Jamie Cullum, a todo jazz
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El británico presenta en Madrid su recientísimo trabajo, «Interlude», que considera su álbum de jazz más puro
Aquí está otra vez la batidora de jazz de Jamie Cullum (Inglaterra, 1979), un artista que mantiene casi un idilio con el público español, que llena sistemáticamente sus conciertos desde hace unos años. Por eso, saluda al otro lado de la línea con un «hola, ¿qué tal?» antes de recibir un «good morning». Pero hasta aquí: fin del español. «No sé bien por qué, pero me siento muy bien acogido en vuestro país, que conozco bien y que cada vez me gusta más. Ando investigando en la tradición musical española y, cada vez que oigo algo nuevo, me hace sentir muy humilde», dice el menudo artista inglés, que fuera niño prodigio de la escena británica, y que actúa en Madrid los días 23 y 24 de octubre para presentar su recientísimo trabajo (salió a la venta el martes 14) «Interlude».
Con Gregory Porter
Con Cullum el debate siempre surge en torno a las etiquetas aplicables a su estilo. El pertinaz debate en torno a cuánto de jazz hay en su música delata a los puristas y aburre al británico. Hasta la fecha, Cullum siempre contestaba con evasivas sobre su pedigrí, pero con el nuevo trabajo parece que va venciendo el pudor de declararse un jazzman. «Para explicarte cómo me siento a ese respecto, te puedo contar cómo surge el disco. Es resultado del encuentro con Ben Lamdin (que firma como Nostalgia 77), un productor que, como yo, ha llegado al jazz pero creció escuchando rock, hip hop y drum ‘n’ bass. Nos conocimos, nos entendimos y lo preparamos todo. Lo que aparece en el álbum es el resultado de tres días en un estudio. Así de simple. Y ese espíritu de aventura y de descubrimiento, de no pensar nada más que en grabar buen material lo resume todo». La máxima «el momento cuenta» es la «a» del abecedario del jazz. «Absolutamente. Ese feeling es la clave. Asumir que el coste de una toma enérgica es una grabación con imperfecciones, con zonas rugosas, con asperezas en la voz o la parte instrumental. Y para eso hay que estar preparado, porque suena humano y vivo, y no siempre nos gusta eso», comenta Cullum. Así que éste es el disco de jazz más puro que ha grabado. «Absolutamente. La imperfección es, en algunos sentidos, perfección para mí».
El disco suena como lo describe Cullum, más desnudo y menos cerca del «pop de cámara» de sus anteriores discos, aunque por fases la orquestación es algo aparatosa. En todo caso, el popurrí sigue siendo la seña de identidad del pianista. En «Interlude» todo son versiones, como era habitual en sus trabajos, pero el repertorio no puede ser más variado: se atreve con una versión de un clásico como «Don’t Let Me Be Misunderstood», que en origen fue un tema compuesto para las coordenadas jazz de Nina Simone pero popularizado por los rockeros The Animals, liderados por Eric Burdon. Y lo cierto es que la versión se sostiene principalmente por la aportación de Gregory Porter, un artista en ascenso meteórico que colabora en el tema llegando con su voz adonde no puede Cullum. También afronta la dramática y bella «The Seers Tower» (Sufjan Stevens), y clásicos de Dizzy Gillespie o Randy Newman. En el anterior trabajo del británico, «Momentum», se había atrevido en cambio con 10 canciones originales. «Volveré a escribir, seguro, pero en este momento necesitaba un acercamiento puro y rápido al jazz, ya sabes. Era un impulso que tenía que llevar hasta el final», comenta. En aquel disco, el más personal del músico, las canciones trataban sobre envejecer, aunque en éste no hay un mensaje rastreable. «Pienso que lo que da sentido al disco en su conjunto, pero sólo puedo hablar desde el punto de vista del creador, es tomar conciencia de nuestra naturaleza humana. Aceptarnos con nuestras imperfecciones igual que disfrutamos de canciones que tienen fallos, y, al mismo tiempo, tomar esas dificultades como una parte de nuestra vida y de nuestra esencia». Otra sentencia muy jazzística. «Bueno, puede que sí. Si, supongo que ya puedo decir que soy un músico de jazz. Me siento más de esa manera». Bueno, ahora lo que queda es mejorar el español. «Espera y verás, que la semana que viene vas a notar los resultados (ríe)».