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Lisette Oropesa: “Cantando bel canto no puedes dejar de estudiar la técnica vocal, porque si no, estás muerta”

La gran soprano norteamerican vuelve al Real para interpretar por primera vez 'Maria Stuarda', la ópera de Donizetti
Lissete Oropesa
Lissete OropesaCrystal Green

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No sorprende ya en la soprano Lisette Oropesa su magnetismo y su talante alegre y extrovertido, estando en Madrid “juega en casa”, con un público con el que tiene una especial relación y complicidad. Aún se recuerda su bis en «La Traviata» que nos sacaba del confinamiento, que hizo historia por ser el primero de una mujer en el Real. “Fue un momento muy especial, algo inolvidable para mí”, manifiesta. Llena de expresividad y energía, Oropesa habla con naturalidad sin las ataduras de lo políticamente correcto. Nacida en Nueva Orleans de padres cubanos, corre sangre española por sus venas. De pequeña comenzó con la flauta, pero su madre la aconsejó para que fuera cantante. “Creo que acerté haciéndole caso”. Con 22 años debutó en la Metropolitan Opera House de Nueva York y, ahora con 41, reconocida y aplaudida en los mejores teatros del mundo, asegura “estar en un momento de madurez”. La soprano vuelve al Real para encarnar por primera vez a Maria Stuarda en la ópera homónima de Gaetano Donizetti. “Para mí es una felicidad cantar en esta ciudad que tanto me gusta y en este teatro”. Por fin se ha decido a abordar este rol “tenía miedo de que fuera demasiado bajo, porque los ejemplos que tengo en mente son de mezzosoprano, como Joyce DiDonato, pero en este punto de mi carrera mi voz está creciendo en el registro más lírico y los agudos, que siempre me han sido difíciles, afortunadamente aquí no hay tantos que cantar”, explica. 
Para ella, los mayores retos vocales y escénicos del personaje “están en la segunda parte, donde canta la confesión, que es lírico, pero también dramático, la escena de la plegaria, seguida por la de la muerte son tres arias muy exigentes, veinticinco minutos seguidos sin parar de cantar”. El siguiente reto sería cantar la trilogía Tudor completa. “Lo estoy considerando, pero depende de cómo se vaya desarrollando la vida y la voz, no quiero ser una idiota, ni perder años de mi carrera por ambición o el orgullo de contar con haberla cantado -expresa convencida-, no es que sea imposible, es que no quiero forzarme a entrar en un camino del que no pueda volver. Este es probablemente el papel más ligero de las tres para soprano, el más apropiado para mí para empezar este viaje de bel canto y en mi crecimiento como artista”. Una voz que ha evolucionado con los años. “Tengo 41, pero creo que todavía tengo las agilidades bastante fáciles y lo que debo hacer es buscar colores y más facilidad con los agudos, el sobreagudo jamás ha sido fácil para mí”, confiesa, aunque reconoce que la técnica belcantista le va bien “porque no es solo agilidades ni tampoco canto lírico solo, lo realmente difícil del bel canto es su duración, ¡no hay un papel corto!, es tener que cantar dos horas seguidas, ¡lo mismo que una maratón!”.
La soprano siempre se ha considerado muy perfeccionista, “porque vale la pena, yo creo que una cantante que estudia, trabaja la técnica, la actuación, la emoción…siempre va a ser la mejor cantante, aunque no lo sea, si tú das un poco de todo, emoción, actuación, cantas con verdad, con autenticidad, eso es lo que llega al público, aunque cantando bel canto no puedes dejar de estudiar la técnica vocal, porque si no, estás muerta”, afirma con humor. En sus inicios sufrió cuestionamientos sobre su físico. “Creo que eso nunca cambiará, cuando empecé estaba más rellenita y me aconsejaron bajar de peso, mi cuerpo y mi voz han cambiado, pero también bajé por salud”. De ahí que siga siendo vegana y se calce las mallas para salir a correr. “Salgo por la casa de campo, la salud es fundamental en esta carrera, viajamos muchísimo, no dormimos siempre en la misma cama, cantamos, hablamos y el escenario requiere un esfuerzo físico importante, con el ejercicio resistes mejor y, además, conoces la ciudad”, apunta.
Pero si ser cantante es una carrera de fondo, ¿en qué momento se encuentra? “Quisiera saberlo de verdad (risas). Aparte de bromas, llevo veinte años y no creo que siga hasta los setenta años -aunque ya veremos, si hay público que quiera oírme con esa edad… ¡olé!- (risas). Vocalmente me siento en un momento de madurez, pero creo que me faltan unos diez años para llegar a la plenitud, al máximo de maduración de una voz, que está sobre los 50 años. Si todo sale bien y no me hago daño, espero poder cantar 10 años más”. Al menos está en un momento donde puede permitirse rechazar proyectos. “Qué fortuna y qué privilegio poder estar en ese punto donde puedes decir, lo siento, pero este papel no es para mí o con este director no me llevo bien, que sucede –asegura-. Yo quiero trabajar, seguir estrenando papeles y estudiando, no quiero ser una vaga, cantar tres obras y ya, hay tanto repertorio que me falta, que no quiero parar”.
A la soprano le encanta su profesión, pero hay unas cosas que lleva mejor que otras. “Lo que más me gusta puede ser lo mismo que lo que menos y es tanto viajar. Ahora estoy aquí en Madrid en mi casa, que es un lujo total, mi cama, mi cocina, mis cosas, pero normalmente vives con una maleta de un hotel a otro y eso es muy cansado. Tampoco me gusta el divismo –prosigue-, la tontería y los grandes egos en directores, cantantes, agentes…aunque sé que la mayoría son personas inseguras que se protegen asustando y haciendo la vida difícil a otros, porque los mejores y más grandes no son así”. Entre esos papeles que quisiera hacer y aún no ha cantado están “Luisa Miller” de Verdi o “Norma”, de Bellini, igual que le gustaría cantar una zarzuela, algo de gran tradición familiar para ella. “A mi abuela le encantaba y en mis concierto siempre la hay, pero aunque me gustaría hacer una zarzuela completa, no sé si podré”. Como hija de migrantes cubanos, a Oropesa le cambia el rictus hablando de la política migratoria de Trump –los ensayos comenzaron durante las elecciones-. “Su propuesta de llevar a cabo la deportación más grande de la historia y terminar de construir el muro me parece una locura. EEUU es literalmente una nación inmigrantes, echaron a los indígenas, no existe un americano natural todos somos hijos de emigrantes, es una lástima y una barbaridad, aunque de momento, yo estoy tan feliz de estar ahora en España”, concluye.