Alexander Pereira: «La Scala es la segunda marca más conocida de Italia tras Ferrari»
Lo dice con orgullo y saca pecho al asegurar que tras su llegada al coliseo los abucheos de la temida «loggione» apenas se escuchan. El superintendente del coliseo ha participado en un encuentro internacional celebrado en el Teatro Real
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El superintendente del coliseo ha participado en un encuentro internacional celebrado en el Teatro Real
Alexander Pereira es un hombre afable, bastante más alto de lo que imaginábamos. Y viste con pulcritud. Ha sido uno de los responsables de coliseos líricos de todo el Viejo Continente que han participado en la Conferencia Europea de Ópera que se ha desarrollado en el Teatro Real desde el miércoles y hasta hoy. Desde septiembre de 2014 es director general y artístico del Teatro de la Scala, un coso convulso que no ha vivido sus mejores años últimamente. Que se lo pregunten a Stephane Lissner, que tuvo que lidiar con mano dura con sindicatos y trabajadores. Que se lo recuerden, que tampoco le faltará memoria, a Riccardo Mutti, cuando, cansado de tanto jaleo que ocupaba los titulares de «Il Corriere de la Sera», decidió poner tierra de por medio y de un portazo colgó la batuta del atril del foso ( cuando estuvo en Madrid evitó pronunciarse sobre La Scala y su etapa en el coliseo, pues le dejó un regusto amargo). Y sin ir más lejos, al propio Riccardo Chailly y al señor Pereira, cuando el 1 de mayo, con el estreno de «Turandot», la cosa se puso más que fea a las puertas del teatro. Pero sólo a las puertas, pues dentro la ópera se desarrolló sin problemas. El público, dicen algunos cantantes, se ha vuelto más arisco, más agresivo.
Casos como los de Cecilia Bartoli y Piotr Beczala, abucheados hasta el delirio (el tenor escribió tras el incidente «arrivederci» en su Twitter y hasta hoy y la mezzo dijo que «hasta a Verdi le habían abucheado en La Scala»), o Roberto Alagna, lo han dejado constar en su historia más reciente. Con Pereira (austriaco de nacimiento, de 1947) en el despacho del intendente la casa de la ópera parece que va a inaugurar una nueva etapa. ¿Mejor? Digamos que simplemente distinta. Los abucheos, dice, con mucho orgullo, van a pasar a la historia: «Desde que he llegado se han acabado. No hay protestas. La gente está siendo muy amable. El director de la orquesta ha tenido un éxito espectacular con ‘‘Turandot’’ y los colaboradores están muy dispuestos a ayudarme en todo. Me siento tranquilo y feliz por estar en este teatro», explica. Vamos, que con Pereira al frente los «buuu» son cosa del pasado. Vamos a ver si Beczala vuelve al redil. Lo que tiene claro es que se se le mirará con una lupa: «Tengo muchas ganas de trabajar, aunque soy consciente de que se publicará en la prensa lo que hago. Estoy preparado para la batalla. Si he comido un bocadillo a las diez se preguntarán al día siguiente por qué no lo hice a las doce», comenta con una sonrisa maliciosa. En cualquier caso es consciente de que ha llegado a un templo lírico con sus contras, pero también con grandes pros: «Me siento feliz en Italia y en Milán. Además, después de Ferrari, La Scala es la segunda marca más conocida de Italia», responde con una nueva carcajada. Allí aterrizó proveniente del Festival de Salzburgo y después de haber llevado a buen puerto la Ópera de Zúrich. Incluso su apellido se deletreó antes que el de Mortier para ocupar la dirección del Teatro Real, aunque el belga le ganó la partida. De él recordaba ayer, con cierta ironía, su manera de ser: «Gerard era un hombre competente con unas ideas maravillosas, lo que sucedía es que cuando se despertaba de madrugada, a las cinco o las seis, pensaba en proyectos geniales y a medida que avanzaba el día no sabía cómo ponerlos en pie. Creo que se tenía por el más grande. Su manera de ser le convertía en alguien bastante especial», declaraba ayer frente a un grupo reducido de periodistas.
Que los niños se acerquen a la ópera
Al poco de que su vuelo tomara tierra en Madrid, el director debía pronunciar una conferencia en el Teatro Real. Sin embargo, no quiso dejar a un lado a los medios. Cuando se le preguntó por el contenido de su ponencia él, sin querer desvelar de qué iba a hablar dijo «que no lo sabía, que iba a improvisar», lo que fue una manera de contestar, pues el tema lo llevaba aprendido y bien sabido. El nuevo intendente «scagliero» sabe de la importancia que tiene involucrar a la sociedad civil en todos y cada uno de sus estamentos, en los proyectos culturales de una ciudad como Milán, lo mismo que tratar de sumar nuevos públicos a los ya existentes. Lo sabe y acaba de ser protagonista de un milagro similar al de los panes y los peces. Pensó que sería bueno acostumbrar a los niños desde chicos a familiarizarse con la ópera. Y dicho y hecho. Después de unas representaciones en La Scala de «La cenerentola» de Rossini, los cantantes se mezclaban en el foyer con los niños que «hablaban con ellos, les preguntaban por un montón de cosas. Los críos abrían mucho los ojos y demostraban un enorme interés y curiosidad. Decidimos, al ver la aceptación, ampliar el número de funciones y se llenaron todas. La recepción resultó fantástica. Acudían para aprender. Y estaba seguro de que si conseguimos hacer fiel al público infantil, volverá. Sabía que no me equivocaba porque esos niños forman el público del mañana», explica en un inglés al que se intuye cierto deje alemán.
