RE: Selvático animal

Christina Rosenvinge: "Lo del fenómeno de la censura progresista me parece una amenaza fantasma"

Considerada como la gran dama del pop/rock de autor y un referente generacional, trabaja en una banda sonora y sacará disco en otoño

Christina Rosenvinge / Foto: Jesús G. Feria
Christina Rosenvinge lleva toda la vida en el andamio de la músicalarazon

Antes de comenzar a defender su arte con su solo nombre recorrió un sendero exquisito: Ella y los Neumáticos, Magia Blanca, Alex & Christina, Los Subterráneos. Pero desde hace ya demasiado tiempo es únicamente ella misma, con absoluta potestad sobre todo aquello que presenta. Y aunque aún es jovencísima, lleva toda la vida en el andamio de la música: niña precoz en los ochenta, ha vivido la transformación de la industria, el paso del vinilo y el casete al cedé, los años de abundancia y excesos, los de la sangrante «piratería» y los de la desaparición del disco físico. Con todo, cree que el presente es siempre el mejor momento posible y se niega a sublimar el pasado: «Estoy en contra del discurso nostálgico, porque se pierden unas cosas y se ganan otras. Aparte de los cambios de formato, se han amplificado las posibilidades técnicas a la hora de desarrollar tu creatividad. Sí se ha perdido algo de trabajo de local de ensayo, y lo echo de menos, pero conservo el entusiasmo. Hay que aprovecharse de las ventajas y no olvidar lo aprendido».

"No hay muchos ejemplos de mujeres que hayan pasado la barrera de los 50 y sigan con la guitarra eléctrica colgada"

Christina Rosenvinge

Ahora anda concentrada en la composición de una banda sonora «para una película mexicana que se estrenará el año que viene», explica, «“Hombres íntegros”, de Alejandro Andrade, que en un noventa por ciento es música instrumental. Y un reto. Ha sido muy bonito inventarme temas instrumentales y aprender de los grandes. Porque le he dedicado mucho tiempo al estudio». Además, tiene ya cerrado un disco, el undécimo en solitario, cuyo primer adelanto saldrá en el otoño: «Son las canciones que escribí para “Safo”, la obra dramática que se presentó en el Festival de Mérida y en el Grec [Festival de Barcelona], una adaptación que hice de los poemas y los versos y los fragmentos sueltos que quedan de Safo, más un par de temas que escribí inspirados en su obra». A Christina le acompaña la etiqueta, algo pesada, de autora intelectual. ¿Pero ella se ve así? «Es que la palabra intelectual está tan manoseada... Es verdad que he llegado a la música a través de las letras, y que soy letrista por encima de todo. Aprendí a cantar, a tocar, a componer, a producir, pero todo vino de la escritura. ¿Cómo me etiquetaría? Me gusta más hacerlo con verbos que con sustantivos. A veces recurro a esa expresión tan vaga de “artista multidisciplinar”. Porque, aunque no soy especialista en nada más que en la escritura de letras, tengo nociones de todo, lo cual es muy divertido».

Indie y popular

En Christina convergen lo indie y lo popular, aunque ella derriba esas barreras y habla de hacer la música que le gusta: «Es que lo popular y lo indie están ahora mismo muy indefinidos. Digamos que no hago música comercial abiertamente, aunque sí que tiene vocación de popular. Es decir, yo pretendo que todo el mundo entienda mis canciones, pero no hago las canciones aposta para que gusten a un montón de gente. Hago lo que creo que es bonito y necesario sin pensar en que tenga que ser un número uno ni reventar las listas, porque en esa carrera nunca me sentí cómoda». La popularidad se instaló en su vida gracias a aquel «¡Chas! y aparezco a tu lado», ya un clásico del pop español que creó junto al músico Álex de la Nuez. Pese a las diferencias que los llevaron al divorcio, tiene palabras de gratitud para su antiguo compañero: «Guardo un recuerdo muy bonito de los momentos de composición con Álex. Éramos una buena pareja de creación musical, nos compenetrábamos muy bien. Él era muy buen músico. Yo aportaba melodías y letras, pero aprendí muchísimo de él. Nunca hubo ningún conflicto a nivel musical, los conflictos fueron más a nivel personal y por cómo sucedió todo de rápido. Tuve la sensación de perder un poco el control, no sobre lo que habíamos hecho, sino por cómo se comunicaba, qué tipo de promoción se hacía, todo eso. El problema vino por ahí y porque habíamos sido pareja antes de que el dúo tuviera éxito y era una relación difícil».

