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Navidad con zarzuela

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Este año los conciertos de Navidad se han dividido en tres grupos: los de temática ajena como el «War Requiem» de Britten, los de múltiples «Mesías» de Haendel participativos o no y los de zarzuela como los aquí comentados. Ibermúsica programó el primero de ellos y costó llenar de público el Auditorio Nacional. La Zarzuela el segundo con un teatro abarrotado. En ambos, públicos entregados al género y con enormes muestras de satisfacción ante repertorios muy populares. Virtud compartida fue también la huida en ambos de cualquier tentación de caer en los temibles bolos. Ibermúsica contó con un elemento de gran fuerza, como es la Orquesta Sinfónica de Galicia. Todo un lujo en este repertorio que, además, supo encauzar con gran energía el polifacético Miquel Ortega. Fue un concierto en el que se experimentó el placer de escuchar orquestalmente la zarzuela como casi nunca se puede, bien perceptible desde el preludio de «La revoltosa», la página inicial de la tarde. Curioso que esa misma obra, pero el dúo «Ay, Felipe de mi vida», cerrase el del Teatro de la Zarzuela. Susana Cordón y Enrique Ferrer, aunque correctos, no pudieron igualar el citado nivel de los músicos de Galicia. Justo lo contrario acaeció en la calle Jovellanos, en donde los tres cantantes elevaron el digno nivel de coro y orquesta bajo la eficaz pero no demasiado inspirada batuta de Ramón Tebar. Juan Jesús Rodríguez se halla en un momento vocal espléndido, que él trata y consigue demostrar bien al público, pero en lo que no debería insistir tanto, buscando más la gracia, la picardía, el matiz en vez de las exhibiciones de caudal que, en ocasiones, le obligan a abrir demasiado la voz. En magnífico momento vocal se encuentra también María José Montiel, con caudal pero también con la intención, el matiz, las gradaciones dinámicas, los filados y los pianos. Isabel Rey, sin una potencia como la de sus compañeros, logró brillar al mismo nivel aplicando las muchas tablas que posee. El concierto terminó con «Todas las mañanitas» cantadas por artistas y público y un villancico que hubo de ser bisado ante la insistencia de un público que no quería levantarse de su asiento. Que 2019 nos traiga mucha música, salud y ese sentido común que cada día más escasea.

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