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Los demonios de Verdi

La «primma» de esta noche es prácticamente un estreno en Milán, pues la ópera no se representaba desde 1845, de ahí que la expectación sea enorme. Los nombres de los cantantes, con la soprano Anna Netrebko a la cabeza, han llevado a lo más alto este estreno. Juana vuelve a empuñar la espada
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La ópera de Verdi, que hoy abre la temporada de La Scala, vuelve al teatro milanés más de un siglo después de su estreno. Los directores de escena, Leiser y Caurier, se han metido en la mente de la protagonista, a quien da vida la soprano Anna Netrebko, para descifrar esta compleja ópera
Milán, febrero de 1845. En los años anteriores, «Nabucco» y «Los Lombardos», óperas del compositor italiano Giuseppe Verdi, cosecharon un increíble éxito, emocionando a los [futuros] italianos y enervando a los austriacos ocupantes. A las puertas de las revoluciones liberales de Roma y Milán de 1848. Tras pasar por Venecia y la Ciudad Eterna, Verdi, de 32 años, tenía que volver al lugar que lo elevó a la gloria. El estreno de su séptima obra en el Teatro alla Scala de Milán, «Juana De Arco», basada en «La Doncella de Orleans» de Friedrich von Schiller de 1801; tuvo una gran aceptación: sus notas resonaban en los organillos por las calles milanesas. Pero no alcanzará el éxito esperado: su creador quedó insatisfecho con la producción y observó carencias en el libreto de Temistocle Solera. Tal será la decepción, que el Maestro tardará muchos años en volver a estrenarse en la capital lombarda. Juana De Arco terminaría siendo, con el tiempo, una obra «menor» del vecino de Roncole (Parma, Italia).
Ciento cincuenta años después de la última aparición en la Scala, Juana De Arco de Giuseppe Verdi quiere volver a emocionar en el día de San Ambrosio, patrón de la ciudad. Y lo hará con un equipo excepcional: una de las sopranos más célebres de la actualidad, Anna Netrebko, en el papel de la célebre heroína gala –que ya representó en Salzburgo en 2013–: «Es un gran honor y responsabilidad para mí», confiesa. Su padre, Giacomo, será el barítono español Carlos Álvarez; y les acompañará el tenor Francesco Meli, quien encarnará al rey francés Carlos VII. La ejecución será obra del italiano Riccardo Chailly, quien ya dirigió este trabajo verdiano en 1989: «No podíamos descuidar esta magnífica y compleja obra. Sería imposible realizarla sin un equipo como éste», admitía estos días.
Moshe Leiser es el director de escena y pertenece al mundo operístico desde hace más de tres décadas. Centuria y media después del último estreno milanés, será el responsable, junto al francés Patrice Caurier, de que la célebre heroína francesa conquiste a todos en esta tan esperada apertura de temporada.
- Poco vista
«Juana De Arco» es una ópera verdiana poco representada, convirtiéndose así en un desafío: «La idea es mostrar el conflicto esencial de Juana, una chica destrozada por una encrucijada vital», aclara Leiser a LA RAZÓN. «Por un lado, quiere luchar por la patria y por Dios tras haber recibido una educación religiosa; y por el otro, pretende conquistar el corazón del rey Carlos VII de Francia. No tiene nada que ver con el personaje histórico ya que, además, es la adaptación de una adaptación», añade. «Para ser fieles a Verdi y Solera no hemos cambiado nada. Sólo hemos buscado una forma teatral para convertir en sensatas las incoherencias existentes».
¿Son acaso los directores de escenas omnipotentes? La figura del director de escena es clave para un Verdi siempre muy exigente: «Cada uno hace su trabajo: los directores de escena y de orquesta se necesitan mutuamente. El proyecto peligra cuando surgen los egos. Hay gente que viene a disfrutar de la ópera no como un fenómeno viviente, sino como un museo. Pero la ópera no es un arte decorativo, tiene que ser un espejo de nuestra civilización. Por eso es esencial».
Hablando con el músico belga, es imposible no notar la pasión que desprende: «Lo más bello de mi trabajo es el respeto a los cantantes, quienes transmiten las emociones humanas. Hay que luchar para que todas las notas tengan un sentido y para que la ópera no sea un arte superficial basada sólo en la belleza vocal o en la escenografía. Esto, para mí, es lo esencial de mi trabajo. Y por tanto de mi vida». Y sentencia: «La ópera tiene que existir porque es uno de los últimos ritos de nuestra sociedad occidental: el telón, la entrada del director de orquesta, el primer aplauso, el momento en el que la sala se vuelve oscura, aquel instante en el que parece que todo es posible... es algo extraordinario. La voz humana, cuando se sustenta en una emoción auténtica –y no sólo en la belleza vocal–; tiene una fuerza increíble. Un cantante puede, en cinco minutos, llevar la sala a la histeria».
Para el deseado estreno, la Scala se verá reforzada con un mayor dispositivo de seguridad tras los atentados de París de hace menos de un mes. En este contexto: ¿Se puede considerar Juana De Arco una yihadista medieval? «Salvando las distancias, podemos forzar un cierto paralelismo», explica Leiser. «En las guerras santas, la estructura mental es la misma, tanto en Juana De Arco como en un yihadista actual. Son cosas bien diferentes, pero la idea de martirio, de abstinencia sexual y de matar a todos aquellos que no creen en nuestro Dios es parecida, pero nada más. Aun así, la ópera no es un magacín de actualidad, un periódico o un documental».
El personaje histórico de Juana De Arco (1412-1431), es un símbolo heroico tardomedieval del contexto de resistencia francesa contra Inglaterra en la Guerra de los 100 Años. Condenada a la hoguera por brujería, en 1920 fue santificada y, actualmente, es la patrona de Francia.
En la obra de Verdi, Juana se ha declarado lista para tomar las armas y salvar a Francia del invasor inglés. Carlos, rey de Francia, cree en la joven, quien consigue una victoria impactante. Le declara su amor, pero Juana sabe que el cielo le ha prometido un destino heroico siempre y cuando deseche de su alma toda pasión humana. Sin embargo, su padre, Giacomo, decide entregar a su hija a los ingleses, ya que sospecha que ha hecho un pacto con el diablo.
Dos horas y media de alta calidad musical y dramática, por un precio que oscila entre los 50 y los 2.500 euros. Pero no hay que desesperar: Juana De Arco se podrá disfrutar en 24 salas distribuidas por toda España, contando además con diversas radios y televisiones internacionales, cuya emisión puede disfrutarse por internet. En un mundo de inmediatez donde preferimos mirar antes que escuchar; hoy todavía hay lugar para emocionarse junto a un fabuloso Giuseppe Verdi, en Milán, en casa. Un Verdi de sentimientos profundos que, como siempre, proceden de una comunión instintiva y a la vez lógica entre música y palabra, «fruto del trabajo» como él bien decía. Un estilo refinado y elocuente, donde cada nota es un mundo, donde no se precisan traducciones: el italiano pasa a ser vehículo de un idioma humano universal. Leiser tiene claro su referente: «¡Es imposible pensar en la ópera sin Verdi! ¡Es un gigante!».

