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Lo que el escándalo de P. Diddy nos enseña sobre las élites actuales

El rapero perdió la noción de la realidad sumergido en una sociedad que permite todo a los milmillonarios
Los crímenes de los que se acusa al artista comenzaron a producirse en 1991 y se estima en 3.000 las supuestas víctimas
Los crímenes de los que se acusa al artista comenzaron a producirse en 1991 y se estima en 3.000 las supuestas víctimasNoam Galai Getty Images via AFP
La Razón

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Las élites ya no son lo que eran. Podemos asombrarnos ante el poder que detentaban los monarcas absolutos, pero ellos eran muy conscientes de estar siempre por debajo de Dios. También les enseñaban que sus obscenos niveles de privilegio llevaban aparejado el deber de conocer, escuchar y proteger en cierto grado a su pueblo. Desde finales del siglo XVIII, con la Revolución Francesa, el hombre deja de tener a Dios por encima para situarse en el centro de la creación. Después llega Mayo del 68 en París, con el auge de lemas como “Prohibido prohibir”, que terminan empapando a las clases dominantes con la noción de que aceptar límites es algo aburrido, reaccionario y propio de gente vulgar. Ensayos de Christopher Lasch como 'La cultura del narcisismo' (1979) y 'La rebelión de las élites' (1994) explican bien el fenómeno de unas clases altas que ya no comparten con la plebe los barrios, colegios y hospitales. Sencillamente viven en un planeta distinto. Lo explica en un aforismo el escritor colombiano Nicolas Gómez Dávila: “La historia moderna es el diálogo entre dos hombres: uno que cree en Dios, otro que se cree dios”
Todo esto no es un simple debate académico, sino que tiene su reflejo en nuestras vidas cotidianas, como ilustra el mayor escándalo de este año, que son las fiestas donde el rapero P. Diddy que reunía a la aristocracia del cine y la música estadounidense. Uno de los documentos más brutales sobre el caso es la entrevista de Vlad TV con Roger Bonds, un afroamericano de 57 años que pasó una década en la cárcel por tráfico de drogas. Al salir, le ofrecieron ser el guardaespaldas personal de P. Diddy y termina ejerciendo de correo que va de aquí para allá con bolsas de Louis Vuitton rebosantes de dinero, pagando pensiones alimenticias y sobornos para mantener callado y calmado al entorno de rapero y hombre de negocios.
El único tabú para el artista era reconocer su bisexualidad
¿Qué Diddy rompe la nariz a Kim Porter en un yate durante un cabreo? Se llama a un cirujano plástico para que venga a arreglarlo y se mete a la chica en un hotel de lujo hasta que se cura. ¿Que Diddy parte la jeta a un chico en una discoteca por hablar demasiado con su novia? Se abre la caja fuerte y se sacan los 30.000 dólares que pide el herido para no armar follón. ¿Que a Diddy le parecen pequeños los implantes mamarios que se ha hecho su joven novia Cassie Ventura? Bonds la acompaña a aumentarlos y luego le ayuda con cualquier cosa que tuviera que recoger del suelo porque sus nuevas tetas eran tan desmesuradas que podía hacerse daño con esos movimientos durante el postoperatorio.
El retrato que hace Bonds de la vida cotidiana del rapero es el de alguien que tiene todas las puertas abiertas y que nunca escucha la palabra "no" de las personas que le rodean. Por ejemplo, sus doctores de Miami le proporcionan todas las drogas que necesita y que él mueve por el país a capricho (cocaína, éxtasis, GHB y opiáceos, combinados con viagra y cialis). Cuando hay sobredosis o mujeres heridas, Diddy entra y sale del Hospital Beverly Hills por la puerta de atrás para que él y su círculo reciban tratamiento de la manera más discreta. Las agresiones en pasillos de hoteles de lujo, captadas por las cámaras de seguridad, se arreglan también con 50.000 dólares para que se pierda la cinta del incidente. Diddy hace todo el rato lo que le da la gana y hasta ordena que vuelen con explosivos el coche del rapero Kid Cudi cuando se entera de que su chica le ha puesto los cuernos con él.
