Estreno

“Pierrot Lunaire”, la vanguardista y enigmática composición de Arnold Schönberg

El Teatro Real y La Abadía presentan una original versión escenificada del contratenor Xavier Sabata de la ópera del compositor austriaco en el 150 aniversario de su nacimiento

Un momento de la representación
Un momento de la representación A. Bofill

“Creo que me estoy acercando a una nueva forma de expresión”, escribía Arnold Schönberg en su diario el 12 de marzo de 1912. El “padre” de la vanguardia musical del siglo XX, que había abrazado la atonalidad unos años antes, en 1908, tras un periodo de vacilación, acababa de encontrar el camino para componer “Pierrot Lunaire”, considerada la obra fundacional del modernismo. La pieza, a pesar de su novedad e inspiración, se originó como un encargo a la antigua usanza, fue sugerida por una mujer, la actriz vienesa Albertine Zehme proveniente del cabaret literario, que acudió a Schönberg para encargarle un ciclo de canciones para voz y piano que ella misma interpretaría en su repertorio, composiciones basadas en una serie de poemas del poeta simbolista Albert Giraud en los que se anudan sin solución de continuidad amor, sexo y religión, violencia, crimen y blasfemia. Los versos habían sido publicados en 1884, y más tarde traducidos al alemán. Schönberg, comenzó a trabajar la pieza en marzo de 1912, la completó en julio y tras cuarenta ensayos, la estrenó junto a Zehme en octubre de ese mismo en el Berlin Choralion-Saal.

“Pierrot Lunaire” es un ciclo de canciones -21 melodramas-, con el acompañamiento instrumental de piano y orquesta de cámara, inspirado en el mundo sonoro del cabaret alemán. Con él, el Teatro Real y La Abadía vuelven a colaborar en una coproducción de pequeño formato procedente del Teatro del Liceu, que une la música de cámara y el teatro, con ello quieren conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Schönberg (1874-1951). Ofrecerán cuatro funciones del 22 al 25 de febrero de una original versión escenificada del contratenor Xavier Sabata, autor del montaje y a la vez intérprete, con la dirección musical de Jordi Francés. La sintonía entre ambos teatros es evidente, esta será la tercera colaboración. Juan Mayorga, insiste en resaltar la vocación operística de La Abadía, el teatro que dirige, “la ópera es teatro en un sentido esencial, radical, y esa forma teatral llamada ópera tiene actualmente una extraordinaria vitalidad, cada día más creadores y espectadores se sienten atraídos por ella para asistir a representaciones de la vida y no podemos quedarnos fuera de ese extraordinario movimiento que se está dando en todo el mundo”, afirma Mayorga.

Sabata aborda este ciclo de canciones –tradicionalmente interpretado por mujeres, aunque no fue compuesto como obra necesariamente femenina– a través de una lectura que resalta la curiosidad de Pierrot, un personaje que suele aparecer envuelto en la soledad y el silencio, pero que en esta ocasión decide tomar la palabra. Así, en un prólogo concebido por el propio Sabata a partir de pasajes de las “Metamorfosis” de Ovidio, Pierrot dialoga con la figura de Narciso, “este consumiéndose para conocerse y aceptarse; y aquel aislándose, construyéndose un avatar para esconder su sufrimiento”, explica Sabata. “Pierrot es un personaje de la comedia del arte, el arlequín, que el romanticismo francés convirtió en el payaso triste, un personaje que se aísla del mundo y se construye un avatar, alter ego del poeta, para protegerse. En la iconografía aparece mudo, callado en un rincón, pero Schoenberg lo hace hablar y Giroud le escribe 50 poemas que evocan toda la rabia de los simbolistas, que pasa por esa necesidad de apartarse de la sociedad. Más que testigos de su palabra, lo somos de sus pensamientos, de ese mundo interior que solo en el fluir de la conciencia podemos entender su proyección hacia la luna, de rabia, odio y deseo”.

“Pero como la pieza es corta, quería darle un balance –prosigue Sabata-, me interesaba añadirle algo que no fuera música y llegué a Ovidio y a Narciso, un personaje que desde el psicoanálisis se ha leído enganchado a sí mismo, pero que pensé presentarlo de forma distinta, con la necesidad de ahondar en el autoconocimiento y la perfección, pero cuando comprende que es imposible, muere y se transforma en un narciso, en una flor y esto me llevaba a la crisis que tenemos los artistas, sobre todo en lo vocal y lo musical, la imposibilidad de la perfección, la insatisfacción constante que puede llegar a la muerte creativa. Pierrot y Narciso son dos energías, dos personajes diferentes y yo empatizaba con ambos”, significa. Por otro lado, Jordi Francés explica que “en una época donde la tendencia compositiva era maximizar los dispositivos instrumentales, Schoenberg llega con lo mínimo, música de cámara y esto tiene un punto, si no revolucionario, sí importante de destacar. Durante el siglo XX, el quinteto Pierrot se ha estandarizado, plantó la semilla de una nueva manera de hacer música. Pierrot es importante, no solo por ser una obra maestra, también porque abrió caminos a muchísimos creadores del siglo XX, una música que, dentro de sus tremendas contradicciones, está construida con una grandísima intuición y enorme voluntad de comunicar”, concluye.

Dónde: Teatro de La Abadía

Cuándo: del 22 al 25 de febrero

Cuánto: 22 y 30 euros