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Rolling Stones: Así se gesta un pelotazo musical

La veterana banda, que actuó ayer en el festival «Desert Trip» de California, publicará el 2 de diciembre «Blue and Lonesome», una vuelta a las raíces tras una década de sequía. Nadie como los Stones para mantener vivo el suspense sobre su nuevo trabajo, que ya ha suscitado un gran interés y movilizado todo el aparato promocional
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La veterana banda, que actuó ayer en el festival «Desert Trip» de California, publicará el 2 de diciembre «Blue and Lonesome», una vuelta a las raíces tras una década de sequía.
Es el acontecimiento musical del año. Se llama «Blue and Lonesome» y será el nuevo disco de los Rolling Stones, el primero formado íntegramente con material nuevo desde «A Bigger Bang», de 2005, un álbum enterrado rápidamente. De hecho, la banda llegó a no cantar ni una sola canción del mismo durante el «A Bigger Bang Tour». Pero la maquinaria se ha vuelto a poner en marcha y el grupo de Jagger y Richards está de nuevo en la brecha. Y cuando eso sucede al tren ya no hay quien lo pare.
No hay una banda que tire mejores cebos que los Stones. El método se viene repitiendo desde hace décadas. Primero, se «filtra» que se han metido a grabar. Luego la prensa empieza a hablar de la mejor conexión en años entre Jagger y Richards, quienes apenas se tratan, como todo el mundo sabe. Después se habla de una música rejuvenecida. Más tarde entran en juego las nuevas tecnologías para mandar «bocados de realidad» en forma de fragmentos de vídeos o extractos de música. Y todo hasta llegar a la traca final: el lanzamiento «real» del disco.
Todo esto ha venido sucediendo en las últimas semanas con «Blue and Lonesome», ya anunciado a bombo y plantillo como «el regreso al blues de los Rolling Stones». «Este álbum es la prueba manifiesta de la pureza de su amor por hacer música y el blues es, para los Stones, la fuerza de todo lo que hace», proclamó Don Was, productor de la banda desde hace más de dos décadas.
A través de Twitter se difundieron un par de vídeos de unos diez segundos en los que se veía a la banda trabajando en estudio. También apareció en las redes sociales un fragmento de un tema en el que, efectivamente, los Stones tocaban blues con ese sonido tan especial y que tanto marcó a una generación, con esa adorable cadencia de Charlie Watts, ese increíble sentido del ritmo de Richards, la armónica de Jagger... En fin, lo que el aficionado más clásico de los Stones quería escuchar desde hace tanto tiempo.
La banda asegura que el disco se grabó en sólo tres días, algo que habrá que verlo para creerlo. El escenario fue el British Grove Studios de Chiswick, en Londres, y una de las noticias que más expectación levantó fue saber que en las sesiones también estuvo presente Eric Clapton, quien parece ser que toca en un par de temas. Dicen que «Slowhand» estaba grabando por allí mismo y le invitaron a tocar.
No es la primera vez que el nombre de Clapton se vincula a los Stones, ni mucho menos. De hecho fue uno de los músicos que figuró en el casting de aquel remoto año 1969. Con el cuerpo de Brian Jones aún caliente, los Stones se lanzaron a la búsqueda de un nuevo guitarrista y Jagger, en un delirio de ilusión, quiso que fuera Clapton. Éste nunca se tomó en serio la descabellada intención del vocalista y siguió adelante con su brillante carrera. El elegido fue el magnífico Mick Taylor, un guitarrista tan brillante como ingenuo, y que acabó siendo arrollado por la inmoralidad de sus compañeros de banda antes de marcharse en 1975 para comenzar una carrera en solitario que nunca despegaría. Desde luego, sorprende –¿o no tanto?– que no le hayan invitado a la grabación del álbum y sí hayan llamado a alguien «ajeno» a la banda como es Clapton. De hecho, Taylor participó en conciertos de la gira 50º aniversario de los Stones, donde apenas salía a tocar un par de temas por noche para decepción y bochorno de muchos de los fans más clásicos.
La otra cuestión a debate es saber cómo llegó ese «renacido» interés del grupo por el blues, un género que fueron relegando al olvido desde aquellos mágicos 70, a medida que Jagger se iba contagiando de las modas del momento y Richards bastante tenía con mantenerse en pie. La discusión es acalorada y los defensores de la banda defienden su derecho a redescubrir un género que ellos renovaron hasta llevarlo a la excelencia durante los años dorados del grupo. ¿Qué es «Beggars Banquet», de 1968, si no una una revisión absoluta del blues hasta llevarlo hacia terrenos desconocidos?
Pero también están los que defienden esta opción como el camino más fácil para recuperar terreno en busca de la autenticidad perdida y, sobre todo, poder grabar un disco completo. No en vano, no es la primera vez que los Stones intentan completar un álbum durante la última década. Ya lo intentaron hace cinco años y todo lo que les salió fueron dos temas –los poco memorables «Doom and Gloom» y «One more shot»– que finalmente fueron incluidos en el recopilatorio «Grrr», publicado en 2012.
- Sin inspiración
Jagger y Richards fueron incapaces de llevar al estudio más que dos canciones y allí tampoco encontraron la inspiración necesaria para grabar un larga duración. El género del blues –ya se sabe, tres acordes y melodías derivativas– no exige demasiado talento para salir del paso con composiciones al uso, y más si frente al papel de escribir se encuentran estudiosos del género como los patrones de la nave Stones. Lo primero que se ha escuchado remite a «It hurts me too» y después seguro que vendrán «homenajes» a favoritos como John Lee Hooker, Howling Wolf, Robert Johnson, Willie Dixon y demás luminarias del género.
Lo que vendrá después también parece previsible, pues todo lo que ocurre en los Rolling Stones responde a los patrones de conducta de un maniaco obsesivo. Con el disco ya grabado se sucederán las entrevistas promocionales de Jagger y Richards a medios selectos, cada uno por su lado, y en las que uno y otro aprovecharán para lanzarse esos dardos que tanta carnaza ofrecen a la prensa y al «show-business». Como corresponde a manipuladores consumados.
Después llegará la salida del disco y una fastuosa presentación que aprovechará las redes para difundir por todo el mundo la imagen de los cuatro componentes de la banda abrazados y alguno de ellos tambaleándose. Más tarde podría celebrarse un «concierto secreto» filmado con cierta urgencia que serviría como cebo –otra vez ese empresarial concepto– para una nueva gira –¿la última?– de los Stones por todo el mundo. Y, cómo dudarlo, las canciones de «Blue and Lonesome» irían poco a poco cediendo terreno para los grandes clásicos de la banda. Dad al público lo que quiere, ese famoso eslogan. Varios conciertos serían filmados y algunos grabados para posteriores lanzamientos. Es el eterno bucle que forma parte de la banda. Ahora, bajo el barniz del blues. En definitiva: los Stones vuelven porque nunca se han ido, porque nunca se han querido ir.

