Marco Balzano: No siempre quien resiste gana
El escritor italiano publica “Me quedo aquí”, una desconocida historia de resistencia en Curon Venosta, un pueblo desaparecido bajo las aguas
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El escritor italiano publica “Me quedo aquí”, una desconocida historia de resistencia en Curon Venosta, un pueblo desaparecido bajo las aguas.
Cuando uno se encuentra con el lago Resia en la región del Alto Adigio al norte de Italia, solo el campanario de la antigua iglesia de Curon continúa emergiendo del agua, tanto que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos del pueblo, “pero pocos de los que se acercan o se bañan en su playa saben qué pasado se oculta bajo sus aguas. Es una parte de la historia de Italia que nunca se ha contado, que no aparece en los libros de texto, ni en la literatura. No hay libros que narren lo que sucedió en esa zona fronteriza en su relación con el fascismo o con el nazismo”, explica Marco Balzano que publica en España su premiada novela “Me quedo aquí” (Duomo ediciones).
“Una historia trágica y muy fuerte que habla de las fronteras. Vemos cómo una zona libre, rica, con una gran variedad de intercambios, se colapsa con la llegada de una guerra y una dictadura que lo trunca todo. Con Mussolini y Hitler, la frontera deja de ser percibida como algo positivo y se transforma en un muro, algo que está muy vigente en Europa y América hoy en día por desgracia”, explica Balzano.
La historia arranca en 1921, el Tirol del Sur ha pasado de ser austriaco a ser territorio italiano, según los tratados de paz de la Primera Guerra Mundial. Cuando llegan los fascistas impiden a sus habitantes hablar su propia lengua, trabajar y vestirse como les parece. El Duce no solo impone el uso del italiano, sino que excluye a los aspirantes a profesores de habla alemana del mundo de la educación, eliminando así la identidad de miles de personas.
En este sentido, la novela de Balzano es también una historia de identidades violadas. Los hechos son reales, pero los personajes son ficción. Trina es una maestra de primaria que no puede dar clase y lo hace clandestinamente en alemán arriesgándose al exilio. Mientras tanto se casa con Erich y tiene dos hijos. Trina se convierte en mujer y en una madre que ve cómo le arrebatan a su hija al empezar la guerra.
Años más tarde, se proyecta la construcción de una presa hidroeléctrica que anegará el pueblo. Cuando empiezan las obras del embalse, Erich y Trina organizan una resistencia contra una multinacional y contra la indiferencia del Estado. Curon acabó desapareciendo bajo las aguas y hoy es el lago artificial de Resia del que solo emerge el campanario de un pueblo que ya no existe. “Me llegó al corazón la llegada de la multinacional que presentaba la “maravillosa” idea de construir un embalse para promover la energía, el progreso, etc. en contra de dos aldeas que había que destruir y todo ello sin pedir permiso alguno a la ciudadanía. Hitler no la hace, Mussolini tampoco, se hace cuando llega la democracia, en periodo de paz –asevera- y lo peor es que al poco tiempo el embalse deja de funcionar y se convierte en un lugar turístico. El denominado “progreso” al final acaba generando violencia y destrucción. Para Balzano, la disyuntiva es: ¿el progreso siempre es progreso? ¿Lo es cuando se recurre a la violencia para instalarlo?”, se pregunta.
Pero si algo caracteriza al personaje de Trina “es el sentido de resistencia –explica-, al dolor de una hija que decide irse, a la violencia que se inflige a una comunidad, a una guerra no deseada, a la construcción de una presa sin sentido”.
La de Trina es una resistencia activa, igual que su esposo Erich, que se esconde en las montañas para escapar del reclutamiento obligatorio. “Yo quería resaltar su fortaleza, me interesaba construir un personaje fuerte y frágil a la vez, más fuerte como madre que como mujer. Ella se quedaría si supiera que su hija va a regresar, por eso quería resaltar esa dicotomía entre la fortaleza que tiene por un lado y su fragilidad por otro”.
Y prosigue: “Considero que las mujeres siempre han desempeñado un papel fundamental y determinante en cualquier proceso de resistencia. En Curon, el último personaje que abandona, que permanece ahí es Trina, que es real, es la última en abandonar la aldea. Está sentada en la mesa, tiene las ventanas cerradas, sabe que ha perdido, que se la van a llevar de allí, pero ella dice: “Io resto qui” (Yo me quedo aquí)”, concluye.