"Pretendo que todo el mundo entienda mis canciones"

Christina Rosenvinge

Respecto a un asunto que afecta directamente al gremio artístico, el de la libertad de expresión y la llamada cultura de la cancelación, Christina tiene las ideas muy claras: «Mi visión sobre todo esto es positiva: hemos evolucionado. Hay cosas que se decían antes que ahora resultan inadmisibles, y me parece bien que haya una crítica abierta sobre esas cosas. No creo que haya censura, sinceramente. Cuando me hablan de cancelación y de censura me pregunto dónde está. ¿Por qué han sido cancelados Woody Allen y Polanski? ¿Han dejado de hacer películas? Que yo sepa, ambos han estado en el Festival de Cannes. Han recibido críticas públicas, pero eso no quiere decir que sus carreras hayan acabado. Habría que hablar caso por caso, pero se está creando una impresión generalizada de que existe un fenómeno de censura por el lado progresista que me parece que es una amenaza fantasma. Yo veo a la gente de siempre diciendo las barbaridades de siempre, lo que pasa es que ahora se montan grandes pollos. En los años setenta había una enorme tolerancia hacia los abusos a menores, y me parece que se confundió libertad sexual con abusos a menores, y ahora resulta inaceptable. Y luego hay otra polémica distinta», matiza, «lo de que se eliminen escenas de películas o se omitan obras de arte que se pueden calificar como machistas o racistas sí me parece un error. El arte tiene que estar expuesto a la crítica y se puede exponer dentro de un contexto que, desde el presente, lo analice y lo critique por esas razones, pero forma parte de nuestra historia y tiene que seguir conociéndose y analizándose».

Pese a que ella no vive sojuzgada por el peso de tamaña responsabilidad, Christina es vista como la gran dama del pop/rock de autor y un referente para las generaciones más jóvenes. «Uno no se levanta por la mañana y se mira en el espejo, mientras se lava los dientes, pensando que es un referente», afirma entre risas, «porque te convertirías en una persona insoportable. Pero sí me alegro mucho cuando me encuentro con gente que muestra respeto y que me dice que soy un referente. Y me alegra ser una prueba con patas de que es posible hacer una vida de esto». Y no puede evitar hacer un elogio del superviviente en el que asoma el orgullo por su propia carrera: «Es que no hay muchos ejemplos de mujeres que hayan pasado la maternidad, e incluso la barrera de los 50, y sigan con la guitarra eléctrica colgada. Es muy positivo demostrar que esto se puede hacer y que es una vida feliz. Me siento muy contenta, sí».

CHRISTINA

*Por Javier Menéndez Flores

Christina se ha acostado un millón de veces sin haber dado con esa frase carísima con la que coronar una canción, y existen muy pocas torturas tan crueles como esa. En la feroz madrugada, mientras el cuerpo se agita casi febril, igual que si reposara sobre cristales o brasas o serpientes, la cabeza no deja de buscar las palabras necesarias para cerrar el broche y cruzar la línea de meta. Pero el sueño termina llegando, inclemente, y obliga a los ojos a entregarse con las manos vacías a una muerte momentánea.

Christina, que sólo es rubia por fuera, alberga tempestades que administra con el celo de un científico y nos las va desvelando en canciones que suelen entrar suaves por el oído para explotar a traición en un lugar indefinible entre la tráquea y el estómago, como esos besos que no avisan de toda la dinamita que llevan dentro. Porque algunos terremotos se presentan en forma de brisa y, por mucho que os cueste creerlo, pueden ser setenta veces siete más devastadores que aquellos que gritan todo el rato.

Hay rubias y rubias, y luego está Christina, que te mira igual que si te apuntara con una escopeta. Y es imposible no sentir un temblor ante ese paisaje ártico y falsamente hostil. Puedes tener hermanas que se llamen Debbie Harry, Nico, Faye Dunaway y Jessica Lange y desconocerlo, hasta que un día las escuchas y las ves, y la reacción es como la de ese animal que en el corazón de la selva observa su imagen nítida en un espejo.

Christina es inmune a las sucias garras del tiempo porque es más joven que esos jactanciosos jóvenes que ni siquiera saben que lo son y porque atesora la sabiduría de quien no renuncia a apresar la excelencia. Cosas de los artistas de veras, a los que les ha sido concedido el don de la juventud eterna y el de la foto infalible. Bella estirpe de doriangrays que se mezclan entre los marchitables mortales pero no pueden ser tocados por ellos, pues hay un halo alrededor, un escudo de luz intimidatoria, que lo impide.

Christina va en un coche a mil por hora y aunque sobrevenga la tormenta perfecta nunca la partirá un rayo. Y tumbada sobre las flores más raras del mundo, golpeada por el sol incisivo de julio, luce pálida porque su piel es tan del reino de la noche como la de los vampiros o la de los que están muertos o algo mejor.

(Nueva York ya no nos quiere, pero cuánto nos quiso. Y cuando vienen mal dadas, Bowie, Dylan, François Hardy, los Clash y Nick Cave son hombros que nunca defraudan. Y hazme un favor: diles a Edi Clavo y a Álex y a Nacho que muchas gracias por todo, pero que, aunque el ayer nunca se desvanecerá, la única luz en la que creo y a la que me encomiendo es la que despide el horizonte).

Christina es una maga porque, si quiere, hace ¡chas! y aparece a nuestro lado. Y también sin querer. La culpa es de esas canciones capaces de ponérnosla siempre tan cerca, en casa o en el coche o en un bar en el que, de pronto, cuando ella abre la boca, uno se siente menos solo, aunque lo esté indudablemente.

(Entre su labio superior y su labio inferior asomaba la empalizada de sus dientes, y más allá el premio de su lengua, y no había un solo mar en todo el mundo, ni aun en el universo sin final de la imaginación, en el que Christina quisiera entrar con tantísimas ganas).

Hay muchas rubias, miles, millones, pero sólo existe una Christina Rosenvinge. Mirad fijo esa melena que parece una antorcha e imaginad todos los pájaros que anidan en ella. Hacedlo, sí, y celebradla.