Museos

Méndez de Vigo «pone en riesgo» una colección de 800 millones

Carmen Thyssen y el ministro de Cultura, en octubre de 2016
Carmen Thyssen y el ministro de Cultura, en octubre de 2016larazon

«Doña Carmen puede hacer con sus cuadros lo que crea conveniente de acuerdo a sus necesidades», decía el ministro el martes por la mañana, palabras que no gustaron a la baronesa.

El anuncio de que el acuerdo de cesión gratuita de la colección se prolongaba tres meses más lo realizó el ministro de Cultura poco antes de las siete de la tarde, una noticia que llegaba «in extremis» el mismo día en que el plazo para lograr un entendimiento expiraba. Desde el Congreso, Méndez de Vigo advirtió que «hemos quedado en seguir hablando», al tiempo que añadía que «tenemos tres meses para pensarlo, hablarlo y matizarlo», y eso que por la mañana aseguraba que «no sabemos cuál va a ser la decisión de la baronesa». En este periodo de noventa días los abogados que representan los intereses de la baronesa, el bufete Baker & McKenzie y el despacho español Pérez de Ayala, tendrán que reunirse con los representes ministeriales. Así explicó el ministro lo que le pedía la baronesa: «Me ha dicho que lo que quiere es que la colección pueda salir, pueda viajar a otros países, tenga más vida que la que tiene en estos momentos, y algunas consideraciones que ha hecho y que vamos a estudiar. Evidentemente todo tiene que hacerse dentro de la ley. Existe un acuerdo marco que es el que se firmó en 2002 que establece las relaciones y que dentro del mismo vamos a ver como podemos actuar con flexibilidad para dar acomodo a todo el mundo. En una conversación telefónica estas cosas no son fáciles de hablar por eso le he pedido que sean sus abogados los que se pongan en contacto con Cultura». La colección, formada por 430 obras está valorada alrededor de 800 millones de euros.

Demandas por escrito

Desde el entorno de la coleccionista se asegura a este diario que Carmen Cervera se quedó cuando menos extrañada ante las palabras de Méndez de Vigo sobre la posibilidad «de hacer lo que crea conveniente con sus colección porque los cuadros son suyos», afirmación que no le pareció correcta y no le sentó nada bien a la mecenas, que echa de menos un trato más cercano y que en esta ocasión ha hecho constar por escrito sus demandas y peticiones para que el Ministerio no albergue la menor de las dudas: un régimen de disposición, movilidad y exposiciones mundiales de las obras, así como un régimen fiscal de la cesión y de dedicación a la misma y las funciones de desarrollo cultural previstas en el acuerdo con el Ministerio de Educación suscrito en febrero de 2000, así como la revisión del régimen jurídico de las obras. La pregunta estaba en el aire y el titular de Cultura tuvo que contestar el martes: ¿podría romperse el acuerdo con la baronesa y que decidiera llevarse sus cuadros de España? «Hay que distinguir entre la colección del barón, cuyas obras forman ya un museo nacional, y la de doña Carmen. La titular de las mismas es ella y ella quien puede disponer de los cuadros. Ha manifestado que le gustaría que pudieran seguir siendo expuestos, a nosotros también nos gustaría, pero entendiendo que puede tener alguna necesidad de disposición de los mismos. Vamos a ver si podemos encajar ambas posiciones».

Acuerdo obsoleto

La baronesa recordaba asimismo que el convenio suscrito en febrero de 2002 y sus sucesivas prórrogas estaban «obsoletos». Tras finalizar en 2013 el convenio que regulaba la cesión gratuita al Museo Thyssen de esta colección, «el futuro de la misma ha entrado en una situación de inseguridad jurídica, sometida a renovaciones anuales cortoplacistas y sin abordar aspectos esenciales para su futuro», que son los tres puntos expuestos anteriormente sobre los que desea que pivote la negociación. Desde febrero de 2011 se ha prorrogado cada año la cesión gratuita, después de que finalizara el período de doce años fijado inicialmente para que la colección privada pudiera permanecer en el museo madrileño. Está claro que la baronesa desea, tras años de sucesivas prórrogas, que su voz se escuche y sus pretensiones se plasmen en un acuerdo, de ahí que emitiera el lunes un comunicado que no admitía dudas sobre su postura: «Deseo profundamente que mi colección de arte pueda seguir en España de forma permanente siempre y cuando tenga un marco legal que respete y proteja el valor de esta colección única, que garantice la accesibilidad y movilidad de las obras para poder llevar a cabo exhibiciones en todo el mundo y para dotar a la colección de mayor visibilidad. En definitiva, que se ofrezca un marco jurídico equiparable al de las grandes pinacotecas internacionales». En estos términos se expresaba para LA RAZÓN. Era absolutamente contundente al afirmar: «No me quiero ir de España, que quede claro, y no deseo percibir un alquiler. Tampoco vender nada, sino tener las cosas lo más claras posible». Es precisamente esa falta de claridad por parte de Cultura lo que ha molestado a Carmen Cervera, que se lamentaba también de que la petición de haber creado una comisión tripartida, que pidió el pasado mes de diciembre, cayera en saco roto y jamás se convocara. «No me hicieron caso», explica, extremo que destacaba también en el texto que vio la luz el martes: «Por razones que desconozco no ha sido posible crearla, lo que me ha obligado a solicitar al Ministerio de Cultura la puesta marcha de los mecanismos administrativos para iniciar el traslado de mi colección a otras sedes o países». Esa «movilidad» no es novedad en la trayectoria del Museo Thyssen, pues durante el periodo en que Tomás Llorens estuvo al frente de la dirección artística (de 1991 a 2005), una media de unas sesenta obras pudieron viajar desde Madrid hacia diferentes puntos del mundo, como así lo explicaba la baronesa, lo que no ha sucedido desde que Guillermo Solana ocupa el puesto y lo que ha motivado, según se señala desde el entorno de la baronesa, un importante descontento en quien es la vicepresidenta del patronato del Museo Thyssen-Bornemisza, que desea que sus obras puedan verse en otros lugares del mundo y no como parte de exposiciones. Quedan noventa días para llegar a un acuerdo.