Entrevista

Chambao: «Parece que importa más mi nombre que lo que haga en la música»

Tras 8 años desde el último disco de estudio, La Mari recupera la marca con la que creció en lo artístico y lanza «En la cresta del ahora»

Chambao saca nuevo disco: "La cresta del ahora"
Chambao saca nuevo disco: "La cresta del ahora"víctor chito

Le ha llevado un tiempo reconciliarse con el mundo de la música, y parece que ya lo va consiguiendo. «En la cresta del ahora» supone el regreso del flamenco chill y, por tanto, de Chambao. Y de La Mari. O de La Mari de Chambao. O del Chambao de La Mari. Al final, son lo mismo: un concepto musical que nació hace más de 20 años en Málaga, y que vuelve a revolucionar el sonido más tradicional. Este álbum, que recupera el nombre del grupo que creó «Pokito a poko», se presenta como una segunda vida, a través de canciones que hablan de crisis y experiencias personales, y que apelan a intentar disfrutar de cada momento con la mejor compañía: la de uno mismo.

¿Dónde se ha metido Chambao este tiempo?

En ocho años, como Chambao no he sacado nada. Lo que he estado haciendo yo, que soy Chambao, son proyectos puntuales.

En 2018 hizo un concierto en el Wizink Center de Madrid, bajo el título «De Chambao a La Mari». ¿Por qué ha decidido pasar de La Mari a Chambao para firmar este disco?

No ha sido una decisión rotunda. El concierto que hice en el Wizink para despedirme personalmente del nombre de Chambao fue por una crisis personal que tenía justo por esto. Por seguir hablando, sobre todo en entrevistas, de quién es Chambao, quién no es, dónde está... Llevo tantos años que parece ser que importa más eso que lo que pueda hacer a nivel musical. Cansada de eso, dejé el nombre de Chambao y me seguí llamando La Mari, a ver si así importa más lo que hago. La verdad es que fue una mala decisión, porque no tengo que huir de nada ni que dar más explicaciones. Estoy hartísima de contar esto. No sé si habría que hacer una rueda de Prensa o un comunicado al espacio exterior, pero estaba tan cansada que decidí despedirme en 2018 del nombre. Pero hace más de un año decidí sacar el siguiente disco como Chambao, ya que es mi proyecto desde 2001.

Quizá de un artista, además de su creación, importa también su identidad.

Desde 2001 ni siquiera me preguntan cómo llega el flamenco a tu vida, de dónde sale el flamenco chill o qué música escucho. Preguntarme más cosas.

En seis minutos de entrevista no me ha dado margen.

Sí, pero es que contar estas cosas lleva su tiempo. No puedo resumir qué he hecho con Chambao en ocho años.

En su música nunca falta el sur. ¿La canción «Espuma de sal» es un homenaje a su tierra?

Es un homenaje a Cádiz, una alegría electrónica. El homenaje que he hecho a Málaga y a mis padres se llama «El Molinillo y el Perchel», que son los dos barrios donde se criaron. Esta canción son verdales electrónicos, retomando ese cante, baile y tradición malagueños que vienen de una rama del flamenco.

En el mundo del flamenco femenino, María Jiménez abrió una puerta hacia la libertad

Chambao

¿Por qué hay que recuperar nuestras raíces?

Aparte de ser muy interesante, es normal que dentro de mi curiosidad entren la tradición y la cultura musical de la zona donde vivo, que ahonde e indague en el folclore malagueño.

¿Qué le aporta volver al pasado en estos términos?

Es como si escribes un libro, que antes te documentas, para aportar más datos y riqueza de lo que estás escribiendo. Pues en la música es igual, te enriquece.

¿Qué momento vive el flamenco chill en 2023 y con este disco?

Ha vuelto con Chambao, aunque nunca se fue. Las obras musicales se quedan grabadas para la posteridad. Yo me podré morir, pero esto se va a quedar toda la vida. El flamenco chill está como en el momento de su creación, en 2001, porque avanza.

¿Y en qué momento está el flamenco sin María Jiménez?

Era una fuera de serie, una tía súper culta, súper adelantada a su época, una persona con fuerza y sensible a todo lo que le pasaba. A la música aportó lo más grande, le damos todos las gracias, y en el mundo femenino ni te cuento. Abrió una puerta hacia la libertad. Todos aportamos, hay muchas maneras de hacerlo, con miradas o con formas de ser, hasta los actos feos y malos dejan algo.

¿Qué quiere aportar con este disco?

Hacer las paces con mi propia historia musical. Hace ocho años que no sacaba ningún disco de estudio, y he estado en la búsqueda de mi propia identidad. Me he permitido este tiempo de caerme, de levantarme y de buscarme. El resultado es «La cresta del ahora», fruto de un crecimiento y maduración de mi persona. En el disco hablo todo el rato sobre una experiencia personal, dándome cuenta de que cuidándome a mí cuido al resto de las cosas que tengo a mi alrededor. La mente es muy compleja, pero vivir la vida son cuatro pasos: una buena alimentación, hacer algo de actividad física, descansar y practicar valores tan potentes que tenemos el ser humano, como la gratitud, la bondad o el amor incondicional. Nos falta fijarnos más en lo que tenemos, sin querer parecernos a nadie. Lo mejor que puede hacer una persona es conocerse.

Lo más difícil no es conocerse, sino seguir a la masa, ser un borrego, porque te olvidas de ti

Chambao

Lo mejor... ¿y lo más difícil?

No, lo más difícil es seguir a la masa, ser un borrego, porque te tienes que olvidar de ti. Estamos metidos en que el otro es mejor, y en ese desasosiego hay una frustración y una insatisfacción que ojito con ella, porque puede provocar, por ejemplo, suicidios o maldades.

En los últimos años ha estado estudiando sobre Inteligencia Emocional.

Me complementa, me ayuda a conocerme mejor, que es algo que tememos. Conocernos nos asusta porque no hay un patrón de ti. Por eso es más fácil parecerse al otro, copiar sus zapatos aunque después salgan callos. El ser humano tiene unos valores muy potentes como para desperdiciarlos. Y si te equivocas, de eso se trata. A andar se aprende viniendo del suelo.

La canción «Libre» dice «no negocies tu libertad», ¿también ha trabajado eso?

Eso se aprende en cada decisión. Para mí, significa no venderme al ego, ni a los miedos, ni a cualquier droga que me pueda adormecer. No vender mi alma.