Luz Casal: «Sé hacer lo que me emociona, pero no definirlo»
Lanza «Almas gemelas», el disco en el que vuelve a interpretar canciones inéditas
Después de seis años sin publicar material inédito, la expectación por su nuevo disco es suprema. Regresa con «Almas gemelas», su trabajo más internacional, grabado en los míticos estudios EastWest de Los Ángeles, y la sorpresa es que se lanza en dos ediciones: una con diez canciones en español y otra especial que incluye temas en portugués, francés e italiano. La alegría de presentar su álbum se solapa con el reciente Premio Nacional de Músicas Actuales concedido por el Ministerio de Cultura. Aquella chica de Boimorto ilumina hoy con su «Luz» a todo el Mediterráneo.
-El premio...
-Espera, espera... No me tomes por osada, pero vamos a hablar primero de mi disco, por favor (risas). ¡Parezco Umbral! Aunque he estado tres años currando en él.
-A sus órdenes: estas canciones se adaptan a usted como la respiración misma...
-Todas tienen su razón de ser y reflejan este momento de mi vida: los viajes por el Mediterráneo, las actuaciones... Cada tema provoca reacciones en mí que espero tengan su correspondencia en el público. Es un trabajo que me apetecía hacer, totalmente segura de él y lo defiendo a muerte...
-No, si yo siempre he dicho que usted un psicoterapeuta no necesita.
-(Risas) La verdad es que, de momento, no. No soy nada miedosa ni insegura.
-Hay una canción que conmociona: «Ella y yo», donde empieza mostrando su relación con el cáncer como si fuera una persona, y desemboca en una historia de amor...
–Quería contar mi relación con la enfermedad, como una manifestación de exclusividad en un mundo casi mágico. No quería abordarlo de forma dramática porque, por mi carácter, no lo he vivido así, no porque la cosa no fuera seria. Jamás sentí desesperanza y así lo canto.
-Y termina diciendo: «Descubrimos tanto, juntas, ella y yo»...
-Ella me ha descubierto mi fortaleza y yo le he desvelado algunas evidencias vividas que no tenía tan claras.
-En «Si pudiera» canta: «Se arregla con un vaso de perdón». Siempre hay referencias a tomar copas en sus canciones. ¿Un vaso es el mejor camino hacia casi todo?
-(risas) No quisiera hacer apología de ello... Además, en mi caso, sólo sería un canto al vino en todas sus variedades. Lo que sí es cierto es que beber me parece un acto de empatía para con el otro. Una celebración, un perdón... Pienso en los católicos cuando comulgan y cómo el vino trasciende. Esa simbología me fascina..
-Ha grabado en los históricos estudios de Elvis, Sinatra o Springsteen... ¿Quedan sus energías en esos micrófonos?
-Todo influye cuando eres receptivo y trabajas con material sensible. Por eso yo grabo fuera, no por esnobismo, sino para aislarme de todo y poder estar sólo con los músicos, las canciones y el equipo técnico. No quiero nada más. Ni distracciones, ni lo que ocurre en mi casa... Con llamar a mi madre cada noche, es suficiente.
-¿Sigue haciéndolo a diario?
-Absolutamente todos los días, esté donde esté.
-Cada vez que saca trabajo, me acuerdo de Carmen Santonja (Vainica Doble). Pocas compositoras han comprendido tan bien sus posibilidades, ¿verdad?
-Ha sido de las pérdidas más traicioneras de mi vida. Creí que nuestra relación sería hasta el final de nuestros días porque la veía inmortal. La echo mucho de menos, tuve una relación muy poderosa con ella... Me queda, entre tantos temas que compuso, «Lo eres todo», que es la canción de amor más importante de todo mi repertorio. Celebro que la recordéis.
-Carlos Goñi, David Summers y Albert Hammond me han reconocido que pocos cantantes han defendido sus temas como usted.
-Son muy amables; ¡qué total! Es un regalo para los oídos, pero ¡ya está! (risas), pasa a otro tema.
-Ha transitado por el rock, el bolero, la balada... ¿Qué estilo define estas «Almas gemelas»?
-¿Una Luz «nosesabequé»? Pero soy la del principio y la de antes de ayer. Siempre he tenido una balada o canciones rockeras clásicas. Sé hacer lo que me emociona, pero no definirlo.
-En las fotos del disco está espectacular.
-Sólo intento no disfrazar las cosas. No pretendo ser una jovencita de 25 años. Me miro al espejo y no quiero mentir, aunque parezca que en el espectáculo todo puede ser un poco adulterado. Voy con mis verdades por delante, mostrando lo mejor dentro de mis posibilidades.
-Hablando de físico, he leído que hace poco al secarse el pelo por primera vez se sorprendió...
-Fue hace dos semanas. Me toqué la nuca y dije: «¡Carajo, cuánto pelo tengo ya!».
-Y hemos llegado al premio... Le pilló en París y los franceses se emocionaron.
-¡Se pusieron como cabras! «Mira, si te quieren en España» –decían–. «¡Pues, claro!», contestaba yo. Me recordaron que ellos me habían concedido la Medalla de las Artes y las Letras... En fin, fue un subidón después de un día duro.
-La verán como a Picasso: una artista francesa nacida en España.
-No, mujer... Lo curioso es que me hayan aceptado cantando en español. Sólo hago algunos temas en francés para darles las gracias. Eso sí: no he parado de actuar allí en los últimos quince años.
-Este galardón consagra a una generación de músicos nacidos en los cincuenta como Kiko Veneno o Auserón. ¿Hay una sensibilidad común?
-Da para reflexionar y me alegra sucederles en este galardón, porque son colegas y les admiro. Resistimos, en el sentido de la evolución, la paciencia, la experimentación... En un país del que siempre se dice que es ingrato, y yo no lo creo.
-¿No se negará a aceptarlo como Javier Marías el Nacional de Narrativa?
-Cada uno hace lo que considera. Yo devolveré a la sociedad la cuantía, a una entidad relacionada con la música. No es justo comprarme con ello otro coche ni cinco trajes...
-Desde su enfermedad, ¿tiene urgencia de no perder el tiempo?
-Hay muchas cosas que me interesan y veo que no llego a leerme los libros apilados, la música que quiero escuchar, las exposiciones que quiero ver. Quizá tras la enfermedad se haya acelerado, pero también cuando ves fallecer a amigos de tu edad. El tiempo es finito y hay que aprovecharlo.
-No le pregunto cómo está porque la veo fenomenal. Tanto por fuera como su garganta...
-Sí, lo estoy. Ojalá guste el disco. Ya he hecho el examen y ahora espero la nota... ¡A ver si puede ser matrícula, que con un notable no me conformaría!