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Munich, cada año más grande

larazon

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Tradición, continuidad y un repertorio impresionante son los sólidos pilares que sustentan a la Bayerische Staatsoper, una ópera que puede mirar hacia atrás con el orgullo de su historia cultural de más de 350 años, desde asentarse en Munich en 1653. La Bayerische Staatsoper, edificado en 1818 con estilo neoclásico y con 2.100 asientos de aforo, ofrece más de 400 representaciones al año, a las que asisten cerca de 600.000 personas. En el transcurso de una cada temporada se ofrecen más de 30 óperas, junto con ballets, conciertos y recitales. El programa de la Bayerische Staatsoper es uno de los más variados de todos los teatros de ópera internacionales. El jueves empezó su festival. No estamos ante uno al uso, ni por duración ni por repertorio. Se mantiene durante todo el mes de julio y la programación aporta poca novedad en títulos, porque más bien se trata de ofrecer una selección de las producciones en cartel con repartos aún más esmerados, que pueden llegar a la espectacularidad. Sin el glamour de Salzburgo o la mística de Bayreuth, no es tan conocido por el gran público como otros, pero posee un nivel de calidad y variedad muy superior al resto. Ningún otro certamen puede igualar la variedad de títulos de Munich y son muchos, cada año más, los españoles que acuden a él. Esta edición presenta dos relevantes estrenos: «Parsifal» y «Orlando Paladino». El Wagner abrió el festival con un reparto de campanillas: Christian Gerhaher, Bálint Szabó, René Pape, Jonas Kaufmann, Wolfgang Koch y Nina Stemme, en una producción firmada por Pierre Audi y con la siempre aclamada dirección musical de Kirill Petrenko. Las entradas se agotaron en un santiamén, pero se podrá ver vía el streaming de la web el día 8. La segunda, con Bolton en el foso y producción de Axel Ranisch, se estrenará el 23 de julio en el Prinzregententheater. En 2012, la Bayerische Staatsoper abrió el año de aniversario de Wagner con la nueva producción de Andreas Kriegenburg del «Anillo», ahora recuperada con la dirección de Petrenko en vez de Nagano. Escena de gran imaginación, con mucha figuración, que alcanza sus mejores momentos en «El oro del Rhin» y «Sigfrido», con un mensaje social en la última jornada del «Ocaso». Otros nueve títulos subirán al escenario: «De la casa de los muertos», «Las bodas de Figaro» , «El tríptico», «Las Vísperas Sicilianas», «El holandés errante», «L’elisir d’amore» y «La traviata» con Diana Damrau como Violetta. Además, «Arabella» con una prodigiosa Anja Harteros y «Tosca» con Angela Gheorghiu. También hay sitio para las obras contemporáneas con el encargo a Nikolaus Brass de «Die Vorübergehenden» (Los transeúntes), «Match!», de Mauricio Kagel o «Vanitas», de Salvatore Sciarrino. Anja Harteros, Villazón, Piotr Beczala, Günther Groissböck, Krassimira Stoyanova, Edita Gruberova, que celebra su 50 aniversario en Múnich, ofrecerán recitales. ¿Hay quien ofrezca más?