Música

Los Cogelones: el grupo de punk que habla con el espíritu mexica

El grupo mexicano, que mezcla el rock con instrumentos ancestrales, presenta su gira tras una ceremonia ritual en El Retiro

Los Cogelones, el grupo que mezcla punk-rock con el espíritu mexica
Los Cogelones, el grupo que mezcla punk-rock con el espíritu mexicaEric Boucan

Esta es la historia de un despertar, de un iluminar dentro. Se trata de la vida de cinco carnales (hermanos) que crecieron en Nezahualcóyotl (conocida como Ciudad Neza), una de las metrópolis con menos recursos e índices más altos de inseguridad en México, situada a las afueras de la capital. «El barrio donde crecimos y vivimos es duro: hay droga, violencia, secuestradores, violadores... Porque la pobreza genera eso. Nosotros fuimos educados en buenos valores, pero la economía te hace eso, te hunde. Es un lugar fuerte, violento, agresivo, pero también hay mucho arte, hay gente muy culta. Hay escritores y poetas... y también criminales peligrosos. Unos trabajan muy duro para sacar a delante a sus familias y otros trabajan duro para chingar al prójimo», dice gráficamente Marco, batería de Los Cogelones, el grupo mexicano que visita España por segunda vez, una banda de punk mezclado con los sonidos e instrumentos ancestrales de los mexicas, los pobladores originales de su país. Una fórmula musical y un camino en el que, probablemente, salvaron sus propias vidas. Su apuesta única fue ganadora del Observatorio Transoceánico impulsado por Fundación Gladys Palmera y mañana puede escuchárseles todavía en la Casa de México.

Quedamos con el grupo en la Puerta del Sol porque allí es donde se alojan y no es por casualidad. El Sol es el nombre de la colonia donde se criaron Los Cogelones y también el sol es el símbolo y la divinidad de los aztecas y los mexicas. Porque, en su camino hasta hoy, si algo han aprendido los componentes de la banda es el enorme peso y la trascendencia simbólica de nuestros actos. Pero eso fue después de algunas lecciones, porque, al principio, Los Cogelones solo hacían música para pasarlo bien y con ánimo antisistema, con el más puro espíritu punk destructivo. «De hecho, ni siquiera nos escuchábamos los unos a los otros. Tocábamos a la vez tratando de hacer el mayor ruido y de ir a la máxima velocidad sin prestar atención a lo que estaba haciendo tu propio hermano», comenta Marco, batería, como una metáfora de una vida anterior en la que no prestaban demasiada atención a nada. «Sin embargo, cuando grabamos el primer disco, con Pablo Valero, aprendimos a escucharnos», añade el batería.

Esa fue solo la primera cosa que aprendieron a escuchar. Porque, andando el tiempo, fueron a actuar a un festival. «Se llama Ofrendas Callejeras y se creó para acabar con la violencia entre bandas. Allí conocimos a una persona que nos dijo que teníamos cara de mexicas y que deberíamos aprender nahuatl y a danzar. Y aprendimos a danzar y se abrió una puerta», dice Marco sobre un hallazgo que les cambiaría la vida. Porque, a partir de aquel momento, los miembros del grupo sienten un camino interior y se lanzan a recorrerlo hacia afuera. Buscan para ello a quienes saben. Hablan con maestros que mantienen la tradición viva, una de las que apenas existe literatura: «Es romanticismo que habla del pasado y encima de las cosas más aburridas, como un cuento... La cultura mexica está viva hoy, no es eso antiguo de lo que hablan».

Los miembros del grupo descienden de hablantes de nahuatl pero crecieron de espaldas a su cultura. «Fue como abrir una puerta... y el brillo... algo enorme». Ese amanecer en la cultura mexica fue orgánico, no impostado. Fue un proceso natural embrionado en la curiosidad, que ellos explican como podría hacer cualquier chaval de barrio de Madrid, con los ojos encendidos y la risa incontenible. «Nos llevó a situaciones de aprendizaje de energías muy fuertes. Veíamos y queríamos probar, sentir. Y nos fuimos acercando a los maestros. Pasamos por las iniciaciones, que son fuertes. Dejas de comer cuatro días y cuatro noches y te dejan en la montaña solo y te dicen que, si aguantas, te enseñan. Y por ‘‘pinche’’ orgullo aguantamos, porque teníamos ganas de bajar el primer día», ríe Marco. Primero fue inconsciente; luego, a conciencia. «Estudiamos el nahuatl, la filosofía, el calendario maya... Todo. Pero lo entendemos porque lo vivimos, no como si fuera algo del pasado». Fue algo tan natural que casi pareciera marcado en el destino escrito en el firmamento. Y así es como se llegó a la pregunta: ¿Quién dijo que para ser punk haya que vestir muñequeras de tachuelas o cazadoras de cuero? Así es como esta banda, única en el mundo, hace rock con el teponaztli, el huehuétl y la ocarina. No se pierdan el ritual más punk.

Un árbol carnal

Los Cogelones practicaron en Madrid una ceremonia ritual, una danza que pedía «permiso a las esencias espirituales para poder iniciar una gira. La primera vez que vinimos, fuimos a caminar al parque del Retiro y nos encontramos un ahuehuete -árbol que es símbolo sagrado de los mexicas- y sentimos que fue muy bonito. Es una especie en peligro de extinción y verlo aquí y de ese tamaño... fue bonito. ‘‘¿Qué haces aquí, carnal, tan solito?’’, le preguntamos. Casi platicamos con él. Y quedamos en que, si regresábamos, debíamos a hacerle una ceremonia. Le hablamos a algo que es más grande que los humanos. Le hablamos a las esencias de las cosas. Y Madrid nos ha abierto las puertas».