Carlos Álvarez, de baja en el estreno

El barítono estaba inmensamente feliz. Volvía a La Scala (donde ya había cantado una «Madama Butterfly» en 1996 y dos «Don Giovanni», en 1999 y 2006) con un título que había interpretado en versión concierto. Sin embargo, ya no pudo cantar en la función que el coliseo dedica a los jóvenes, el pasado 4 de diciembre, y todo apuntaba a que el estreno quedaba en el aire, como desgraciadamente ha sido. Ayer una nota del coliseo scagliero comunicaba la baja de Álvarez y su sustitución por David Cecconi, que ya había participado en el ensayo general. Y es precisamente ahora cuando se cumplen veinte años de ese debut milanés, con lo que las ganas eran dobles, si cabe. Álvarez estaba tremendamente ilusionado con este regreso y con la presencia de Netrebko, con quien ya ha cantado y que para él significa un aliciente fundamental. Interpretará al padre de Giovanna, Giacomo, un hombre de firmes convicciones que antepone el patriotismo a los ideales de su hija Giovanna, aunque después se arrepienta. Para el barítono se trata de ofrecer una visión más heroica, pues en la versión de Verdi y Temistocles Solera la heroína no muere en la hoguera, sino a manos de los ingleses. Opta por el equilibrio entre las versiones clásicas y otras menos convencionales, que aceptará siempre de buen grado «si son inteligentes» y si no comprometen al artista. Habrá que ver cuál es su evolución y si puede finalmente subir al escenario.

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