1985 y 1988 y entre 1995 a 1998– que parece que no tenían la efectividad que poseían los anteriores. Aunque parezca extraño, si la efectividad de una vacuna nos cae de un 97% a un 92, o a un 87, eso puede suponer un brote. Eso sumado a que en esas edades hay un sector de la población que sólo llevaba una dosis, y las paperas, como el sarampión y la rubeola, necesita la cobertura completa; aunque nunca hay una que cubra el 100%, sí que se queda cerca de un 98% es con dos dosis. Es muy importante revisar los calendarios de vacunas en todas las visitas del pediatra, tengan la edad que tengan. Hay que formar a nuestros futuros médicos, insistirles que en cada visita del niño, tiene que ir integrado, igual que les pesas y les mides, revisar la cartilla hasta los 14 para que nos pasen estas cosas.

–Los pediatras en masa os posicionasteis a favor de vuestra compañera de Sevilla en el caso del protocolo de abusos.

–La verdad es que fue un caso muy sonado y muy sentido dentro de la comunidad médica, porque nosotros somos pediatras y velamos por el bienestar ante todo y por encima de todo de los niños y de la infancia. Hemos sido formados para detectar una sospecha de una posibilidad de abuso sexual y, ante esto, nuestra responsabilidad profesional y moral es notificarlo. Nosotros no somos jueces; no somos quienes para decir quién ha sido, o si ha sucedido o no, o determinar los detalles de la sospecha en sí. Pero lo que sí es nuestra obligación es notificarlo. Se montó un revuelo tremendo a raíz de esta compañera exponiendo su caso con nombre y apellidos, el resto de comunidad medica saltó en su defensa y, sobre todo, me llamó mucho la atención que el nombre de violadores, maltratadores y torturadores esté siempre en la prensa en iniciales, respetando siempre la presunción de inocencia, y el nombre de esta compañera apareció completo, con lo que eso supone para ella, para su familia y para su profesión. Afortunadamente ha salido recientemente que ya ha sido declarada inocente, cosa de la que nos alegramos muchísimo. Y la reflexión que yo hago es que en ningún momento los pediatras debemos sentirnos coaccionados ante la posibilidad de notificar una sospecha de abusos sexuales, porque después de ver por todo lo que ha pasado esta compañera me da un poco de miedo que algunos se lo piensen dos veces antes de notificar algo tan grave. Y al final, ¿quien pierde? Pues los de siempre, que son los niños.

–Si tuviera que elegir entre ser pediatra, pero no hablar con padres ni pacientes, y ser escritora, ¿con qué se quedaría?

–Entre pediatra y comunicadora o divulgadora, elijo pediatra; pero la pediatra que soy. La pediatra cercana, empática; sensible, y comprometida. Si no puedo ser una pediatra así, prefiero no ejercer. El día que me deje de emocionar con mis pacientes dejaré de ejercer.