Teatro Real

Teatro Real, 20 años

La Razón
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El Real cumple solo veinte años, porque el antiguo teatro hasta 1925 es otra historia muy lejana. Sin embargo, ¡hay que ver cuántas cosas han sucedido en él en estos 20 años! La Academia de San Fernando le ha otorgado su Medalla de Honor ante los Reyes que presiden su patronato, sin duda valorando tanto su realidad como un camino que no ha sido nada fácil. Dudas, tropiezos y aciertos han jalonado su última historia, desde la polémica decisión de recuperar el edificio para la ópera y desechar la oferta de la Fundación March para un nuevo emplazamiento. Javier Solana anunció su recuperación en 1985, para aprobarse el proyecto de remodelación en 1990 con un presupuesto de siete mil millones. Siete años de obras, el fallecimiento del arquitecto, lámparas que se cayeron, murales y bustos que desaparecieron, directores musicales nombrados que nunca llegaron a ejercer como tales, el coste ya en 16 mil millones reconocidos... y el inicio de una infinita lista de políticos implicados empezando, antes de su inauguración, por los ministros Solana, Semprún, Solé Tura y Carmen Alborch. Lo abriría Aguirre, entre guerras por el título a elegir, y le sucederían Rajoy, Del Castillo, Calvo, Molina, González-Sinde, Wert y Méndez de Vigo. Todo ellos

–excepto los tres últimos– con mando en plaza, así como un sin fin de secretarios de Estado y subsecretarios, a veces peleados entre ellos. Como muchas veces enfrentadas en él estuvieron Cultura y Comunidad de Madrid. Ni Salgado, su primer responsable, ni Lissner, elegido por ella como director artístico, llegaron a la reapertura. Cambreleng, su primer responsable efectivo, eligió a García Navarro como titular artístico. Acabaron por no llevarse bien y ambos pagaron un alto precio. Uno Musiespaña, el otro su vida. Inés Argüelles llegó con el puesto ofrecido a José Antonio Campos. Le sucedió Muñiz. En las direcciones artísticas Sagi y Moral sucesivamente y en el foso López Cobos. Las arcas llenas con fondos ahorrados. En el escenario una inolvidable «Boheme», que hizo ver por vez primera todas las posibilidades del teatro, y grandes avances en coproducciones y en repertorio. El año 2007 marca final e inicio de etapa, cuando César Antonio Molina ofrece a Gregorio Marañón la presidencia del patronato. Persona relevante de la sociedad civil, logra desembarazar al teatro de las injerencias políticas, intenta en vano recuperar a Lissner y aterriza Mortier por carambola. Su personalidad potencia enormemente la internacionalidad del teatro, crea polémica y con «San Francisco de Asís» y algunas otras ocurrencias vacía la hucha. Fallece casi con las botas puestas y así empieza la etapa actual con Marañón, García Belenguer, Matabosch y Bolton, en la que las aguas corren por fin con tranquilidad. Viene bien el reconocimiento de la Academia para la institución y para todos los que, entre aciertos y errores, han logrado llevarla hasta su hoy. ¡Enhorabuena a todos!