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Miguel Poveda: «Nadie expresó el duende como Lorca»

Presenta «Enlorquecido», un disco consagrado al poeta y denuncia que en Cataluña «se ha llegado a la agresión».
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Presenta «Enlorquecido», un disco consagrado al poeta y denuncia que en Cataluña «se ha llegado a la agresión».
Miguel Poveda (Barcelona, 1973) se pone más nervioso en las entrevistas que en los directos. «Nerviosísimo», aclara. «Estas formalidades me dan mucho corte», dice el Premio Nacional de la Música. Poveda es, a la vez, hijo predilecto de Badalona e hijo adoptivo de Sevilla. Nadie mejor que él, después de tres décadas de cante, para prestarle la garganta a Lorca. Publica «Enlorquecido», un álbum que llevará a una veintena de ciudades en los próximos meses.
–¿Cuál es el origen de este «enlorquecimiento»?
–La necesidad física e imperiosa de hacer este trabajo sobre Federico, un poeta que siempre me ha gustado de forma especial y con el que había caminado por los alrededores, pero esta vez me he metido en algo más concreto y ha sido un viaje tremendo. He viajado al centro de la tierra de su mundo que es inagotable y fue como si Federico me agarrase por la pechera. Entré en este trabajo de forma obseviva.
–¿Tanto?
–Sí, mucho, para mí el reto era conseguir hacer la música, porque me propuse hacerlo yo solo sin tocar el piano ni la guitarra, y la suya es una forma poética difícil para ponerle música. Y también quería elegirle yo solo los textos. Antes lo había hecho conjuntamente con Pedro Guerra o con el maestro Amargós (Joan Albert), y en este caso era un diálogo entre el poeta y yo y una responsabilidad, porque él es quien es, pero una vez que empecé a caminar ha sido como subir el Everest. He sentido una fuerza que me llevaba por lugares a los que yo no sabía que iba a llegar solo.
–¿Qué ha aprendido?
–He desarrollado cuestiones que ya sentía, como el compromiso social, el sentido de la justicia, el amor por lo popular y por lo culto, el compromiso por la cultura en general, y he descubierto que Federico no solo hay uno, sino miles. Él ya lo dice en una carta y yo la leí cuando ya había llegado a esa conclusión. Fue mágico. He tenido señales muy bonitas y me ha hecho creer que hay energías que se mueven cuando vas a hacer un trabajo con el amor más profundo. Existe una fuerza tremenda que mueve cimientos.
–¿Y cuántos Migueles Povedas hay?
–(Risas) Ahora mismo creo que solo uno, aunque he dejado en el camino muchos que ya no soy. Me he despojado de eso para ser el que quiero, más libre y maduro, y para el que empieza su carrera realmente, a pesar de que llevo 30 años cantando, siento que ya puedo caminar solo.
–¿De qué se ha despojado? ¿Qué es lo que no le servía?
–La inmadurez, la inexperiencia, la gente que no te aporta y te roba energía. Eso no es bueno para la salud y tu espíritu. Te puedes agarrar a lo verdadero, a lo auténtico, como ahora lo son mi hijo, mis cuatro amigos y mi música. Con eso soy feliz.
–¿Lorca le ha ayudado?
–Sí, a redescubrir a otra gente. Cuando entro en la obra, veo que habla de sus compañeros, porque era generoso para ensalzar a los demás. Y buscas e indagas. Me ha presentado a sus amigos, a quienes tenía respeto y cariño. Emilio Prados, Dámaso Alonso y todo su universo.
–Ha hecho una lectura seria.
–Fue mucho más profundo y espiritual de lo que pensaba. Ha sido un gran zarandeo espiritual.
–¿Por ejemplo?
–Me arrastró a los lugares donde él estuvo. Fui a la Residencia de Estudiantes y a Alfacar, donde lo asesinaron. Caminé solo o con mi hijo y fuimos a la Huerta de San Vicente, que me encanta. Quizá ha habido un poco de locura en este viaje.
–Para cantarle, ¿hace falta ser maduro, tener una vivencia?
–Hombre, yo creo que sí. Trabajar desde la madurez es más fácil porque hablamos de una dimensión muy grande. Aunque Lorca no tiene edad y todo el mundo puede cantarle. Pero para llegar a esta conclusión era el momento. A los 45 años y con 30 de carrera.
–Lorca luchó contra la intolerancia y fue víctima de ella. ¿Se identifica con él?
–Sí, claro. Son diferentes épocas, afortunadamente creo que vivimos en una más abierta y tranquila. Pero no hay que quedarse quieto, hay que luchar y dar pasos adelante, porque en esta sociedad cuando te descuidas vas para atrás.
–¿Por qué lucha usted?
–Por muchas cosas, como la igualdad, el respeto, la convivencia, sobre todo. Que está lo cosa un poco mala y agresiva. Pero con amor, con cultura, con música, teatro y cine, se pueden conseguir muchas cosas.
–¿Falta un poco de amor y de comprensión en Cataluña?
-Sí. Falta un poco de cordura. No un poquito, bastante. Siento que antes se convivía mejor, aun teniendo cada uno su mentalidad y su ideología. Y en mi familia tengo ideologías de todo tipo. Pero hemos llegado al extremo de no respetarnos y agredirnos, y en el universo somos muy poca cosa. Con lo que ocurre en el mundo, que esto sea un gran problema, me parece torpe. Es mucho más valiosa la vida humana que un trozo de tierra y se están perdiendo muchas en el mar, en países que necesitan nuestra ayuda, y ese es el trabajo más fuerte que debemos hacer, más que dividir y esas cuentiones, que yo no comparto aunque respeto.
–Lorca escribió sobre el duende.
–Sí, claro. Y daba unas conferencias maravillosas, creo que en La Habana y Buenos Aires. Era muy fabulador, y hay bastante de fantasía en lo que escribía, pero en el fondo nadie lo ha expresado mejor que Federico.