Tiene fuerzas y ganas no le faltan. Que nadie piense que a Pereira le va a poder echar para atrás una huelga mal curada. No. Habla de solidaridad cultural, de esa casi exigencia que tiene que hacerse realidad entre los directores de museos y los de teatros, entre programadores de la cultura: «La situación hoy no es la que vivimos ni en los ochenta ni en los noventa. Necesitamos pedirle a la gente que nos ayude, que colabore con nosotros, que nos posibilite la manera de financiar nuestros programas». En Europa, la labor de los «sponsor» es cada vez más evidente y activa. «Tiempo atrás no estaba demasiado bien vista.Y esa solidaridad es fundamental. Tenemos que consolidar esos cauces, llevar a la realidad la necesidad de que el público se interese y conseguir crear un sistema en que se involucren los miembros que forman parte de la sociedad. Estamos en el camino pero necesitamos mejorar», comenta. El gran problema es cómo mantener hoy los teatros abiertos. La gente se tiene que involucrar. El dinero está ahí, pero no acaba de llegar. Tenemos que crear un nuevo sistema que se base en la solidaridad y en una redistribución de los impuestos que, para mí, se van en cosas que no me interesan, como la policía o los bomberos. Si quiero que el teatro exista en el futuro he de hacer mi contribución. Todos los días enciendo una vela por el sistema de los teatros europeos».
El talento italiano
En La Scala, tenía claro en la cabeza lo que quería hacer: si el público demanda una serie de títulos de repertorio hay que ofrecérselos, aunque combinándolos con otros menos conocidos. No olvidarse de quien ocupa el patio de butacas ha sido clave para el director artístico, que se deshace en halagos hacia los italianos, «que demuestran una enorme sensibilidad y al tiempo una vulnerabilidad también enorme. Con el corazón en la mano digo que los italianos son los que poseen más talento del mundo», explica sobre las exageraciones que se han producido tiempo atrás en la famosa y temida «loggione». Cuando se le menciona el caso de Bartoli vuelve a esbozar una media sonrisa. Ella también sufrió en sus carnes el mal talante de los protestadores, que la llenaron de improperios. «Cuando la ofrecí volver y la dije que estaba deseando contar con ella me miró como preguntándose: ‘‘¿Pero este tipo qué me está diciendo?’’ Se le abrieron los ojos como dos platos. La volveremos a tener con nosotros el 27 de octubre dentro de un programa sobre Vivaldi», desvela. Con quien los esfuerzos aún no han dado resultado es con Alagna, a quien el público sigue sin perdonar su espantada de 2006. Hoy se conocerán las conclusiones del simposio que ha reunido a representantes de más de 140 teatros y festivales líricos de 35 países para debatir el futuro del género, que pinta bien, después de haber escuchado a Pereira y conocer nuevas fórmulas de difusión.
Brindar con «La traviata», un planazo
Las predicciones meteorológicas auguran para el día de hoy en Madrid un calor atorrante como el que sufrimos ayer. Sol y más sol para poder pasar una tarde al aire libre disfrutando de «La traviata» (en la imagen, Leo Nucci como Giorgio Germont). Todo Madrid se transformará en la obra verdiana. Les contamos: además de la pantalla que se desplegará en la Plaza de Oriente –y que hasta la hora de la función emitirá fragmentos de óperas que se hayan visto en el coliseo; la lista es inmensa–, gracias a la que el público podrá disfrutar sentados (800 sillas se han dispuesto) de la ópera, doce parejas de Violettas y Alfredos ataviados con trajes tal si estuvieran en el montaje del coliseo animarán al público a cantar durante el brindis. ¿Que no se sabe la letra? Excusas: «Libiamo, libiamo ne’lieti caliciche la bellezza infiora...». Podrá seguirla porque se repartirá el texto. Y usted seguro que querrá levantar su copa y brindar igual que si formara parte de la fiesta de la descarriada heroína de Verdi. Si desea llevarse un recuerdo fotográfico y convertirse en la señorita Valery también lo podrá hacer. Y si no desea presenciarlo al aire libre (habrá sorpresas y saludo de los cantantes) y prefiere hacerlo a cubierto y no pasar tanto sofoco, puede elegir entre seguirlo desde los auditorios del Museo del Prado y del Reina Sofía, el Museo Thyssen, La Fundación Canal o el Matadero, pues la ciudad entera se convertirá por un día en «espacio Verdi». A Madrid se sumarán Segovia, Sevilla, Granada, Pamplona y Vitoria. Si se ha quedado con ganas de ver por dentro el Teatro Real podrá visitarlo por la mañana en una jornada de puertas abiertas.
Plataforma de ópera
La comunidad on line está de enhorabuena porque a partir de hoy puede acceder a una plataforma dedicada en exclusiva a los amantes de la ópera, que son muchos. El programa Europa Creativa de la UE ha apoyado www.theoperaplatform.eu , creada por una asociación dirigida por Ópera Europa y quince compañías de ópera, entre las que se encuentra el Teatro Real. Esta disponible en inglés, francés y alemán y ofrecerá contenido libre. La temporada europea añadirá como mínimo unnuevo título al mes, subtitulado en seis lenguas y estará disponible a la carta durante seis meses. The Opera Platform se lanza con la emisión hoy en directo desde el Real de «La traviata».