El testimonio de Bonds suena sólido y deja claro que conocía a Diddy a fondo, desde escoltar a sus novias en los partos para que las enfermeras no hicieran fotos para vender a la prensa sensacionalista hasta cuidar al rapero en sus visitas a sex shops y hacerle la compra para que nadie viera a la estrella ir hasta la caja con un enorme consolador negro. El único tabú para el artista era reconocer su bisexualidad, ya que temía que minase su imagen de tipo duro de la calle. En este punto hay que hablar de los "freak offs", las orgías que Diddy organizaba en hoteles de todo el país con chicas las que drogaba con disimulo, forzando el consentimiento, junto a chaperos de lujo que contrataba donde fuera y trasladaba en avión a otra ciudad, todo ello lubricado con aceite para bebés, que compraba en cantidades industriales y que ahora sirve de excusa para memes, chistes y titulares de tabloides.
Los "freak offs" también son importantes porque había cámaras grabando, así que esto ya no es solo un escándalo de un rapero fuera de control sino de unas élites encantadas de acceder a sus fiestas. Hoy todo el mundo especula con quiénes saldrán en qué cintas y también sobre la posibilidad de que Diddy termine como Jeffrey Epstein, el degenerado de clase alta encarcelado por gestionar una isla donde se mantenía sexo con menores, un escándalo mayúsculo que -entre otras cosas- costó al Príncipe Andrés abandonar la vida pública. Epstein se "suicidó" en su celda en el preciso momento en que -casualidades de la vida- se estropeaban las cámaras de seguridad de la prisión. ¿Llegará Diddy vivo al juicio por sus crímenes? Cuando eres rico, puedes portarte como un hijodeputa pero recuerda que siempre puede haber alguien un poco más hijodeputa que tú.
La lista de implicados que maneja la prensa parece la de un after donde se juntasen los candidatos de los Óscar con los de los Grammy: Leonardo Dicaprio, Beyoncé, Jay-Z, Ellen de Generes, Jamie Fox, su ex Jennifer López, Usher, el talentoso y trastornado Kanye West... Por cierto, a este último acaban de acusarle de pedir a su novia Bianca Censori que cumpliese la fantasía de acostarse con su madre (la de ella) mientras Bianca miraba. Todo indica que el mundillo donde se mueven este tipo de celebridades es de extrema tolerancia ante cualquier depravación, que no se denuncia aunque la hayas presenciado en persona.
Por supuesto, también están los menores. De las 120 personas que figuran como acusación a P. Diddy, 25 lo hacen de manera específica por abuso de menores, una las víctmas tenía nueve años cuando se produjo el presunto delito. Los crímenes de los que se acusa al artista comenzaron a producir en 1991, lo que significa más de tres décadas de impunidad. Tony Buzbee, abogado principal de la acusación, dijo en rueda de prensa transmitida por NBC News que maneja una larga lista de futuros acusadores -pueden llegar hasta 3.000- donde hay nombres que es probable que causen un “shock” en el público. Por Internet circula un vídeo donde Diddy pide a Justin Bieber que no hable de “lo que haces con tu hermano mayor Puff”.
Antes de este caso, el mayor escándalo del hip-hop con menores fue el de una estrella del r’n’b llamado R. Kelly, condenado a veinte años. En los últimos días, su hija Buku Abi le ha acusado de abusar sexualmente de ella cuando era una niña. Lo hizo en un documental titulado 'Karma', el viaje de una hija, donde cuenta que a los nueve años su padre la tocó cuando pensaba que ella estaba dormida. El otro gran escándalo pop de este jaez es el de Jimmy Saville, un presentador de programas musicales de la BBC (el famosos Top of the pops) que abusó de 500 menores, casi todas ellas niñas, con la tolerancia de su entorno y de la prestigiosa cadena británica, que incluso suspendió un programa de investigación sobre el caso. Fuera de la música, también son habituales los casos de abusos, recordemos a Dominique Strauss-Khan, Harvey Weinstein y los amigos de Jeffrey Epstein. ¿Necesitamos reeducar a nuestras élites?