¿Qué hay de Bill Wyman, el tipo que dijo «no»?

En 1993 tuvo los arrestos de decir «no» a los Rolling Stones. Bill Wyman, su bajista original, acabó harto de tanta farándula, pero hace un par de años se mostró interesado en volver a hacer cosas con los Stones coincidiendo con el 50 aniversario de la banda. Jagger y Richards no tenían grandes planes para él y todo se limitó a varias apariciones en conciertos para tocar en un par de temas. Recientemente se supo que padecía un cáncer de próstata, pero parece que evoluciona bien. El 24 de octubre celebra su 80 cumpleaños con un concierto en el que estarán amigos como Robert Plant, Bob Geldof, Mark Knopfler y otros.

«Desert Trip», cumbre de septuagenarios en el desierto

La mente humana siempre va más allá y lo que ayer parecía extravagante hoy se convierte en cotidiano. Alguien hace unos meses tuvo la idea de juntar a varios de los grandes septuagenarios del rock and roll para formar un cartel irrepetible y el asunto acabó cuajando para pasmo de muchos. Con mucho dinero por medio, durante este fin de semana se han juntado en el Valle de Coachella californiano Paul McCartney, The Who, Neil Young, Roger Waters, Bob Dylan y los Rolling Stones. Estos dos últimos abrieron ayer con sendas actuaciones ante cerca de 100.000 personas que pagaron precios muy generosos por formar parte de una extravagante historia, un acontecimiento único y probablemente irrepetible. Habría que remontarse a Woodstock para ver algo igual. Los Stones llenaron de fuegos artificiales el escenario después de volver a deleitar a la audiencia con el show tantas veces escuchado, un recital que incluyó himnos como «Satisfaction», «Gimme Shelter», «Brown Sugar», «Sympathy for the Devil» y todo lo que no puede faltar en un grandes éxitos de la longeva banda británica. Las dos novedades estuvieron en la versión de «Come Together», aquella maravilla que Lennon parió para los Beatles, y el estreno de «Ride ‘Em on Down», una de las 12 canciones de su próximo disco que edita la banda de Jagger. El próximo fin de semana todos los componentes repetirán en el mismo escenario. Y a la misma hora, se supone.